Mundo

“Es tu turno, doctor”: Diez años después del graffiti que llevó a la peor guerra del siglo XXI

Al calor de la Primavera Árabe, el 15 de marzo de 2011 un niño escribió sobre la pared de su colegio una advertencia que todos los sirios entendieron que iba dirigida al dictador Bachar al Asad. Diez años después, la venganza por esas palabras de libertad degeneró en la peor guerra civil del siglo XXI y el resurgimiento de una potencia regional: Rusia.

Retrato de un joven en Gaza
Retrato de un joven en Gaza Retrato de un joven en Gaza (La Crónica de Hoy)

La pesadilla en Siria comenzó con un graffiti críptico y aparentemente inofensivo: “Es tu turno, doctor”. Fuera de contexto, ese mensaje críptico, escrito en la pared de la escuela por Muawiya Syasneh el 15 de marzo de 2011. Tenía apenas 14 años, pero esas cuatro palabras desencadenaron la peor guerra civil declarada en este siglo, con más de 400 mil muertos, más de cuatro millones de desplazados, un país destruido y un odio acumulado -por un lado entre los kurdos y la mayoría sunita, y por otro entre la minoría chiíta en el poder- que podría tardar décadas en curarse.

El contexto de esta terrible tragedia es el siguiente:

Hace justo diez años, el mundo asistía esperanzado al desenlace de la llamada Primavera Árabe, comenzada el 17 de diciembre de 2010, y también por obra de otro adolescente árabe, pero no sirio, sino tunecino: Mohamed Buazizi. Ese día, que cambió el curso de la historia, comenzó por algo dramático y rutinario en medio mundo: la desigualdad social, la impunidad y la brutalidad de los poderosos contra los sometidos. Ese día, el joven de una aldea tunecina se negó a pagar la mordida que le exigían los policías para que le permitieran vender fruta en un puesto callejero. Como no vendió lo suficiente, los agentes le incautaron el puesto, que era el único medio para dar de comer a su familia. Desesperado, el joven se quemó a lo bonzo y agonizó durante varios días. Pero su muerte no fue en vano. El pueblo dijo “basta ya” y logró lo impensable: derrocar al dictador Zine Ben Ali y desenfundar un arma hasta entonces desconocida en el mundo musulmán: las redes sociales.

El efecto dominó.

De repente, los árabes entendieron que juntos, en diferentes ciudades y países, pueden organizarse y perder el miedo a sus opresores. Así nació la Primavera Árabe, que derribó en dos años (del 2010 al 2012) al tunecino Ben Alí, al coronel Muamar Gadafi en Libia y al “rais” egipcio, Hosni Mubarak. Fue entonces cuando todas las miradas se dirigieron al presidente sirio, Bachar al Asad, como la siguiente ficha en caer. Su aspecto de mosquita muerta -en las antípodas de Gadafi, el loco sanguinario libio- parecía que iba a precipitar su caída. Bachar no tenía ambiciones políticas, él quería ser oftalmólogo y por eso hizo un doctorado en Londres. Pero su hermano mayor, el heredero, murió en accidente, y el “doctor” fue obligado a tomar un curso intensivo de dictador, a la espera de la muerte de su padre, Hafez al Asad.

“Es tu turno, doctor”, escribió tal día como hoy hace diez años Muawiya Syanesh, de 14 años, en la pared de su escuela en Deraa (sur de Siria) y bastión de la reprimida mayoría sunita. Y la respuesta del presidente sirio fue brutal. Ese mismo día ordenó una redada para dar con los autores del graffiti y torturarlos, como así ocurrió, y esa fue la chispa que desató disturbios durante la noche y el comienzo de una guerra de liberación, que una década después sigue sin concluir y ha dejado más de 400 mil muertos en el camino, una de las peores crisis de refugiados de la era moderna -más de cuatro millones de refugiados-, el surgimiento del terrorismo sunita más brutal -Estado Islámico- y crímenes de guerra cometidos por el régimen de Bachar al Asad contra la población.

“Lo escribí sobre un muro de la escuela. Me ayudaron otros dos amigos. Teníamos mucho miedo pero jamás pensamos que aquel gesto de valentía pudiera causar todo lo que vino después”, declaró años después el joven Syanech. “Me insultaron y torturaron en varias ocasiones. Llegaron a electrocutarme. Querían saber quién nos había metido en la cabeza lo que habíamos escrito”, rememoró Muawiya, quien relata que fue liberado, junto a otros catorce adolescentes, torturados en la cárcel, cuando sus familiares y conocidos paralizaron Deraa.

Pero una cosa es liberar a unos niños por un crimen absurdo y otra entregar el país a sus súbditos. Ese fue el primer gran error de la oposición siria: subestimar a Bachar al Asad. A fin de cuentas, lleva en el ADN el gen criminal de su padre, Hafez el Asad, quien no dudó en ordenar el asesinato de 30 mil opositores que se atrevieron a protestar contra las miserables condiciones de vidas de la mayoría sunita siria.

El joven presidente sirio -adulado durante años por Occidente, que confundió modernidad árabe con su educación en una universidad británica y la imagen “chic” de su esposa- no dudó en lanzar ataques químicos contra civiles en feudos opositores, con cientos de niños muertos, como constató la ONU en Guta, ocurrido en 2013.

El efecto Putin.

Pese a ser catalogado como crimen de guerra y de lesa humanidad, Bachar al Asad logró salvarse gracias al apoyo de un aliado tradicional -Rusia-, cuya mayor base naval en el Mediterráneo está en Siria, y el de un aliado inesperado -Estados Unidos-.cuyo presidente Barack Obama, probablemente influenciado por su premio Nobel de la Paz, decidió no intervenir, ni siquiera cuando, temiendo que iba a perder la guerra, el presidente sirio llamó a Vladimir Putin pidiendo ayuda. El 30 de septiembre de 2015, la aviación rusa bombardeó feudos de la oposición siria, sin importar si eran objetivos militares o civiles, y el rumbo de la guerra cambió dramáticamente a favor del régimen sirio y de su aliado Putin, quien, de paso, anunciò al mundo que Rusia, resucitaba como potencia militar de influencia global.

Diez años después del graffiti, la decisión de Obama de sacrificar al pueblo sirio en el altar del Kremlin, ayudó de forma irreversible a que la Primavera Árabe muriera en Siria y resucitara a Rusia como potencia militar mundial.

Copyright © 2021 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México