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Los talibanes reducen a las mujeres afganas a la nada tras dos años en el poder

La ONU denuncia “apartheid de género” por parte del régimen y apoyará escuelas clandestinas para niñas

segundo aniversario del régimen

Afganos celebran en Kabul el segundo aniversario del regreso del régimen talibán al poder

Afganos celebran en Kabul el segundo aniversario del regreso del régimen talibán al poder

EFE

Euforia en las calles de Kabul con motivo del segundo aniversario de la caída de la capital afgana, tras la vergonzosa retirada de las últimas tropas estadounidenses. Miles de afganos ondeaban banderas blancas del nuevo régimen fundamentalista y gritaban exaltados su lema: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”. Todos los gritos eran de hombres, niños, jóvenes y ancianos, muchos mostrando sus fusiles, para dejar claro que se trataba de una celebración masculina. Las afganas no tienen nada que celebrar.

Desde aquel 15 de agosto de 2021, día de la toma de Kabul, hasta la fecha, las niñas y mujeres han quedado reducidas a la condición de servidoras de los mahran (parientes masculinos), a los que debe pedir permiso incluso para ir al médico y siempre que uno de ellos se digne a acompañarlas. Desde el momento en que un niño empieza a hablar y razonar, ya le es permitido dar órdenes a sus hermanas e incluso a su madre.

Mujer afganas obligadas a vivir bajo la oscuridad y el calor de la burka (Twitter)

Mujer afganas obligadas a vivir bajo la oscuridad y el calor de la burka (Twitter)

Mujer afganas obligadas a vivir bajo la oscuridad y el calor de la burka (Twitter)
Mujer afganas obligadas a vivir bajo la oscuridad y el calor de la burka

Mujer afganas obligadas a vivir bajo la oscuridad y el calor de la burka

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efe y redacción
Mujeres salen del campus de la Universidad de Kabul, Afganistán, en agosto de 2022.

"No somos nadie"

“Nos han reducido a la nada; ¿quién va a protegernos si no somos nadie?", se lamentaba en silencio una afgana que pudo lograr enviar este mensaje a una web en el exilio, que denuncia la indiferencia de las potencias ante una tragedia que se vio venir desde el primer mes del retorno de los talibanes al poder, cuando anunciaron la restauración del inquisidor Ministerio de la Virtud y la Prevención del Vicio.

El vicio, según la mente delirante de los talibanes, no es culpa de los hombres, sino de las mujeres que lo provocan, por lo que son obligadas a usar el burka en todo momento, ya que “el rostro de una mujer es una fuente de corrupción” para los hombres que no estén relacionados con ellas. Tampoco pueden hablar en voz alta en público, ya que ningún extraño debe escuchar la voz de una mujer, ni desde luego usar tacones, ya que los hombres pueden “excitarse” con el ruido de pasos.

Cualquier incumplimiento de nuevas y antiguas reglas impuestas por los talibanes es motivo de castigos, que en los casos declarados graves —como huir de un marido maltratador— es penado con cárceles, donde son víctimas de violaciones y torturas, e incluso latigazos y ejecuciones en plazas públicas (eso sí, siempre con la cara y el cuerpo cubiertos por la burka).

Forzadas a la ignorancia

Pero si hay un aspecto sangrante que viola todas las leyes y tratados internacionales es el de la educación. En el colmo del delirio misógino de los talibanes (talib significa en árabe estudiante; y en lengua pastún afgana “estudiante religioso”), las niñas y las mujeres no tienen derecho a la educación (y por tanto a ejercer una profesión) porque no puede saber más que los varones, ni “pervertirlos” con su sabiduría adquirida.

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Todas las quejas de gobiernos y organismo internacionales han caído en saco roto; e incluso la ONU se encuentra atrapada entre su deber de denunciar las agresiones de los talibanes a las mujeres y el miedo a que estos se venguen cerrando la frontera a la ayuda humanitaria, de la que depende dos tercios de la población. Pero la creciente tiranía está haciendo que el organismo humanitario pierda la paciencia.

Apoyo a escuelas clandestinas

Con motivo del segundo aniversario del regreso del régimen talibán, el Enviado de Naciones Unidas para la Educación Global, el expremier británico Gordon Brown, ofreció este martes una rueda de prensa virtual en la que se centró en los esfuerzos para que las niñas afganas no se queden sin educación.

"Vamos a financiar y patrocinar el aprendizaje por internet y vamos a apoyar las escuelas clandestinas, así como apoyaremos la educación de las niñas obligadas a abandonar Afganistán", dijo Brown, que no quiso dar detalles sobre esas escuelas secretas "por miedo a que las cierren", pero especificó que "varias organizaciones están apoyando a estas escuelas clandestinas".

Además, anunció que ha llevado la cuestión de la exclusión de las niñas de las escuelas al Tribunal Penal Internacional y ha explicado al Fiscal Karim Khan sus argumentos: prohibir la educación femenina equivale a "un apartheid de género" y puede ser considerada como "un crimen contra la Humanidad".

Según Brown —que aún no ha recibido la respuesta de Khan—, esa prohibición viola al menos tres convenciones internacionales de la ONU: la de derechos de la infancia, de derechos de las mujeres y de derechos económicos y sociales, toda vez que la educación es "un derecho fundamental".

Brown dijo que la comunidad internacional "puede y debe hacer más" para obligar a los talibanes a revertir esa decisión, y sugirió, por ejemplo, que Estados Unidos y Reino Unido sigan el ejemplo de la UE para aplicar sanciones concretas a Afganistán, o que los países musulmanes manden a una delegación a Kandahar -feudo del régimen talibán- para explicar cómo el islam no apoya de ningún modo privar a las niñas de educación.