
Una modesta escuela, bien clavada en el barrio de San Jerónimo Lídice, CDMX, ostenta hoy día el título que la avala como uno de los mejores colegios del mundo. Fundada en 1941, A Favor del Niño reúne una historia de largo aliento ejerciendo como una institución de asistencia privada y benéfica dedicada al acompañamiento de niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad o de desatención familiar con miras a moldear su educación y construir para ellos mejores oportunidades que, literalmente, quiebran ciclos transgeneracionales de flaqueza educativa y desigualdad sistémica.
Es esta labor, bien fundamentada en cuatro pilares esenciales, a saber, Educación, Nutrición, Salud y Desarrollo Humano, la que ha merecido a A Favor del Niño la presea del World’s Best School Prize en la categoría de Colaboración Comunitaria, ungiéndose como la primera escuela mexicana en llevarse tan prestigioso premio definido en equivalencia a un Nobel o a un Óscar en materia de educación.
El galardón coloca a A Favor del Niño a la altura de un selecto grupo de colegios, de todo el mundo, que se hallan a la vanguardia en temas como innovación, acción ambiental, promoción de vida saludable y en superación de la adversidad, escuelas e instituciones que, en palabras del fundador de los premios, Vikas Pota, contribuyen a la formación de líderes “capaces de enfrentar los mayores desafíos del siglo XXI”.
ENFOQUE INTEGRAL

Aunque AFN podría fácilmente destacar en cualquiera de los ámbitos que el reconocimiento considera, la institución benéfica se corona campeona indiscutible en el fomento de la educación colaborativa gracias al impacto comunitario que genera, y es que ha brindado cobijo, acompañamiento y educación de calidad a más de 15 mil infancias cuya historia familiar les dificultaría navegar con holgura en el mar de la movilidad social; ¿cómo lo logran?
A decir de Daniela Jiménez Moyao, directora general de A Favor del Niño, con quien Crónica tuvo ocasión de conversar, las niñas y niños que reciben atención, 339 hoy día, ingresan a la institución a partir del año 8 meses de edad y egresan a los 15 años, una vez terminada la etapa de “Liderazgo joven” (como llama AFN a la secundaria), situación que posibilita a los colaboradores y docentes acompañar el desarrollo de las infancias y de sus familias durante al menos 13 años a lo largo de los cuales se cultiva su crecimiento holístico. Al provenir el grueso de los alumnos de hogares donde el salario mensual oscila entre los 9 y 10 mil pesos, y generalmente monoparentales con una única fuente de ingresos, la escuela realiza un estudio socioeconómico del entorno de cada pequeño, mismo que permite a los docentes, directivos y trabajadores sociales del plantel conocer el contexto situacional del menor, qué tan amplia y firme es su red de apoyo y si existen necesidades puntuales o específicas que deban cuidarse.
En atención a tales contextos, tan variados y especiales como pueden ser, y en virtud del enfoque integral de AFN, la escuela despliega un horario extendido, de 7:30 a 17:00h, que deja tiempo a madres y padres para cumplir cabalmente con una jornada laboral normal, esto en adición a elementos clave del esquema tales como Nutrición y Salud, en los que se brinda a las infancias el 80% del requerimiento calórico diario -dividido en el desayuno, dos colaciones y una comida-, al tiempo que se les incorpora a un programa cuya meta es procurar el pleno desarrollo físico, psicológico y emocional de los niños, una acción que contempla, además, siete componentes: toma de peso y talla (cada tres meses), estudio oftalmológico, esquema de vacunación, valoración dental, podología, seguimiento nutricional y servicio médico permanente.
PARTICIPACIÓN ACTIVA

No obstante el cuidado personalizado, AFN del niño acentúa la importancia de involucrar a los padres en el desarrollo de sus hijos tanto dentro de las instalaciones como extramuros, de modo que el colegio incentiva la participación de madres y padres mediante estrategias como el programa “Padres en Acción”, una suerte de seminario colectivo que ocurre una vez al mes y en el que las mamás y papás aprenden sobre crianza positiva y temáticas generales relacionadas con los procesos pedagógicos, cognitivos y educacionales propios de la edad o etapa por la que transitan sus hijas e hijos, todo mientras se entabla un diálogo abierto y libre en el que reina la empatía y se comparten experiencias que bien pueden derivar en la resolución de ciertas problemáticas o dificultades relacionadas con el cuidado y guía de los pequeños, son círculos de escucha cuyo fin último es crear comunidad.
IMPACTO COMUNITARIO

Dentro de las aulas, donde resaltan las mochilas transparentes, rótulos que registran los progresos individuales y colectivos de cada día, y una vastedad de manualidades, todas bellas expresiones plásticas del ánimo artístico propio de la infancia, cada contenido abordado se orienta hacia la comunidad: “¿Cómo puedo aplicar los aprendizajes para resolver este problema en mi comunidad?”, rezan los materiales de los niños. En ello radica la unicidad de este lugar.
Autenticidad y paz es todo cuanto satura la atmósfera de este sitio. Consagrado a la transformación de los patrones más nocivos e injustos de la sociedad, el colegio se esfuerza por colocar la educación como eje a partir del cual todas las infancias bajo su cuidado accederán a mejores oportunidades y, en función de ello, contribuirán positivamente a la sociedad; el área de Seguimiento de AFN del niño da cuenta de esto último en tanto celebra que el 100 por ciento de los alumnos egresados han logrado ingresar a planteles de educación media superior que se ubican entre los mejores y de más alta demanda, incrementando sobremanera las probabilidades de alcanzar grados universitarios y de ampliar sus horizontes profesionales a estratos poco comunes y extraordinarios dadas las condiciones de inicio de todos ellos, allí donde la transición a una mejor calidad de vida tomaría quizá generaciones, y estaría siempre en peligro de caer en la replicación de ciclos de precariedad e inestabilidad, A Favor del Niño hace de faro y ejemplo de que quebrar con tales dinámicas es posible si confluyen la voluntad, el esmero y la vocación suficientes.
Ganar este reconocimiento, explica Dani Moyao, representa para la institución la oportunidad de ser vistos y de exponer su modelo educativo, integral y enraizado en la colaboración comunitaria, al común de la sociedad, a otras escuelas, y a los organismos gubernamentales que se interesen en él:

“Hemos visto cómo son niños que pueden tener mejores oportunidades, niños que son respetuosos, que crecen juntos y de una forma sana (…), pero ¿qué implica? Tenerlos 13 años, tenerlos diario 10 horas y atenderlos más allá de enseñarles Español o Matemáticas, sino ver qué pasa con su salud física, qué pasa con su salud mental y su alimentación. Sí se puede”.