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El reparto de los recursos hídricos es fuente de conflicto no sólo entre México y EU; los más peligrosos ocurren en tres ríos que fueron cuna de la civilización

El cambio climático está gestando una nueva guerra global por el control del agua

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Amenaza La Gran Presa del Renacimiento Etíope (Gobierno de Etiopía)

Cruel paradoja del destino: tres de los cuatro ríos que vieron nacer las primeras civilizaciones: el Indo, el Éufrates y el Nilo (el cuarto es el río Amarillo) son, tres mil años después, fuentes de conflictos que podrían degenerar en lo más incivilizado que ha creado la humanidad: la guerra.

El calentamiento global, causante de sequías extremas, está detrás de la tensión entre los países ribereños (tal como sucede entre México y Estados Unidos por el reparto del agua del agua de los ríos Bravo y Colorado); y en al menos dos de ellos podría ser considerado “casus belli”:

Conflicto entre Pakistán e India por el río Indo

El Indo -que transcurre por Pakistán, pero sus afluentes principales nacen en la India- es el origen de la última crisis entre las dos potencias del sur de Asia. La reclamación de Cachemira (de mayoría musulmana) por parte de Pakistán causó tres guerras con India y llevó a ambas potencias a desarrollar armas nucleares. Pero, en estas ocho décadas de enemistad entre vecinos nunca había ocurrido que se usara como arma de guerra el agua de la cuenca del Indo.

El detonante fue el atentado en Cachemira del 27 de abril en el que murieron 27 turistas indios en un ataque reivindicado por el grupo paquistaní Jaish-e-Mohammed. Como es habitual, el gobierno Nueva Delhi acusó a Islamabad de estar detrás del atentado, pero en esta ocasión, el primer ministro indio, el ultranacionalista hindú Narendra Modi, anunció una medida de represalia nueva: la ruptura unilateral en junio del Tratado de Aguas de 1960.

Dos meses después, Pakistán denunció que India liberó sin previo aviso millones de metros cúbicos de sus presas saturadas por monzones más activos por culpa del cambio climático, inundando campos de cultivo y poniendo en riesgo la cosecha de la que comerán 230 millones de paquistaníes. El primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, acusó a su homólogo indio Modi ante la comunidad internacional de intentar provocar una hambruna y advirtió que, si persiste en violar el tratado (cuyo garante es el Banco Mundial) considerará la agresión india de “casus belli”.

Conflicto entre Turquía e Irak por los ríos tigris y Éufrates

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Sequía histórica El Tigris en niveles históricamente bajos a su paso por la ciudad iraquí de Mosul (AsiaNews)

Irak, el país donde confluyen los ríos Tigris y Éufrates, y donde se asentó la antigua Mesopotamia, considerada la cuna de la civilización, se encuentra actualmente en situación de estrés hídrico agudo que amenaza con hambruna.

Desde 2020, Irak, de 46 millones de habitantes, sufre la peor sequía del siglo, resultado de la combinación de cambio climático, canales obsoletos, tras décadas de guerra, y la construcción de represas en Turquía, donde nacen ambos ríos.

A diferencia de los casos de México-EU y Pakistán-India, los países ribereños de los dos grandes ríos de Oriente Medio nunca firmaron un tratado para el reparto justo de las aguas, hasta que la situación se hizo crítica este otoño, con una caída del nivel del agua de 37%.

Bagdad pidió encarecidamente al gobierno de Ankara firmar de urgencia un tratado que garantice la supervivencia de los cultivos y (al igual que Pakistán) evitar una hambruna por falta de alimentos.

En noviembre, los gobiernos de Turquía e Irak firmaron su primer tratado sobre las aguas del Tigris y el Éufrates, mediante el cual Turquía se compromete a garantizar un flujo mínimo de 420 m³/segundo hacia Irak y a colaborar en proyectos de irrigación y presas. A cambio, Irak se compromete a entregar parte de su riqueza petrolera al vecino del norte.

A priori, el acuerdo parece justo, pero sus detractores advierten que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, actuó de mala fe porque lo acusan de acelerar la construcción de presas en la parte alta de los ríos, a sabiendas de que acabarían agravando la situación hídrica de los dos ríos en su bajada a los valles iraquíes.

“El agua es un derecho humano y no debe ser una mercancía vinculada a los ingresos del petróleo”, denuncia Shurook Alabayachi, experta iraquí en políticas de recursos hídricos.

Incluso dentro de Turquía han surgido voces que alertan del peligro de jugar con el agua como si fuera jugar con fuego.

Gönül Tol, directora fundadora del Programa de Turquía del Instituto de Medio Oriente, alertó que Turquía “pueda tener un control muy firme sobre su vecino del sur: le otorga una influencia peligrosa sobre el recurso más vital de Irak en un momento de vulnerabilidad”.

El conflicto entre Egipto y Etiopía por el río Nilo

La cuarta crisis hídrica internacional que estalló en 2025 (si incluimos la de EU y México) tiene como protagonista el río Nilo.

En el imaginario popular, el Nilo se relaciona con Egipto y con los faraones, pero el río más largo de África es el que más países atraviesa, diez, entre ellos Etiopía, donde nace el Nilo Azul, que se une al Nilo Blanco en Sudán, antes de continuar al país de los faraones, hasta su desembocadura en el Mediterráneo. Y son estos tres países los que se están enfrentando por su inmensa riqueza hídrica.

El 9 de septiembre de 2025 el gobierno de Addis Abeba inauguró la Gran Presa del Renacimiento Etíope, tras 14 años de construcción.

Se trata del mayor proyecto hidroeléctrico de África, con capacidad de generar 5,150 MW (el doble que la presa egipcia de Asuán) y tiene una capacidad de almacenar hasta 74,000 millones de metros cúbicos de agua, más que la suma de las diez mayores presas de México (67,000 millones m³).

Como su nombre indica, la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GPRE) está diseñada para generar la energía que consume un país de 130 millones de habitantes, y además exportarla a países vecinos.

Pero, si el megaproyecto es visto en Addis Abeba como el motor para convertir a Etiopía en una de las grandes potencias africanas, para Egipto, con 110 millones de habitantes, todos concentrados en un franja estrecha en torno al río y en el delta, el Nilo es vital para su existencia.

“Aproximadamente el 93% de Egipto es desierto, casi sin habitantes. Todos nosotros, 107 millones de personas, vivimos en el Nilo”, explicó a la BBC el profesor Abbas Sharaky, geólogo de la Universidad de El Cairo, Egipto. “La civilización egipcia se construyó sobre el Nilo. El Nilo es nuestra vida”, añadió.

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Existencia en peligro El 90% de la población egipcia vive enla ribera y en el delta del Nilo (NASA)

El académico advierte que la “pobreza de agua” podría agravarse en Egipto debido a la presa. “Está almacenando 64 mil millones de metros cúbicos de agua que normalmente fluye hacia Egipto. Esto representa una pérdida muy grande para nosotros. Nuestro consumo anual promedio es de 55.5 mil millones de metros cúbicos. No tenemos otra fuente de agua que el Nilo”, dijo Sharaky.

Tras varios intentos fallidos de Egipto para frenar las obras, alegando unos supuestos “derechos históricos” heredados de la etapa colonial, el presidente Abdelfatah al Sisi, advirtió tras la inauguración de la presa que Egipto “no se quedará de brazos cruzados ante la actitud irresponsable de Etiopía y tomará todas las medidas necesarias para proteger sus intereses y la seguridad hídrica”.

Tras la inauguración de la macropresa etíope, el presidente egipció advirtió que todas las opciones están sobre la mesa” y pintó su línea roja a modo de ultimátum sin fecha: si en temporada de sequía, Etiopía se niega a descargar suficiente agua para que el nivel de agua del Nilo no baje ocho metros, impidiendo que el agua se canalice para los cultivos, sería considerado “casus belli”.

Ya en 19973, tras firmar los Acuerdos de Camp David con Israel, el presidente egipcio Anuar el Sadat, ya temió que si Egipto volvía a la guerra no iba por una cuestión territorial, sino por el Nilo.

“La única cosa que podría llevar a Egipto de nuevo a la guerra sería el agua”, afirmó el asesinado premio Nobel de la Paz, mucho antes de que surgiera en el horizonte la mayor amenaza: las consecuencias catastróficas del cambio climático, si no se revierte a tiempo.

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