Opinión
La 4T chilena fue tumbada en las urnas ¿Qué hizo terriblemente mal Boric?
Fran Ruiz

La 4T chilena fue tumbada en las urnas ¿Qué hizo terriblemente mal Boric?

El presidente de Chile, Gabriel Boric, tuvo la noche del domingo al menos la humildad de reconocer que el desastroso resultado del bloque izquierdista en las elecciones constituyentes, así como la victoria sorprendente y aplastante de la extrema derecha, se debió a que “no supimos escuchar a los que pensaban distinto”.

Pero la humildad no ayuda a ganar elecciones, si durante la campaña para elegir a los 50 electores que redactarán la nueva Constitución, brilló por su ausencia y no supo vender que sus candidatos no eran los radicales de izquierda que ya fracasaron en su primer intento de ratificar una nueva Carta Magna.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, dijo que el país tiene

El presidente de Chile, Gabriel Boric, dijo que el país tiene "una oportunidad histórica para reconciliarse" y que espera que la gente vote "informada

EFE / Presidencia De Chile

Una cosa es el deseo legítimo y mayoritario de los chilenos de tener una Constitución nueva, que deje para siempre el pasado pinochetista, y otra que la nueva se vaya al otro extremo y borre incluso las leyes actuales que (aunque manifiestamente corregibles) permitieron una estabilidad económica en Chile en las dos últimas décadas superior a la de sus vecinos sudamericanos.

Por eso, en su discurso de la derrota, Boric certificó la defunción (por aclamación popular) de su particular 4T con el siguiente deseo: “Quiero invitar desde ya al Partido Republicano (liderado por el pinochetista José Antonio Kast) a no cometer el mismo error que cometimos nosotros".

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Este es el diagnóstico acertado de por qué el único partido que no quiere cambiar la Constitución que heredó la democracia chilena de la dictadura militar va a ser, paradójicamente, el que lleve la batuta en la redacción de la nueva Carta Magna, gracias a su mayoría absoluta de electores y a su derecho a vetar las propuestas que no le gusten. De los 50 elegidos para redactar la nueva Constitución (25 hombres y 25 mujeres), 23 son del partido por el que habría votado feliz Pinochet.

¿Pero, qué hizo Kast, el candidato ultraderechista derrotado en las elecciones presidenciales de 2021 por el joven activista Boric, para barrer en las elecciones del domingo (incluida la “roja Santiago”) y sea ahora la estrella de la política chilena?

Básicamente,  dejar atrás sus pasados elogios a la dictadura, defender el pragmatismo económico y dejar que Boric siguiera tropezando con la misma piedra, al no imponer su autoridad para presentar unos candidatos más afines a su ideología socialdemócrata y progresista, que no tengan miedo, como él, a denunciar las dictaduras en Nicaragua o Venezuela. Por el contrario, volvió a caer en la tentación de calificar su Constitución soñada como “revolucionaria”, un adjetivo que, con su decisión de aliarse con el Partido Comunista, espanta a tantos chilenos como a otros asusta la palabra “dictadura”.

En otras palabras, Kast vendió la idea de que más vale malo conocido (los años de democracia neoliberal bajo la Constitución pinochetista) que lo bueno por conocer.

Para colmo, Boric creyó, erróneamente, que ese mandato de los chilenos de cambiar la Constitución, aprobado con un 78% de apoyo en el plebiscito de octubre de 2020, era una especie de cheque en blanco para redactarlo al gusto de su gobierno y sus aliados.

Pasó por alto el detalle de que ese plebiscito tuvo uno de los niveles de abstención más altos de la historia, señal de que muchos chilenos, aunque partidarios de una reforma constitucional, no estaban del todo convencidos con el exceso de entusiasmo por querer cambiarlo todo, que mostraron la nueva élite en el poder, surgida de la revolución ciudadana de 2019 contra la desigualdad social, perpetuada en la actual Constitución.

Por desgracia, la apuesta de los partidos moderados, como la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, de permanecer en un segundo plano y no presentar una tercera vía más sensata, fue la que terminó de convencer a millones de chilenos que el único partido que puede frenar una Constitución “a la venezolana” es el de Kast.

Ahora sólo queda esperar que el vencedor de las elecciones constituyentes haga caso a Boric y no caiga en el error de dejarse tentar por imponer una Constitución extremista, pero ahora desde el bando de la derecha, heredero de la dictadura.