
Claudia Sheinbaum hizo historia la noche de un domingo de verano del 2024, cuando devino la primera presidenta de México en más de dos siglos de vida independiente. No sólo eso, con 35.5 millones de sufragios en su haber, tornose la titular del Ejecutivo más votada también, algo que ni el PRI hegemónico del siglo pasado, aquel de Echeverría y López Portillo, obtuvo en el más fantasioso de sus sueños.
De Guadalupe Victoria hasta Andrés Manuel López Obrador, pasando por Santa Anna y Díaz Ordaz, el territorio al sur del Río Bravo y al norte del Suchiate, sin contar la tierra perdida ante el invasor anglosajón, había sido gobernado por una cofradía varonil, liberales, conservadores, centralistas, federalistas, panistas y priistas, todos hombres, pese a que las mujeres componen la mayor parte de la población.
En su primer año de mandato, la presidenta Sheinbaum no sólo goza de una alta aceptación: 73 por ciento de aprobación, según un ejercicio demoscópico de El Financiero, sino que también ha sabido imprimirle su sello personal, uno de carácter más científico y basado en los datos, al denominado segundo piso de la Cuarta Transformación.
El cariño del pueblo mexicano fue, precisamente, uno de los consejos que le pidió la entonces mandataria electa a su predecesor, López Obrador, tras surgir triunfante de los comicios del 2024: “Usted es un genio político”, le dijo la científica al licenciado, “espero poder tener el cariño del pueblo”.
Ante esa aseveración, el tabasqueño le respondió, a manera de espaldarazo, a manera de consejo: “Vas a ser muy querida, confía en el pueblo, no te alejes de él”.

Este episodio es narrado por la presidenta Sheinbaum en su nuevo libro, publicado por la editorial Planeta, Diario de una transición histórica, en el cual, la ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México da parte del relevo histórico entre los primeros gobiernos de izquierda en la nación del águila y la serpiente.
No fue el único consejo que López Obrador le otorgó, antes del cambio de estafeta en Palacio Nacional, también le recomendó no pelearse con Donald Trump ni Estados Unidos, para así navegar en aguas serenas en la relación bilateral con la nación más poderosa del mundo.
“Qué bueno que tengas carácter”, le expuso el tabasqueño a su sucesora, al hablar de las futuras eventualidades con el vecino del norte, uno gobernado por un hombre que lo mismo agrede a naciones aliadas, que a las subordinadas. Véanse Francia o Canadá.
Respecto a si invitar o no al rey de España a su toma de posesión, López Obrador le dio un consejo final a Sheinbaum: que no se comprara ni heredara sus pleitos.
Todos estos consejos se los dio el ex presidente a la presidenta electa durante la gira que ambos sostuvieron por todo el territorio nacional, después de las elecciones de junio del 2024. También la llevó a conocer la quinta “La Chingada”, recinto en Palenque donde el tabasqueño vive su actual retiro de la vida pública.

¿Qué otras confesiones hace Sheinbaum en su nuevo libro?
Además de los consejos que le obsequió López Obrador, en su nuevo libro Sheinbaum platica sobre sus relaciones personales, como aquella anécdota de que cada noche, después de una gira, hablaba por teléfono con su esposo Jesús María Tarriba más de media hora, para ambos platicarse su día.
“También aprovechaba para hablar con mis hijos y con mi familia. Escribía notas sobre lo vivido. Fueron momentos que me ayudaron a atesorar cada jornada”, narra la titular del Ejecutivo.
Otro punto abordado por la primera presidenta de México, es la sucesión en el Gobierno de la Ciudad de México, donde los principales contendientes al interior de Morena eran la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, y el titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Omar García Harfuch.
“Durante la consulta se dijo mucho que yo había apoyado a Omar García Harfuch, nunca apoyé personalmente a uno u otro. Omar se desempeñó como un excelente secretario de Seguridad”, relata Sheinbaum.
“Sufrió un atentado perpetrado por un grupo delictivo en el que casi perdió la vida y decidió seguir encabezando la Secretaría. Es un hombre inteligente, valiente y con un profundo sentido de la responsabilidad y amor por su patria”.
A lo largo del libro, la presidenta no sólo hace un reconocimiento a las personas de su confianza, como García Harfuch, sino también hace un emotivo agradecimiento a su predecesor, López Obrador.
Eso sí, marca una diferencia con él: mientras que el tabasqueño les llama “progres buena ondita” a aquellas personas que se mantienen tibias en el centro del espectro político, ella les dice “guasha guasha”.
“Yo, con todo respeto, les llamo ‘guasha guasha’. En la vida hay que comprometerse con las causas”, enfatiza la presidenta Sheinbaum.