
Un payaso por tradición tiene la finalidad de hacer reír, según algunos de ellos al provocar diversión se sienten queridos y experimentan el placer de dar y recibir. La sociedad de hoy los conoce por su peculiar vestuario, que depende de su género para decidir usar harapos o solo usar maquillaje blanco, vestir con colores brillosos, peluca y zapatos gigantes, ropas clásicas o máscaras, la mayoría de ellos con la peculiaridad de usar nariz roja como sello distintivo.
La gente antes reconocía a estos personajes como seres divertidos que entretienen con diferentes tipos de habilidades como la música, el malabarismo, la acrobacia, la torsión de globos y el arte de caminar con zancos, arte mimo o el clown, por mencionar algunas, sin embargo con el paso del tiempo la imagen del payaso en la sociedad se ha transformado para tener también un símbolo de terror.
Antes de convertirse en personajes aterradores, la tradición del payaso tuvo un recorrido histórico de miles de años, incluso antes de ser llamados payasos. Hace más de cuatro mil años, en la China Imperial, existió un bufón que se hacía llamar Yuste, que salvó a miles de personas durante la construcción de la Muralla China sirviente en la corte del emperador Chiu Shih huang-ti, quien hizo construir la muralla china.
Durante la construcción de esta cientos de personas sacrificaron su vida, a pesar de esto el emperador se obsesionó con hacer pintar la muralla, mientras que el pueblo temía por los obreros, pero un día durante un espectáculo, el bufón, logra de forma sutil y cómica persuadir al emperador de no pintar la muralla y así salvó cientos de vidas.
En el libro Clowns et farceurs, se habla de que la historia del clown es todavía más antigua, gracias al descubrimiento de diálogos escritos en tumbas egipcias dedicados al arte de los bufones y los sátiros. Escritos como estos se han encontrado en el Tíbet, en China, en Japón en África, y en América precolombina.
Por muchos años en Grecia existieron los bufones y los farsantes que durante el entreacto de una tragedia o una comedia, retomaban la obra a su manera. En Roma, el bufón “Cicirro”, actuaba un personaje inspirado de un gallo y “Filemón” otro bufón, los dos muy apreciados por el pueblo fueron ejecutados por declararse cristianos.
En el siglo XV, los actores cómicos están en todos lados, “le fête de fous”, las fiestas populares tienen un gran éxito, los bufones están en la calle y en la corte real; en Francia todos los reyes tienen uno o varios bufones, las familias ricas y poderosas también. Al final del renacimiento y con el dominio del clasicismo los bufones entran oficialmente a hacer parte de los actores de teatro e incluso algunas compañías como la de Moliere las incluyeron en sus obras de forma natural.
Joseph Grimaldi, actor de la comedia del arte y pantomima, hará descubrir este arte en Inglaterra, país desde donde llega a París en el siglo XVIII el espectáculo ecuestre de Philip Ashley, a quien se le atribuye en todos los libros, el origen del circo. En el circo es donde aparecerá por la primera vez la palabra clown, para nombrar un actor que hace reír al público.
En 1770 se funda el primer circo moderno, una pista circular de arena, al aire libre y más tarde en madera. Hacia 1870 la maquinaria del circo toma cada vez más fuerza, y el rol del palafrenero, el cual tenía como propósito que el público tuviera un descanso y estuviera entretenido mientras llegaba el siguiente número, se transmite de generación en generación como el rol del clown.
Al final del siglo XIX, el clown adquiere el poder de la palabra, hasta entonces reservado para el director de la pista, lo que le permitirá tener un compañero e interlocutor, dando origen al famoso dúo cómico: El clown y el augusto.
La idea consiste en provocar la tensión, la admiración y el miedo con los números espectaculares que desafían la gravedad y el peligro, y por la risa la distensión y respiración, que a fuerza de repetirse crean en el espectador una cadena de emociones espectaculares, sin necesidad de recurrir a una forma narrativa o a una representación de una historia, el circo será ese espacio ideal para el tobogán de emociones y la exhibición de cosas exóticas.
La naturaleza de estos dos personajes va a perdurar hasta la actualidad, su carácter de intrusos y de provocadores de la risa serán cada vez más elaboradas para placer y divertimento del público. Sin embargo, con el tiempo la cultura popular se ha encargado de convertir a los payasos en personajes que provocan terror.
La mayoría de los estudiosos del tema coinciden que a raíz de que en 1990 se adaptó a la televisión la novela It, de Stephen King, hubo una oleada de filmes y obras en torno a payasos aterradores o diabólicos que poco a poco se quedaron en la sociedad a tal grado que una comunidad de payasos profesionales en el 2014, realizó una protesta en Hollywood debido a que consideraban que contribuía a dar una imagen negativa de su profesión.
Sin embargo, el miedo a los payasos ha existido desde el origen de los mismos. Si nos fijamos en el maquillaje de los primeros payasos veremos que su aspecto es ligeramente malvado, para dar cuenta de su espíritu travieso. Los humanos tememos lo desconocido, así que cuando un actor enmascara su verdadera identidad, especialmente con un maquillaje y un aspecto antinatural, nos supone una amenaza a nivel subconsciente.
Según investigaciones llevadas a cabo de 1970 a 1987, se determinó que el miedo a los payasos surge en consecuencia del efecto que causa el maquillaje histriónico, su extraña cabellera y sus contradictorios gestos como llorar mientras tiene pintada una sonrisa, los cuales no se corresponden con las verdaderas respuestas emocionales.
Ese estudio lo retomó la Universidad de Sheffield para analizar el impacto de los payasos en los niños de la actualidad y llegaron a la conclusión de que el temor de los payasos es transmitido por sus padres, “a medida que los adultos hacemos suposiciones sobre lo que funciona para los niños, los predeterminamos para evitar que se expongan a lo que a nosotros nos atemoriza”, dijo el investigador Dr. Penny Curtis.
Por otro lado, según un profesor de psicología de la California State University, Northridge, a los niños “les impresiona mucho ver un cuerpo común con una cara muy poco familiar (…) Los afectados a menudo adquieren este miedo después de haber tenido alguna mala experiencia con alguno de ellos o de haber visto un retrato siniestro en medios audiovisuales”.
Cabe destacar que los estudios coinciden que el temor a los payasos aumentó considerablemente debido a las obras y sucesos trágicos de la vida real relacionados con ellos. Por ejemplo, hubo una oleada de coulrofobia (miedo a los payasos), en 1849, cuando Edgar Allan Poe escribió el relato breve Hop-Frog y posteriormente hubo otro momento de miedo a los payasos con el arresto de John Wayne Gacy en 1978 tampoco les hizo ningún favor, conocido también como “El payaso asesino”, este hombre de Ohio violó y mató a 33 hombres jóvenes.
El temor a los payasos también fue llevado al cine y dentro de los primeros casos destacados se encuentra al payaso poseído de Poltergeist (1982), como generador de miedo aunque se considera que la novela Eso (It) de Stephen King, llevada posteriormente a la gran chica con la película del mismo nombre, en 1990, contribuyó a popularizar la figura del payaso malvado.
El filme se convirtió en el rey de las cintas sobre payasos asesinos o diabólicos que desencadenó una serie de películas sobre payasos diabólicos o malvados en las últimas décadas, que incluso provocó en el 2014 una manifestación de payasos en Hollywood porque afirman que sus películas contribuyen a lanzar una imagen negativa de su profesión
La industria del cine es capaz de “transformar una situación pura en una auténtica pesadilla. Queremos dejar claro que nosotros no apoyamos ninguna forma de sensacionalismo que ayude a fomentar la fobia contra los payasos”, según dijo Glenn Kohlberger, presidente de la asociación Clowns of America, a raíz del surgimiento del terrorífico personaje Twisty the Clown, interpretado por el actor John Carroll Lynch, en American Horror Story: Freak show.
En conclusión, el miedo a los payasos se ha convertido en una de las fobias más comunes de los últimos tiempos debido a la oleada de filmes que convierten a estos personajes en seres aterradores, y algunas generaciones transmiten esos miedos a sus hijos, aquellas generaciones que saben el significado de frases como “todos flotan”.
Copyright © 2016 La Crónica de Hoy .