Opinión

México, la impunidad tiene permiso

Carlos Manzo
Carlos Manzo El alcalde de Uruapan fue asesinado ante decenas de personas

La percepción de inseguridad no solo se mantiene, por momentos crece a pesar del buen trabajo que viene realizando el Gabinete de Seguridad del gobierno federal. ¿A qué se debe? La respuesta es que la impunidad, sobre todo en casos de alto impacto mediático, sigue imponiendo condiciones. La gente, naturalmente, se asusta y no encuentra el consuelo de la justicia. Los malandros se salen con la suya.

Las autoridades hablan de una investigación contundente, de llegar hasta donde tope y cosas así y cuando el episodio pasa a páginas interiores simplemente cambian de tema. Cito algunos ejemplos de casos que acapararon las primeras planas y después cayeron en el hoyo negro de la impunidad. Hay muchos más. Algunos hablan de incompetencia, lo que es cierto a medias, pero la verdad es que ha faltado voluntad política. Nadie quiere asumir los costos de la verdad.

El caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa sigue en el aíre. Los años pasan, un gobierno sucede a otro pero los cuerpos de los normalistas simplemente no aparecen y los que dieron la orden de ejecutarlos siguen tan campantes en sus guaridas. El asesinato de Nemesio Cué, ocurrido el mismo día y en el mismo lugar en el que los Chapitos traicionaron al Mayo Zambada, no ha sido aclarado. El gobierno de Sinaloa intentó un montaje, lo hizo de forma tan torpe que nadie les creyó, pero de los autores materiales e intelectuales del homicidio de Cué nada de nada.

Recuerdo el caso de la joven Debanhi Escobar en Nuevo León. Una foto suya de noche y en mitad de una carretera se hizo viral. Después de una noche plagada de malas decisiones Debanhi desapareció. Días después su cuerpo fue encontrado en la cisterna de un motel cercano que ya había sido revisada dos veces antes. Ni la burla perdonan. La justicia de Nuevo León simplemente no pudo con el paquete y el caso, que indignó al país, sigue impune.

Hay casos de terror más cercanos cuya solución está atorada. La doble ejecución en calzada de Tlalpan. Ximena Guzmán y José Muñoz, ambos parte del equipo más cercano de colaboradores de la jefa de Gobierno de la ciudad, Clara Brugada, no ha sido aclarado. Los mataron a la vista de todos, en una de las calles más transitadas de la ciudad. Los hechos ocurrieron hace seis meses. Ni el autor material ni los intelectuales han sido detenidos y desde luego se desconoce el propósito del macabro mensaje.

Y qué decir de las recientes ejecuciones en Michoacán, la del empresario y dirigente limonero Bernardo Bravo y la del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Ambos alzaron la voz para denunciar extorsiones, los dos pidieron ayuda, los dos están muertos.

El Gabinete de Seguridad viene haciendo un buen trabajo. La reducción de homicidios dolosos merece reconocimiento que de ninguna manera regateo, pero mientras la impunidad sea la regla en los casos de alto impacto mediático como los que referí arriba, la sensación de que vivimos en un país muy peligroso nos angustiará a todos.

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