
Una vieja planta ubicada en Metapa de Domínguez, en Chiapas, está siendo transformada en lo que será la principal fábrica de moscas estériles del país. El objetivo es combatir una plaga silenciosa pero peligrosa: el gusano barrenador del ganado (GBG), un parásito que ataca a vacas, toros y otros animales de pastoreo, provocando lesiones graves e incluso la muerte si no se trata a tiempo.
El proyecto es parte de una colaboración entre México y Estados Unidos, con una inversión total de 51 millones de dólares. De ese monto, México aporta 30 millones y Estados Unidos 21, como parte de un esfuerzo conjunto para frenar la propagación del gusano desde el sur hacia el resto del territorio.
Una vez terminadas las obras —previstas para el primer semestre de 2026—, la planta tendrá capacidad para producir más de 100 millones de moscas estériles cada semana, las cuales se liberarán en el ambiente para detener la reproducción del parásito.
¿Y cómo funciona esto? Las moscas estériles no pueden generar descendencia, pero sí se aparean con las hembras fértiles del entorno. Al hacerlo, impiden que nazca una nueva generación del insecto, lo que con el tiempo reduce significativamente la población. Es una técnica conocida como control biológico por esterilización, que ha sido exitosa en otros países y en otros contextos.
Según la Secretaría de Agricultura, este método ya está en marcha desde una planta en Panamá, que también produce insectos estériles para México. La planta chiapaneca permitirá duplicar la producción y fortalecer el cerco sanitario contra el gusano barrenador, que desde 2024 ha sido contenido en la región sur gracias a reportes oportunos de los ganaderos.
Durante el arranque de la obra, el titular de Agricultura, Julio Berdegué Sacristán, hizo un llamado a los productores a reportar cualquier caso de infestación, asegurando que el personal especializado no sacrifica animales ni impone cuarentenas, sino que acude a brindar atención veterinaria gratuita.
La planta contará con un nivel de bioseguridad BSL-2, lo que garantiza que ningún insecto fértil escape sin pasar por el proceso de irradiación, donde se les anula la capacidad reproductiva. Todo se realiza bajo estrictos protocolos sanitarios.
La misma planta donde ahora se harán moscas para combatir el GBG albergó antes un proyecto similar contra la mosca del Mediterráneo, otra plaga agrícola. En paralelo, el Gobierno federal mantiene operativa la planta inaugurada en 2021 para proteger cultivos hortofrutícolas, con un valor de más de 19 mil millones de dólares en exportaciones y consumo interno.