
El azul marino fue el segundo color que más utilizaron los teotihuacanos para decorar sus edificios, el primero fue el rojo. Así lo demuestran los restos de pintura en el área de la Plaza de la Luna, en el Conjunto Quetzalpapálotl y en la Calzada de los Muertos de la zona arqueológica de Teotihuacán, dichos fragmentos fueron descubiertos por la restauradora Gloria Torres Rodríguez.
Este nuevo dato, señaló la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es parte de los resultados del Programa de conservación pintura mural in situ y en acervos, que desde el año 2010 hasta la fecha ha documentado 1,700 registros de pintura mural in situ, 12,000 registros de fragmentos pigmentados, 1,200 registros gráficos y 6 murales restaurados en laboratorio.
“En Teotihuacán predomina el color rojo y se sabe que la mayor parte de sus tonalidades proviene de la hematita, es decir, un mineral compuesto de óxidos de fierro. Este registro es a partir del año 250 d.C., a partir de esa fecha su uso se extendió por toda la ciudad y eliminó la anterior tonalidad: rojo-naranja”, precisó Torres Rodríguez.
Sin embargo, añadió, identificaron un nuevo color y comprobaron la existencia del uso de nuevo mineral: registraron la presencia del azul marino y del cinabrio en la zona.
“Después de las variantes que los teotihuacanos hicieron con el rojo, comprobamos que el azul fue el segundo color más utilizado por ellos. Este color tiene el problema de que se decolora, quedando finalmente reducido a blanco. Nos dimos cuento de esto, a partir del registro de fragmentos en el área de Tetitla”, precisó.
La restauradora comentó que, años atrás, durante los trabajos de conservación y excavación del Edifico 1 de la Plaza de la Luna, registraron una subestructura que mostraba taludes pintadas con azul marino intenso, casi negro, y en perfecto estado de conservación.
“El dato es que todo el talud estuvo pintado de ese color y su registro fue importante porque es algo que ahora ya no se ve en el sitio”.
¿En qué otros sitios hay o hubo presencia de azul marino?, se le cuestionó. La especialista respondió que en casi todas las áreas la antigua ciudad, pero destacó que ese azul se utilizó principalmente en los pisos y durante todas las etapas constructivas de la zona.
“Me doy cuenta que otros sitios del área de la Luna presentaban características de ese color en sus cornisas y en algunas parte de sus tableros. El Edificio 1 presentó azul en su parte sur, parte norte, en cuartos adosados y en los sillares de la escalinata. También estuvo en el Grupo 7 y 5”, indicó.
Otros espacios de Teotihuacán que estuvieron pintados con ese color fueron: el piso del barrio La Ventilla, el Grupo 5 de la Estructura 5C, los edificios 1, 6 y 7 de la Plaza de la Luna; la plataforma adosada de la Pirámide de la Luna, el Patio de los Jaguares del Conjunto Quetzapapálotl, la Plataforma 16 y 17 de la Calzada de los Muertos, la Plaza de los cuatro templos mejor conocida como Ciudadelita, habitaciones del Palacio del Sol y varias áreas en el barrio de Tetitla.
Por el momento, señaló Torres Rodríguez, trabajan con especialistas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (Encrym) del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para determinar qué material orgánico usaron los teotihuacanos para producir el azul marino.
“Existe una pregunta. Sabemos que estuvo presente una sustancia orgánica para generar el color azul pero el proceso de decoloración nos está hablando de un colorante y quizá no de un pigmento. Ese comportamiento de decoloración no sabemos si es por el uso de colorante o pigmento”, detalló.
“Queríamos saber porqué se compartieron las tonalidades de rojo en diferentes etapas constructivas. Denisse Argote de la Dirección de Estudios Arqueológicos y su equipo portátil de fluorescencia empezaron a estudiar en el Grupo 5 del Quetzapapálotl y la novedad es que localizamos cinabrio en algunas estructuras, específicamente la Subestructura de los Caracoles Emplumados”, precisó.
El cinabrio, dijo, se había reportado para algunos fragmentos de pintura mural en Teotihuacán, pero por años existió la duda de si realmente se aplicaba o no para obtener un rojo intenso.
“Julie Gazzola lo reportó hace diez años en la Calzada de los Muertos, específicamente en material de relleno y no en un mural por lo que se consideraba que no había sido utilizado (para decorar). Años antes en 1972, el arqueólogo Luis Torres reportó cinabrio en muestras asociadas a rojo pero al definir las tonalidades de rojo escribió que había cinabrio pero no lo demostró”, platicó la experta.
Confirmar la presencia de cinabrio es importante, agregó, porque se presenta en algunos elementos de decoración, “nosotros lo encontramos en el centro de las flores, en los caracoles strombus y es un material que está sobre piedra, es decir, el pigmento fue colocado directamente”.
Torres Rodríguez señaló que estos nuevos resultados suman esfuerzos de muchos investigadores ya que el Programa de conservación pintura mural in situ y en acervos busca crear un registro sistematizado y crear un equipo interdisciplinario.
“Queremos que esta información se deposite en una base de datos y que sea una herramienta de análisis para líneas de investigación. El proyecto nació ante la necesidad de conocer el universo de pintura mural en Teotihuacán porque hay mucha pintura in situ y mucho material almacenado en bodegas”, dijo.
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