
El primer Grito del 15 de septiembre de la presidenta Claudia Sheinbaum dejó una serie de momentos para recordar ya que es la primera mujer en su cargo tras 215 años desde que se logró la Independencia de México.
Por ello, en sus consignas estuvieron presentes aquellas mujeres que la historia oficial no ha tenido espacio para reconocer ampliamente, entre los nombres que resaltan y que se han difundido ampliamente están el de Gertrudis Bocanegra y el de María Manuela Molina “La Capitana”, aquí te contamos quiénes fueron estas heroínas de la patria.
Gertrudis Bocanegra
María Gertrudis Teodora Bocanegra, fue una insurgente en el movimiento de Independencia de origen mestizo, nacida el el 11 de abril de 1765, en Pátzcuaro, Michoacán, bajo la protección de su padre español dedicado al comercio, Pedro Xavier Bocanegra, y su madre, descendiente de un cacique indígena, María Feliciana Mendoza.
Aunque su familia no pertenecía a la clase oligárquica de Pátzcuaro, Gertrudis tuvo el privilegio de acceder a la educación que era permitida para las mujeres, sobre la gestión del hogar y el cuidado del matrimonio.
El negoció de su familia era solvente ya que se basaba en una hacienda azucarera, pero ella no podía acceder a los bienes que por herencia le correspondían sino hasta los 25 años, como lo dictaba la ley para todas la mujeres, que prohibían su participación en la vida pública y la limitaban a los deberes del ámbito privado.
Gertrudis vivió y enfrentó la diferencia de clases sociales que dominaba la época, ya que muy jóven se enamoró del soldado realista, Pedro Advíncula, de origen mulato. En un principio, su padre se opuso al matrimonio alegando “diferencias de sangre”, sin embargo, ella se mostró firme al rechazar la existencia de dichas diferencias en la sociedad de la Nueva España, la pareja se mantuvo solida y de su unión nacieron cuatro hijos, tres mujeres y un hombre.
La familia establecida por Gertrudis y Pedro fue simpatizante de la causa insurgente una vez que estalló la Guerra de Independencia: su casa se convirtió en un centro de conspiración y enlace, Pedro y su hijo José Manuel Nicolás se unieron a las filas insurgentes organizadas por Manuel Muñiz, mientras que Gertrudis sirvió como propagandizadora de la ideas libertarias y como transportadora de correo entre los unidos al movimiento en Pátzcuaro y Tacámbaro.
Durante la batalla de Puente de Calderón, el esposo e hijo de Gertrudis perdieron la vida, sin embargo, este hecho no doblegó su espíritu rebelde en contra de los españoles y continuó apoyando como espía, informante y promotora del movimiento.
En 1817, cerca de los 50 años de edad, Gertrudis Bocanegra desempeñaba la tarea de averiguar el estado de las fuerzas realistas en su ciudad natal y conspirar en su contra cuando fue delatada y detenida por las tropas realistas.
Fue sometida a interrogatorios para que entregará información sobre los insurgentes, sin embargo, demostró su adhesión a la causa revolucionaria y no doblegó su temple.
Fue presa, sujeta a proceso de sentencia y fusilada al pie de un fresno en la Plaza Mayor el 11 de octubre del mismo año.
María Manuela Molina “La Capitana”
Las imprecisiones históricas sobre su nombre, fecha de y lugar de nacimiento abundan debido a un incendio que hizo arder la iglesia de Veracruz y consumió todos sus papeles.
Se ubica su nacimiento alrededor de 1752, impreciso si fue nativa de Texcoco o de Taxco, pero se sabe que creció en Tehuilotepec, hoy estado de Guerrero.
Fue la única hija de Juan Molina y Matiana Maya, dedicados a la minería y al comerció de maíz y sal; debido a la posición social de su familia, no tuvo acceso a educación alguna, por lo que cuando, a la edad de 18 años, contrajo nupcias con José Bartolo Quiroz, ninguno de los dos firmó el acta matrimonial ya que no sabían leer ni escribir.
En 1810, cuando estalló la Guerra de Independencia, Manuela se unió a la causa insurgente con la esperanza de ver un cambio en la Nueva España para la gente como ella y su familia; su camino inició como mensajera, luego como guía y luego como combatiente.
Una vez encendida la llama de haber librado batallas, fue parte de “Las Barraganas”, mujeres combativas, armadas, dispuestas a entregar su vida por la causa que encontraron en las conquistas políticas de José María Morelos y Pavón.
Ahí, cuando en cada pueblo que cruzaban bajo la dirección de Morelos, se unián a su escuadra más mujeres con habilidades y razones para nutrir la lucha, fue reconocido su valor y su liderazgo, por lo que la Suprema Junta le otorgó el título de Capitana en Sultepec.
Y Manuela respondía honorablemente a su título desde antes de recibirlo: comandaba una compañía real de sesenta hombres y mujeres, indios, mestizos provenientes de Texto, Sultepec, Temascaltepec, armados pobremente de materiales pero dispuestos a luchar.
En un enfrentamiento por ganar a los realistas el puerto de Acapulco, Manuela y seis de sus barraganas fueron voluntarias para avanzar a las líneas internas de batalla para colocar barriles con mecha, una tarea que nadie se ofrecía a hacer porque era difícil salir con vida de ahí.
Pero cumplieron su misión, le dieron la oportunidad a los soldados de Morelos de avanzar y atacar al ejército enemigo. La heroica misión cumplió su objetivo, liberaron el Castillo de San Diego en Acapulco, pero la dejó inserta en una lanza que la colocó a una larga batalla contra las infecciones que la colocaron al borde la muerte.
Morelos reconoció su valor frente a su compañía, “con tres capitanas como ella, ya estaríamos en el palacio virreinal”.
La herida la dejó fuera de combate, pero continuó apoyando a la causa con los recursos y las habilidades que le quedaban. El virrey le ofreció el indulto en reconocimiento a su valentía, pero con la condición de renunciar a la causa, ella se negó, y siguió combatiendo desde su trinchera hasta que se logró la Independencia de la Nueva España.