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El asesinato en el CCH Sur desencadenó una espiral de miedo que sigue extendiéndose

Abren Caja de Pandora en la UNAM: llueven amenazas de bomba, incels y violencia

Crisis en la UNAM
Crisis en la UNAM Violencia, Incels y amenazas de bomba

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), símbolo histórico de pensamiento crítico y movilidad social, atraviesa una de sus mayores crisis contemporáneas. A lo largo de las últimas semanas, la institución ha sido escenario de un asesinato, amenazas de bomba, discursos radicalizados en redes sociales y un miedo creciente que altera el pulso académico de la máxima casa de estudios

Detrás de los paros estudiantiles, los campus y las aulas vacías se esconde un fenómeno mucho más profundo que trasciende la coyuntura y que deriva en la convergencia entre la fragilidad de los protocolos de seguridad, la desatención a la salud mental y el crecimiento silencioso de comunidades extremistas en internet que hallaron eco dentro de las aulas.

¿Qué pasa en la UNAM?

El punto de quiebre fue el homicidio de Jesús Israel Hernández, un estudiante de 16 años asesinado con arma blanca por Lex Ashton, de 19, en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur. El agresor ingresó al plantel sin obstáculos, cargando cuchillos en su mochila. Atacó a un trabajador que intentó detenerlo y luego saltó desde un tercer piso para huir. Sin embargo, fue detenido y trasladado a un hospital.

El crimen fue la culminación de una serie de alertas ignoradas. Compañeros habían reportado el comportamiento violento de Ashton, su tendencia a portar armas y su participación en discusiones cargadas de misoginia.

El asesinato en el CCH Sur desencadenó una espiral de miedo que sigue extendiéndose. En cuestión de días, aparecieron amenazas de tiroteos, pintas que anunciaban ataques, publicaciones anónimas en redes sociales y advertencias de bombas en distintos planteles. 

Las reacciones institucionales fueron inmediatas, aunque insuficientes. La Facultad de Química, la Facultad de Economía, las preparatorias 5, 6 y 8, así como la Facultad de Derecho, suspendieron clases tras recibir alertas. En algunos casos, las instalaciones fueron desalojadas por llamadas telefónicas; en otros, por mensajes pegados en baños.

Este lunes 6 de octubre, en lo que debía ser el regreso a la normalidad, el caos volvió a apoderarse de la UNAM. La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales fue evacuada tras hallarse un mensaje que advertía sobre una bomba. Horas más tarde, la Preparatoria 6 activó el protocolo de emergencia por otra amenaza similar. Poco después, la FES Iztacala desalojó sus instalaciones ante la recepción de un mensaje anónimo.

Aunque ninguna amenaza se concretó, la amenazas volvieron a alterar la actividad académica. Clases canceladas, decenas de miles de estudiantes en la calle y un clima de inseguridad en la UNAM. Actualmente, ocho planteles permanecen tomados, seis están en paro sin toma, quince operan en línea y apenas diecinueve funcionan con relativa normalidad.

¿Incels en la UNAM?

La figura de Lex Ashton abrió una puerta oscura a un fenómeno que hasta ahora se mantenía en la periferia del debate público mexicano. Se trata del auge de los incels, jóvenes varones que se definen como “célibes involuntarios” y que canalizan su frustración en odio hacia las mujeres y la sociedad y que no es exclusivo de la UNAM en México.

Antes del ataque, Ashton había publicado en redes fotografías con armas, máscaras y frases que glorificaban la violencia. En foros incel escribió: “Nunca he recibido el amor de una mujer… no pienso irme solo”. Sus mensajes reflejan una ideología compartida por miles en espacios digitales donde la misoginia, el victimismo y el deseo de venganza se entrelazan en discursos peligrosos.

En esos grupos, los fracasos personales —desde el rechazo romántico hasta las dificultades laborales— se transforman en narrativas colectivas de odio. Algunos incitan a la violencia, otros celebran ataques pasados. Tras el crimen, varias de estas comunidades fueron eliminadas de redes sociales, incluido un grupo con más de 80.000 miembros.

El caso Ashton  evidenció la capacidad de estas ideologías digitales para influir en conductas violentas en el mundo real.

Postura de la UNAM ante la violencia 

El rector Leonardo Lomelí Vanegas insistió en que la institución “no está rebasada” y prometió revisar los protocolos, fortalecer la vigilancia y atender la salud mental del estudiantado.

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