
La frase “2 de octubre no se olvida” ha resonado en la conciencia colectiva de nuestro país durante más de cinco décadas, especialmente para quienes viven en la Ciudad de México. No se trata únicamente de una frase de protesta o de un slogan político, sino de un compromiso de mantener vigente el recuerdo de uno de los hechos más atroces que han ocurrido en la capital del país con el objetivo de no volver a permitirlo.
¿Qué estaba pasando en México en 1968?
A mediados de los años sesenta, México vivía bajo un régimen político dominado por el PRI, caracterizado por la estabilidad política y el crecimiento económico conocido como el “Milagro Mexicano”. Sin embargo, esa prosperidad no se reflejaba en la vida cotidiana de muchos sectores sociales. Persistían desigualdades profundas, falta de libertades democráticas y un creciente autoritarismo gubernamental.
En este escenario, las universidades públicas, que habían tenido un papel central en la formación de cuadros políticos y sociales, se convirtieron en espacios de crítica y organización.
El movimiento estudiantil de 1968 surgió a raíz de un conflicto entre alumnos de preparatorias en la Ciudad de México que fue reprimido de manera violenta por la policía. El uso desproporcionado de la fuerza encendió la inconformidad de los jóvenes universitarios y politécnicos, quienes empezaron a organizarse en marchas, brigadas y asambleas.
El Consejo Nacional de Huelga (CNH), integrado por estudiantes de diferentes instituciones, se consolidó como el órgano representativo del movimiento.
Sus demandas eran claras: libertad a presos políticos, destitución de jefes policiacos responsables de la represión, desaparición del Cuerpo de Granaderos, indemnización a familias de heridos y muertos, y la derogación del delito de disolución social, que se usaba para encarcelar a opositores.
Mientras tanto, el gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz veía en el movimiento una amenaza para la imagen de orden que buscaba proyectar al mundo con los Juegos Olímpicos de 1968, programados para octubre en la Ciudad de México. La presión internacional para garantizar seguridad en el evento, junto con el temor de que las protestas crecieran, derivó en un despliegue militar y policiaco sin precedentes.
El clima previo al 2 de octubre estuvo marcado por marchas multitudinarias como la del Silencio que ocurrió el 13 de septiembre y que reunió a más de 200 mil personas, y por enfrentamientos directos con el Ejército en Ciudad Universitaria y el Casco de Santo Tomás. Estos hechos alimentaron la tensión social y anunciaban la gravedad de lo que ocurriría en Tlatelolco.
¿Qué pasó el 2 de octubre?
El 2 de octubre de 1968, miles de estudiantes y ciudadanos se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, Ciudad de México, para llevar a cabo un mitin pacífico. Esa tarde, el Ejército y el Batallón Olimpia rodearon la zona.
De acuerdo con informes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), hacia las 18:10 horas comenzaron los disparos.
La represión, conocida actualmente como “La matanza de Tlatelolco” derivó en decenas, posiblemente cientos de muertos, además de heridos y detenidos. El número exacto de víctimas nunca fue reconocido por el Estado mexicano, lo que alimentó la exigencia de verdad y justicia.
El gobierno buscó minimizar los hechos para evitar un impacto en la imagen del país de cara a los Juegos Olímpicos, que comenzaron diez días después. Sin embargo, la matanza dejó marcada a una generación entera y evidenció el autoritarismo del régimen priista. Durante décadas, los documentos oficiales permanecieron clasificados, hasta que en los años 2000 comenzaron a abrirse archivos y a reconocerse formalmente los abusos cometidos.
Las investigaciones históricas y oficiales coinciden en que la cadena de mando partía directamente de la Presidencia de la República. El presidente Gustavo Díaz Ordaz, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, tenía el control sobre el Ejército y la Secretaría de Gobernación.
Sin embargo, se ha señalado que fue su secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, quien coordinó la operación represiva junto con mandos militares y el Batallón Olimpia, un grupo especial creado para vigilar las protestas en el contexto de los Juegos Olímpicos.
La FEMOSPP, en su informe de 2006, concluyó que la represión fue un crimen de Estado y que tanto Díaz Ordaz como Echeverría tuvieron responsabilidad directa en los hechos. No obstante, nunca se comprobó judicialmente quién dio la orden concreta de abrir fuego.
¿Por qué no se olvida el 2 de octubre?
El 2 de octubre se ha convertido en un símbolo de la lucha por la democracia y los derechos humanos en México. Cada año, miles de personas marchan en la Ciudad de México y otras ciudades del país para recordar a las víctimas y exigir justicia. La CNDH y la Secretaría de Gobernación han reconocido estos hechos como una grave violación a los derechos humanos y un crimen de Estado.