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“¿Abuelita, vas a tener un bebé?”; le extirpan tumor de 5 kg

Doña Araceli siempre fue muy delgada, pero en enero pasado comenzó a sentir inflamado su estómago, hasta llegar a un punto en que los dolores no la dejaban vivir.

La importancia de la salud mental en la vejez
La importancia de la salud mental en la vejez La importancia de la salud mental en la vejez (La Crónica de Hoy)

Doña Araceli Villegas Castruita tiene 61 años y su rostro está ajado por el paso de los años, se dejan ver sus arrugas, cada una quizás es un recuerdo de momentos de felicidad, y advierte que todavía tiene muchos motivos para seguir viviendo: cuidar y ver crecer a sus dos nietos que vienen en camino.

Sus hijas están en su segundo embarazo (una está a días y la mayor dará a luz en mayo próximo), mientras doña Araceli se recupera de una delicada intervención: le extrajeron un tumor gigante que pesaba cinco kilogramos.

Llega a la entrevista, ve a uno de los médicos que estuvieron al tanto de su caso, estrecha la mano y bromea: “vengo por mi hijo abandonado, al que dejé aquí”, dice refiriéndose al tumor que fue de mayor peso al promedio de un bebé.

Casi enseguida, su sonrisa se desdibuja cuando ve las fotografías sobre la mesa de la pequeña sala de juntas del Hospital General de Zona 53, en Los Reyes La Paz, perteneciente a la Delegación Regional del Estado de México Oriente, del IMSS.

Comparte su testimonio con Crónica y señala con asombro: “Jamás me imaginé que todo eso estuviera dentro de mí. Veo las fotos y no, no lo puedo creer…”, hace una pausa y añade: “Es que en verdad, no puedo dejar de verlas, es la primera vez que tengo tan cerca las fotografías, y no puedo creer que todo eso estuviera dentro de mí…”

Doña Araceli confiesa que siempre había sido muy delgada, pero en enero pasado comenzó a sentir inflamado su estómago, hasta llegar a un punto en que los dolores no la dejaban en paz.

Comenzó por creer que padecía de colitis, porque todo mundo le decía que el estómago se inflamaba; sin embargo, se hizo un ultrasonido porque tenía dolor de espalda, de riñones, dificultad para orinar, en las costillas sentía un dolor intenso, comía mal y poco, y en el vientre tenía intensos dolores.

La técnico que atendió a doña Araceli de inmediato la mandó a urgencias, “porque tenía algo muy grave”. Así fue como, el 6 de febrero pasado, llegó al servicio de urgencias del hospital de la delegación regional del Estado de México Oriente y comenzaron los estudios. Regresó a casa y cinco días después, el día 11, regresó al hospital por el diagnóstico: tumor gigante de ovario benigno.

El doctor Carlos Guzmán Peralta, jefe del Servicio de Ginecoobstetricia del hospital, destaca que el de doña Araceli es el segundo caso de éxito de extracción de un tumor gigante en lo que va este año. El primero —añade— fue el de una mujer con un tumor de cuatro kilos que evoluciona favorablemente.

Con orgullo, el galeno destaca que la capacitación de los equipos de trabajo permitió atender los casos sin tener que canalizarlos, o hacerlos esperar, en lo que llegaba el grupo de expertos. Ambas intervenciones han dejado de manifiesto el profesionalismo del equipo médico que labora en ese hospital. “Creo que en algunos causó impacto, pero se antepuso el deber, el bienestar de las pacientes y con un poco de ayuda de allá… arriba, todo salió bien”.

Corriendo, un poco después de la hora pactada para la entrevista, llegó el equipo que intervino en la operación de doña Araceli: la médico cirujano, Sandra Elena Betancourt; la ginecóloga, Karla Adriana Morales; el anestesiólogo, Sergio de León García, y la enfermera especialista quirúrgica, Liliana Salazar Vergara.

Hay saludos, abrazos y manos estrechándose, como se hace con quien se conoce de años, el gusto por verse es enorme y todos miran ese testimonio gráfico del “hijo abandonado” de doña Araceli, quien, con su sonrisa franca, revela: “tenía tanta panza que hasta mi nieto comparaba el vientre de su mamá con el mío y decía, ‘abuelita, tú también vas a tener un bebé’”.

En el quirófano, en menos de una hora, doña Araceli fue liberada de sus pesares. “Entré plenamente consciente de lo que estaba sucediendo, me pusieron la raquea, pero como me tuvieron que abrir más arriba del ombligo, comencé a sentir dolor. Lo último que alcancé a escuchar fue: ‘es que está enorme’… y no recuerdo más”.

Fue intervenida el pasado viernes 22 de febrero y días después acudió a que le quitaran los puntos. La revisión comprobó que doña Araceli se recupera satisfactoriamente.

El doctor Carlos Guzmán Peralta advierte que este tipo de tumores, aunque son benignos en la mayoría de los casos, no se detectan porque son asintomáticos, hasta que comienzan a ganar peso, pero las pacientes creen que es algo normal, estar obesas por edad o porque su constitución ya venía siendo así, lo cierto es que en el caso de doña Araceli el intestino estaba desplazado completamente hacia arriba y la paciente, en un momento determinado, se había acostumbrado a esto.

El especialista advierte que si el tumor hubiera registrado una torcedura, es decir, la bolsa se hubiera volteado y roto, ésta se habría vaciado en 30 minutos. Doña Araceli pudo sufrir algún empujón en el transporte público, en el Metro, una caída en el baño y su historia habría sido otra. “Corrió con suerte de que no le hubiera pasado algo grave”.

Doña Araceli confiesa que a sus 61 años ha aprendido a disfrutar de la vida más que nunca. Su día a día comienza a las seis de la mañana, se baña, se arregla, se pone guapa, y atiende a su hija y su nieto, para después hacer labores del hogar.

Da fe de su agradecimiento a la doctora Betancourt y su equipo de colaboradores, quienes con gran profesionalismo le salvaron la vida. “Mis respetos a su trabajo y a su equipo que la verdad hicieron un verdadero milagro conmigo”.

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