Opinión

Llega Ernestina a la Fiscalía

Ernestina Godoy (Presidencia)

El Senado de la República dio un paso histórico, con 97 votos a favor de un total de 127 emitidos, la licenciada Ernestina Godoy Ramos recibió el respaldo más amplio que recuerde cualquier designación reciente para la Fiscalía General de la República. Más de tres cuartas partes de los senadores, de distintas bancadas, coincidieron en una misma dirección. No fue una ratificación dividida ni un apoyo tibio: fue una mayoría clara, rotunda y transversal que refleja la confianza en una trayectoria probada y en una visión que el país necesita con urgencia.

Y esa confianza tiene razones de peso. En su comparecencia, Ernestina Godoy habló con solidez y claridad. No llegó a prometer resultados mágicos, sino a ofrecer algo más valioso: un proyecto serio, profesional y profundamente humano para transformar la Fiscalía en un pilar del Estado de Derecho al servicio de las víctimas y de la sociedad entera.

Sus palabras fueron un mapa de ruta que inspira confianza: Una Fiscalía moderna que entienda que el crimen organizado opera hoy con estructuras globales, tecnología avanzada y redes financieras sofisticadas, y que, por tanto, solo podrá enfrentarlo con inteligencia estratégica, coordinación real entre instituciones y evidencia científica de primer nivel. Una institución que ponga en el centro a las víctimas, que las acompañe con dignidad y que trabaje día a día para reparar el daño y devolverles la confianza en la justicia.

Un compromiso innegociable con los derechos humanos: cero tolerancia a la tortura, supervisión estricta, sanción ejemplar a cualquier servidor público que viole la ley, y la garantía absoluta de que nunca se fabricarán culpables ni habrá persecuciones con tintes políticos. La construcción de un Ministerio Público orgulloso de sí mismo: con personal capacitado, certificado, bien remunerado y dotado de las herramientas técnicas y jurídicas que requiere el siglo XXI. Godoy no pidió un voto de cortesía, ofreció un mandato de transformación, y el Senado aceptó con mayoría.

Quienes la conocen de cerca –víctimas que encontraron acompañamiento real en la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, colectivos feministas que vieron resultados concretos en casos de violencia de género, investigadores que trabajaron codo a codo con sus equipos– saben que no se trata de promesas: es la continuidad de un modelo que ya demostró que sí puede reducir la impunidad sin pisotear derechos, que sí se puede investigar con rigor y litigarse con éxito, que sí se puede construir confianza desde la institución.

México está ante una oportunidad histórica: tener una Fiscalía que no sea rehén de intereses políticos ni refugio de la impunidad; una Fiscalía autónoma de facto, profesional, cercana a la gente y enfocada en los resultados. Una Fiscalía que piense, que planifique y que actúe con visión de Estado.

Los votos ganados en el Senado son mucho más que un número: son una muestra de que la clase política, más allá de diferencias partidistas, puede coincidir en lo esencial cuando se trata del bien del país. Son también un mensaje a la sociedad: sí hay personas preparadas, honestas y comprometidas dispuestas a servir desde los cargos más difíciles.

Ahora le toca a Ernestina hacer realidad lo que prometió con tanta claridad: una Fiscalía fuerte, moderna, humana y eficaz. Una institución que proteja a quien lo necesite, que persiga a quien delinque y que nunca más permita que nadie esté por encima de la ley.

México confía en ella y por primera vez en mucho tiempo, tiene razones sobradas para hacerlo. La justicia ya no puede esperar. Y ahora tiene a quien puede empezar a impartirla como el país lo merece. La lucha sigue.

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