
La semana pasada ocurrió un hecho muy importante para la promoción de la salud que tendrá implicaciones importantes en el mundo y en nuestro país. En la 78a asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se aprobó la resolución que reconoce a la enfermedad renal crónica (ERC) como una de las enfermedades crónicas no transmisibles que deben atenderse y prevenirse para reducir la carga de enfermedad. La solicitud que fue propuesta por diversos países, incluyendo el nuestro, tendrá efectos importantes, ya que la resolución promoverá y obligará a los países miembros de la OMS a adoptar medidas propuestas e invertir en la atención de este problema.
Alrededor de 674 millones de personas en el mundo viven con enfermedad renal crónica, lo que significa el 9 % de la población mundial y es una de las epidemias que sigue creciendo en forma acelerada. Se calcula que a nivel global para el año 2050 será la quinta causa de muerte en el mundo, aunque ya en este momento lo es en algunos países.
Se reconoce que existe inequidad en el mundo en términos de acceso al diagnóstico y tratamiento de la ERC y que la inequidad es mayor mientras menos recursos tiene cada país. La ERC es particularmente frecuente en individuos que viven con diabetes y/o con hipertensión arterial, por lo que se asocia con, y agrava aún más, la carga de estas otras enfermedades crónicas no transmisibles.
Otro de los asuntos que reconoce la resolución es que para mejorar la salud renal en el mundo, lo ideal es prevenir la aparición y progresión de la enfermedad y, por otro lado, para los pacientes que ya perdieron la función renal, que la mejor terapia actual es el trasplante renal, por lo que la investigación y promoción de este último debe incrementarse.
Por lo tanto, la OMS hace un llamado a los estados miembros a invertir tanto financieramente como en organización gubernamental, social y empresarial para tomar las medidas óptimas que permitan prevenir la ERC, retardar su progresión y promover la equidad en el acceso al tratamiento. La semana pasada fue, por lo tanto, de júbilo para las organizaciones y sociedades nacionales e internacionales preocupadas por la salud renal de la población.
El segundo suceso no es buena noticia, sino al contrario. En un acto inentendible en el que el gobierno de la casa blanca promovió un recurso que prohíbe a la Universidad de Harvard matricular estudiantes internacionales. El mandato es inmediato, por lo que los estudiantes que están en dicha universidad tendrían que dejarla de inmediato. Es un acto de aparente venganza porque Harvard se defendió cuando semanas atrás Trump quiso intervenir en su autonomía, para imponer su ideología y en la que claramente le tiene sin cuidado el futuro y destino de la Universidad y de los miles de estudiantes extranjeros que son parte de esta. Por el momento, afortunadamente una jueza atendió la demanda de Harvard y ordenó una restricción temporal a la orden emitida por la casa blanca en tanto se atienden los argumentos al respecto.
La Universidad de Harvard es una de las instituciones educativas y de investigación más poderosas, prestigiadas e influyentes en el mundo. El ataque a esta institución debe tomarse como una afrenta a las universidades en general de ese país. Enemistar a la casa blanca con las universidades de donde han emanado los personajes más ricos e influyentes del mundo no me parece buena idea. Estamos viviendo tiempos muy difíciles que tendrán consecuencias importantes a largo plazo.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM