
El desarrollo humano de los 40 millones de jóvenes en México es inferior al promedio nacional y presenta marcadas desigualdades regionales, según reveló este martes el informe “Desarrollo humano de las juventudes en México: Retos y caminos hacia un futuro inclusivo”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
El reporte, presentado en la Ciudad de México, se enfoca en personas de entre 12 y 29 años y analiza indicadores de educación, salud e ingresos, como esperanza de vida, años promedio de escolaridad, ingresos per cápita y otros factores estructurales que inciden en las condiciones de vida de las juventudes.
Alanna Armitage, representante del UNFPA en México, advirtió que el hallazgo central es la “brecha intergeneracional” que enfrenta este grupo. “Las juventudes viven condiciones de desarrollo más limitadas que el promedio nacional”, expresó.
IDH-J juvenil se queda corto frente al índice nacional
Según el informe, el Índice de Desarrollo Humano de las Juventudes (IDH-J) se ubica en 0.71, por debajo del 0.78 del IDH general nacional estimado para 2024. Esta diferencia evidencia rezagos específicos que limitan el acceso equitativo al bienestar.
La situación se agrava en el sur del país. En Chiapas, el IDH-J desciende hasta 0.61, el nivel más bajo del país, lo que refleja condiciones “significativamente menos favorables” para las juventudes en esa entidad, en contraste con los estados del norte.
Jesús Pacheco Vera, coordinador del proyecto del PNUD, explicó que al índice tradicional de la ONU, que evalúa cuatro componentes básicos, se le incorporaron cinco indicadores adicionales para capturar con mayor precisión los desafíos juveniles: tasa de fecundidad, muertes por causas violentas, acceso a internet en el hogar, empleo formal e ingreso disponible ajustado por violencia.
Desigualdades regionales
El informe incorpora un enfoque territorial que expone profundas disparidades entre regiones. Por ejemplo, en términos de esperanza de vida, un joven de 29 años en Nuevo León puede esperar vivir 50 años más, mientras que en Chiapas esa expectativa baja a 46 años, es decir, una diferencia de cuatro años atribuible a condiciones socioeconómicas y estructurales.
Pacheco Vera enfatizó que si bien las juventudes presentan ventajas en algunos rubros, como escolaridad y longevidad frente a generaciones mayores, los indicadores complementarios permiten entender los rezagos estructurales con mayor profundidad.
“La violencia, la informalidad laboral y la falta de conectividad afectan directamente la calidad del desarrollo juvenil en México”, explicó.
El informe plantea la urgencia de diseñar políticas públicas diferenciadas por territorio, edad y contexto social, que atiendan las brechas detectadas y respondan a las necesidades específicas de los jóvenes mexicanos, especialmente aquellos en condiciones de mayor vulnerabilidad.