
No es la primera vez. Tampoco será la última.
El señalamiento de la presidenta (con A) en torno a los problemas de la sociedad estadunidense --huérfana de valores o al menos sin esas características idiosincráticas de las cuales los mexicanos (dicen) nos sentimos orgullosos-- no son sino parte de una mutua condición de menosprecio entre México y su poderoso vecino.
Todo se ha sintetizado --de nuestra parte--, en la añeja frase cuya paternidad le atribuimos a Lerdo, a Juárez o a Díaz. Lo mismo da.
“Tan lejos de Dios (o sea, alejados de la providencial gracia-- ) y tan cerca de los Estados Unidos (cadena irrompible de rencor admirativo, dependencia y derrota nacional).
Rencor admirativo he dicho. Y quizá es un oxímoron, pero en pocas ocasión es un país derrotado, permanente humillado, geográficamente mutilado y económicamente dependiente, sostiene la oculta intención de asemejarse a su vencedor a quien censura por su ruindad pragmática, sus adicciones y lo escaso de sus valores familiares, pero lo convierte en el espejo de sus ambiciones.
Los americanos del norte, simplemente nos desprecian y nos toleran como irrelevante estorbo a su destino manifiesto.
Stephen Crane, uno de los grandes autores estadunidenses, sostiene algunos de los estereotipos de los estadunidenses hacia los mexicanos y su secular pobreza:
“…se requiere sabiduría para ver a una mujer morena con un amplio vestido desganadamente agachada en el umbral de una choza de adobe, mientras un niño moreno, desnudo, trepa por su vientre entre el polvo de la calle; se requiere sabiduría para ver eso y verlo un millón de veces para decir, sí, esto es importante en. el plan de la naturaleza, es parte de su economía.
“No habría estado bien si nunca lo hubiera sido… al principio me pareció un hecho de lo más extraordinario que las clases inferiores de los indios de este país, persistieran en su propia existencia.
“Su miseria, su ignorancia, parecían tan absolutas que la muerte --con independencia de lo que reserve--, se presentarían como jubilosa liberación.”
Obviamente el pensamiento político de Crane (expresado en textos periodísticos publicados en 1899 y 1890) no crea una corriente nacional. Tampoco es un punto de vista relevante ni definitivo. Es una reflexión. Una observación quizá con poca profundidad. De lo demás se encarga Donald Trump.
Pero de esa manera se hacen los estereotipos y en ese sentido el “Humanismo mexicano”, incurre también en esas liviandades.
En octubre del 2023, el filósofo de Palenque, historiador, sociólogo y político mexicano, Andrés López teorizó sobre ambos países con esta inigualable hondura:
“(Infobae).-…Somos en esto distintos y en otras cosas, por nuestras culturas, este es un ejemplo del por qué tenemos que mantener nuestras culturas, tenemos que mantener la cohesión en las familias, que eso es también de México, eso también viene de lejos, la unidad familiar.
“La familia mexicana es la institución de seguridad social más importante del país, es más importante que el seguro social (tan defectuosos uno como la otra)… porque somos muy fraternos, le va mal a un miembro de la familia y acuden en su apoyo otros.
“… Siempre pongo el ejemplo de cómo --también con mucho respeto-- van creciendo los hijos, llegan a la adolescencia y (allá) ya se tienen que ir de la casa, y acá no, por eso abusan, se quedan más de la cuenta… no queremos que se vayan nunca, pero son cuestiones que nos dan fortaleza (¿?)”.
Ya seguiremos con esto mientras las presas del norte se vacían para pagar el agua exigida a cambio de retirar aranceles. Una vez más ganan ellos. Con el cuchillo en la garganta, abrimos la presa “El cuchillo”.
Mientras gozamos las delicias de la famila amueganada, yo les deseo feliz fin de año.