Nacional

“No estamos aquí por ambición, sino por sobrevivencia…”

Las cifras de deportados apuntan también al alza de la migración interna. Según Segob, en 2018 eran deportados de la Unión Americana, en promedio, 558 mexicanos al día; en el primer semestre de 2022, el número es ya de 860.

Reportaje

Migrantes en Tijuana

Migrantes en Tijuana

Daniel Blancas

Como si quisiera encontrar ahí todas las respuestas a sus desventuras, Eduardo Fernández fija la mirada en la frase sobre el puente fronterizo El Chaparral, último pedazo de México antes de cruzar hacia Estados Unidos:

“Nacimos en América, somos americanos”…

Cinco palabras, entre dos banderas: mexicana y estadounidense.

“Hay una tonada así: ´los del norte dicen que soy latino/no me quieren decir americano´… Creo que es de los Tigres”, tararea mientras busca en su despostillado teléfono los mensajes por los cuales está aquí, frente a kilómetros de rejas oxidadas: el muro de la exclusión.

Primero muestra una foto apenas perceptible tras la pantalla fragmentada: “Este es mi hermano, tenía 21 años cuando se lo llevaron”.

-¿Quiénes?

-Los de la maña.

-¿Y saben dónde está?

-Sí, en Lázaro Cárdenas.

-¿Qué hace ahí?

-No nos ha querido decir bien y ni quisiéramos saberlo. A él lo engancharon por el vicio, ofreciéndole droga, se fue metiendo y ya no salió. Lo intentamos rehabilitar, pero recaía. Y un día desapareció. ´Se lo llevaron´, decían unos de la colonia y luego supimos que era verdad, cuando nos mandó mensajes.

-¿Qué decían los mensajes?

-Que no nos preocupáramos, que ya era su destino estar con los malosos, que ya le tocaba ser buchón. Durante varios meses no supimos nada de él, pero hace unas semanas nos escribió esto…

“Váyanse lejos, llévense a los sobrinos, porque están planeando barrer la zona para enfilar a más”.

Y aquí están, frente a esta membrana impenetrable: Eduardo, su esposa y sus tres hijos; tres hermanos más, sus parejas y sus hijos. Dieciocho en total.

“Nunca nos faltó qué llevarnos a la boca. A mi esposo le iba bien en la construcción, había encontrado trabajo para rato en una obra en Tancítaro (Michoacán) y yo también le luchaba vendiendo de todo. No estamos aquí por ambición, sino por sobrevivencia”, cuenta Araceli, la compañera de Eduardo.

-¿Y cuáles son sus sueños?

-¿Sueños? Ya no hay -responde él-. Sólo que Dios nos dé vida y salud…

Y se van, resignados a quedarse donde sienten miedo; se pierden por estas calles donde el aire también es denso y los ojos están forzados a multiplicarse para advertir el peligro. Se van en busca de abrigo temporal. Y nosotros los seguimos…

Lee también

Con AMLO, repunta migración interna 450 por ciento

Daniel Blancas Madrigal en Tijuana, BC
Migrantes en Tijuana

EL PUEBLITO. “La estrategia oficial fracasó porque el problema del desplazamiento interno se redujo a lo económico, se le atacó sólo con medidas económicas. Aquí llega gente que estaba bien de recursos, que tenía sus plantíos, e igual salió huyendo. Entre quienes están llegando ahora, no he encontrado a nadie que aluda pobreza, es porque los están matando”, señala el pastor y académico del Colegio de la Frontera Norte Gustavo Aceves Banda, quien coordina el proyecto Embajadores de Jesús.

No es un albergue, aunque sí da hospedaje a más de mil 200 migrantes. Es más un asentamiento humano, el cual se ha extendido sobre una cañada polvorienta, en una de las franjas más miserables de la ciudad, durante muchos años dedicada a la pepena. La etiquetan como zona federal, por eso las autoridades locales la mantienen en el olvido, sin servicios.

Aquí, las mujeres cantan mientras recolectan leña y cocinan sancocho, los niños corren tras un balón y dibujan piruetas en el aire, las abuelas tejen manteles y los hombres se suman al colado y pegado de tabique, imaginando, algún día, vivir en un lugar con escuela, comedor comunitario, iglesia y talleres. Algunos, con los años, decidieron hacer vida sobre las laderas y construyeron casas provisionales, las cuales han enderezado con el tiempo.

“Es como un pueblito. Los migrantes se sienten como en casa. Sí, es un cinturón marginado, pero se asemeja mucho a los barrios de donde vienen. No están encerrados, andan libres, siempre con actividades. Quiero brindarles un espacio de tranquilidad, sin la violencia de la que vienen huyendo”, dice el pastor.

El pastor Aceves Banda y el pueblito de migrantes, en un cinturón de miseria

Descripción de la imagen

Daniel Blancas

-¿El plan de convertir la frontera en zona libre, para frenar la migración, ha servido?

-No en realidad. La población de Tijuana tiene la ventaja que cruza a Estados Unidos para trabajar y el fin de semana regresa; con lo que se gana allá, alcanza para vivir bien. Pero los que llegan de otros estados, los perseguidos, ya no se sienten seguros ni tranquilos aquí.

-Hablaba AMLO de que las grandes obras serían cortinas de desarrollo…

-Es que la migración no es por causa económica, sino por la descomposición social. Y no podemos culpar sólo al gobierno, también la sociedad tiene responsabilidad: llega gente que cedió espacios al crimen, que accedió a sembrar sustancias, pero no previeron las pugnas posteriores entre grupos. No basta hoy crear fuentes de empleo, sino pacificar al país.

DEPORTADOS. Las cifras de deportados apuntan también al repunte de la migración interna. Según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, en 2018 eran deportados de la Unión Americana, en promedio, 558 mexicanos al día; en 2019, primer año completo de la administración lopezobradorista, subió a 579; en 2020, aun con la parálisis provocada por la pandemia de COVID, el número se mantuvo en los mismos rangos: 505 diarios; en 2021 -ya aplicado el Título 42 ordenado por Donald Trump, de retornar migrantes sin procesos de investigación, por razones sanitarias- creció hasta 892, y en el primer semestre de 2022 -hasta el 22 de junio- se ubicó en 860.

“La responsabilidad es compartida, de abajo hacia arriba. Empezando por los alcaldes y sus instituciones de seguridad, por los gobernadores y sus policías, hasta llegar al gobierno federal. Hay una total falta de atención a comunidades, complicidad en todos los órdenes de gobierno. A veces se implementan programas a favor de la seguridad, pero entre ellos mismos los bloquean o los obstaculizan, porque no son del mismo partido, o porque hay financiamiento de los grupos criminales”, asevera José María García, director del albergue Juventud 2000.

Otero Flores y su esposa Leticia tardaron seis meses en llegar a Tijuana. Vivían en Córdova, Veracruz, donde se dedicaban a la venta de pambazos, tortas y jugos, en un carrito rodante.

Otero y su esposa sueñan con comenzar una nueva vida en TJ, con un puesto de antojitos jarochos

Otero y su esposa sueñan con comenzar una nueva vida en TJ, con un puesto de antojitos jarochos

Daniel Blancas

“Vemos que te va bien -lo intimidaron unos tipos-: van a ser mil 500 pesos a la semana para que sigas trabajando, o nos llevamos a tu esposa”.

Recién había muerto su bebé de tres meses, por un mal cardiaco. La tristeza de la pérdida y la zozobra tras las amenazas los forzaron a partir.

“A principios de enero agarramos las mochilas y nos salimos. Un conocido me dijo que podía ayudarnos con un cuartito en Guadalajara, y que había una empresa que solicitaba personal para lavar baños, y a eso le entramos, pero el trabajo sólo duró dos meses”, cuenta Otero.

Lee también

Mexicanos, seis de cada 10 migrantes en albergues de Tijuana

Daniel Blancas Madrigal en Tijuana, Baja California / Segunda parte
Albergue en Tijuana

“Luego nos enteramos que había corte de arándano en el municipio de Ameca (Jalisco), y nos fuimos a probar suerte. Vivimos en la misma ranchería donde cortábamos, ganando 700 pesos a la semana, aunque nos descontaban lo de la comida. Se terminó la temporada, pero logramos juntar para el pasaje”.

Hoy son dos caminantes más en esta urbe escarpada donde, según datos del gobierno estadounidense, se agolpan más de 200 narcotúneles.

Dos peregrinos en este estanque donde se reflejan todos los males, miedos y esperanzas del mundo.

“Qué no daría por tener mi puestecito -se ilusiona Otero-, pero un amigo me dijo que ya está todo oxidado”.

-Y el puestecito, ¿para qué?

-Para vender, aquí seguro que sí pegan los antojitos jarochos. No tengo ni un peso, pero ya fui a aplicar a una fábrica de telas. Ojalá me acepten, para ahorrar poquito. No importa comenzar de cero, estamos a salvo…

MEXICANOS DEPORTADOS

2018: 203 mil 708

Mes: 16,975.66

Diarios: 558.1

2019: 211 mil 378

Mes: 17,614.83

Diarios: 579.11

2020: 184 mil 402

Mes: 15,366.83

Diario: 505.21

2021: 325,595 (ya incorporados 99,640 devueltos bajo el Título 42).

Mes: 27,132.91

Diario: 892

*Enero a 22 de junio: 148,082 (incorporados 10,799 bajo Título 42).

Mes: 24,680

Diario: 860.94

Fuente: Segob