Opinión

AMLO vs. Xóchitl

Esta semana nos enteramos que la senadora Xóchitl Gálvez espanta a las corcholatas de Morena. Les quita el sueño, las hace sudar frío, las obliga a salirse del guion. Tan a gusto que estaban, caray. Como las corcholatas no se pueden defender solas, López Obrador saltó al ruedo. Usa los recursos del Estado para pegarle a la aspirante opositora desde el patíbulo de las mañaneras.

La irrupción del Frente Amplio Opositor arruinó el carnaval de las corcholatas morenistas. Las corcholatas andaban por ahí haciendo payasadas, dando discursos aburridísimos imitando los modos de AMLO, alguno galanteando con sus ayudantes, otro pidiendo milagros. Todos a medio gas. A pesar de su muy gris desempeño lograban primeras planas y espacios destacados en medios electrónicos y redes sociales. Eso se acabó.

Por primera vez tuvieron que ver, atónitos, que la oposición les ganaba los titulares. La verdad es que no supieron cómo reaccionar. La corcholata puntera, Claudia Sheinbaum, siguió con su conocida estrategia de repetir en las tardes lo que el presidente decía en las mañanas. Según ella le imprimiría a su activismo un sello propio, lo seguimos esperando. A Claudia le incomoda mucho que haya otra mujer en el elenco porque pierde la ventaja de ser pionera en su género, por eso es la más molesta y ya se sabe que cuando se enoja, pierde.

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Ante el tropezón de sus corcholatas, el presidente López Obrador tuvo que salir, otra vez, al quite. Dedicó las mañaneras, los micrófonos en Palacio Nacional, para atacar a sus adversarios como si él fuera el líder del partido y no Mario Delgado que anda desaparecido.

Un poco antes de la presentación del Frente Amplio el presidente dijo que en septiembre, dentro de poco más de dos meses, dejará que otra persona, la corcholata que gane las encuestas, tome las riendas del movimiento que fundó. Ya se dio cuenta de que eso será imposible. Al contrario, apretará todas las tuercas para evitar que Morena sea un ave de paso en el quehacer nacional.

Sus corcholatas solas no pueden con el paquete, necesitan el apoyo, aunque sea claramente ilegal, del jefe del Estado y de todas las herramientas de que dispone. El presidente es el coordinador de la campaña de Morena y lo seguirá siendo porque sin su guía las corcholatas se pierden hasta en su propia colonia.

Lo anterior no quiere decir que Morena y sus aliados perderán la elección presidencial del 2024. Iluso sería plantearlo, pero si es necesario que tomen la competencia más en serio y sobre todo no cometan el garrafal error de menospreciar a sus rivales. Las corcholatas y sus asesores tienen que reparar en el impacto de personajes como Xóchitl Gálvez y Santiago Creel que casi de la nada han podido desafiarlos. Xóchitl no ha tenido el respaldo del presidente para hacer campaña desde el 2018 con el gasto de dinero y otros recursos que eso supone y ya mostró que puede meterles ruido. Esa es la clave, evaluar lo que ha hecho Xóchitl sin un quinto y pensar lo que puede hacer con el apoyo de la estructura partidista, con dinero, con respaldo en las redes, apoyo en los medios y todo lo que han tenido a su disposición las corcholatas todos estos años.

Foto: Cuartoscuro

Foto: Cuartoscuro

Vienen tiempos complejos para la República. El crimen organizado está desaforado y está haciendo lo que se le pega la gana. Si resuelve meterse en la contienda del 2024 puede descarrilar el proceso, ya sea eliminando candidatos o financiando campañas negras. El clima de inseguridad pone en riesgo el ejercicio pleno de los derechos políticos de los ciudadanos. Secuestros, autos bomba, ejecuciones, feminicidios, atiborran las páginas de los diarios. Ante esto el presidente hace chistes crueles. Lo peor está por venir, y se acerca.