
José Trinidad Larrieta Carrasco, titular de la Oficina Especial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), afirmó que la causa de la muerte del normalista de Ayotzinapa Julio César Mondragón, “fue por traumatismo craneoencefálico”, no por el disparo de un arma de fuego en la cabeza, como lo había dado a conocer el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
En conferencia de prensa, rechazó toda posibilidad de que el desprendimiento de piel del cráneo y cara de Mondragón Fontes –asesinado en los hechos de Iguala, en septiembre de 2014— se haya hecho de manera intencional por acción humana.
Su muerte fue causada por traumatismo craneoencefálico, recalcó el funcionario de la CNDH, y rechazó que la víctima hubiese sido desollada.
Al dar a conocer detalles del reporte sobre el avance de las investigaciones del caso Iguala, de manera particular sobre las causas de muerte del normalista Mondragón, sostuvo que tras la práctica de diversos peritajes médico-forenses y criminalísticos, la conclusión es que “el desprendimiento sufrido por la víctima fue a causa de fauna depredadora”.
La acción de la fauna –añadió—se produjo “durante las horas en que el cadáver de Julio César estuvo expuesto a la fauna depredadora, casi siete horas; es decir, entre las 00:45 y 02:45 horas de 27 de septiembre de 2014 en que se estima ocurrió su muerte, hasta las 9:00 horas en que se acudió al lugar”.
Sin embargo, señaló Larrieta Carrasco, “desde la perspectiva de derechos humanos, Julio César Mondragon Fontes fue víctima de tortura física, golpeado brutalmente con saña y crueldad por la acción conjunta y complicidad de miembros de la delincuencia organizada y servidores públicos del municipio de Iguala”.
Con lo anterior, los peritos descartaron que el 26 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero, el estudiante haya sido asesinado por arma de fuego y que después sus asesinos lo hayan desollado.
Indicó que los resultados de los peritajes indican que el joven fue atrozmente agredido y sometido por más de un victimario, debido a que los análisis determinaron que recibió múltiples traumatismos en cráneo, cara, tórax y abdomen antes de morir. Ello, debido a que a la víctima le fueron ocasionadas 64 fracturas en 40 huesos de cráneo, cara, tórax y columna vertebral. Trece de los 14 huesos de su cara fueron fracturados. Le causaron diversas contusiones profundas en tórax y abdomen.
La CNDH sustentó su dictamen en el hallazgo de pequeñas lesiones superficiales correspondientes al apoyo de patas de roedores al momento de incidir sobre el tejido blando del cuello.
Preció que en la cara se encontraron mordeduras en forma de “v”, características de roedores; además hallaron surcos, rayados y “arañazos” en el hueso frontal y en el borde inferior de la mandíbula, además de que el cuerpo del estudiante registraba manchas de sangre en forma de pisadas de perros.
Respecto al desprendimiento del ojo izquierdo, el funcionario de la CNDH indicó que con base en los estudios periciales éste se desprendió después de su muerte y también por la acción de fauna depredadora.
La CNDH, externó, es respetuosa del trabajo llevado a cabo por los peritos del EAAF y de la PGR y de sus opiniones, por lo que sus respectivos dictámenes serán agregados al expediente del “Caso Iguala” que integra la CNDH.
Asimismo, en el referido reporte se formulan nuevas Observaciones y Propuestas, cuatro a la PGR, tres a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y una a la Fiscalía General del Estado de Guerrero.
En una Observación y Propuesta, la CNDH solicitó a la PGR que investigue a 11 individuos señalados por dos integrantes de la organización criminal Guerreros Unidos como partícipes en la tortura y homicidio de Mondragón Fontes.
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