Opinión

El atentado

En solidaridad con Ciro Gómez Leyva

El atentado que sufrió Ciro Gómez Leyva, el jueves 15 de diciembre a las 23:10 horas en la calle de Tecoyotitla, colonia Florida, debe tomarse como una afrenta a la libertad de expresión y a la libertad de prensa en nuestro país. Desde el fatal ataque que sufrió Manuel Buendía, el 30 de mayo de 1984, no se había registrado un hecho de esta magnitud contra un comunicador de cobertura nacional. Periodistas tan relevantes como Jacobo Zabludovsky, Guillermo Ochoa o José Gutiérrez Vivó jamás fueron víctimas de agresiones de este calibre. Algo está pasando en México.

Ciro Gómez Leyva

Ciro Gómez Leyva

El propio Ciro Gómez Leyva, al día siguiente, en Imagen Noticias, narró lo que le ocurrió: salió de las instalaciones de Imagen Televisión situadas en avenida Universidad. Transitó por esa vialidad, dio vuelta en Minerva, luego giró en Hortensia (frente a los viveros de Coyoacán) agarró Tecoyotitla y en Olivo, enfrente de la taquería “Don Taco”, una camioneta transitaba lentamente, lo hizo detenerse; una motocicleta con dos individuos se le acercó. El individuo que no iba conduciendo disparó a la ventana del conductor, luego al parabrisas. Otros proyectiles impactaron en el cofre y en la facia. En total fueron siete detonaciones.

Gómez Leyva agradeció a Olegario Vázquez Aldir el haberlo convencido, desde enero de 2017, de usar una camioneta blindada (eso fue lo que le salvó la vida). También agradeció a las autoridades de la Ciudad de México, a Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad Ciudadana, a la Fiscalía de la CDMX, a Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno, quienes actuaron de inmediato. Ciro, también agradeció al presidente de la república su solidaridad y apoyo. En la mañanera del 16 de diciembre Andrés Manuel López Obrador expresó: “decirle a Ciro que no está solo. Es completamente reprobable que se atente contra la vida de cualquier persona y en este caso de un periodista como Ciro Gómez Leyva”.

Sin embargo, hay que recordar que un día antes López Obrador había hecho mofa de periodista como Sergio Sarmiento, Carlos Loret de Mola y el propio Ciro Gómez Leyva diciendo que quienes los escuchaban corrían en riesgo de que les saliera un tumor en el cerebro. Incluso, hubiese sido lógico que después del atentado el Jefe del Ejecutivo moderara su beligerancia contra quienes llama sus “adversarios”; pero no, sin la menor sensibilidad, el día 17 la emprendió contra Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín y grupo Reforma.

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López Obrador ha usado la alta tribuna a la que tiene acceso todos los días para polarizar al país, para ahondar los enconos, para atizar la confrontación entre bandos apuestos. En vez de gobernar para todos, ejerce el poder para beneficio propio y de sus partidarios. No es capaz de reconocer al diálogo y el acuerdo como la vía política privilegiada para fortalecer a la democracia y al país. Lo suyo es la intolerancia, la exclusión, la reyerta, usar los muchos dispositivos que proporciona el poder para sacar provecho para él y su facción; en su diccionario no existe el concepto “interés general”.

En este ambiente de crispación es en el que se da el atentado contra Ciro Gómez Leyva. El propio López Obrador dijo que con Ciro tiene diferencias. Es más, en la mañanera del 18 de diciembre, el tabasqueño dijo: “Pero sí puede ser un caso vinculado al proceso de transformación que estamos llevando a cabo y que no le gusta a algunos.” En esa ocasión AMLO dijo que su gobierno no silencia a nadie y es respetuoso de los derechos humanos. Empero, especuló que la agresión pudo haber sido perpetrado por el crimen organizado en respuesta a un reportaje publicado por el periodista días antes.

Vaya, para decirlo en pocas palabras: el atentado lo sufrió Ciro Gómez Leyva, pero López Obrador ha tergiversado a tal grado las cosas que ahora la víctima es él. Así de hábil es para manipular los hechos y hacerlos ver a su favor.

Fue el propio tabasqueño el que llevó el problema del atentado al terreno político: en la conferencia mañanera del lunes 19 de diciembre, López Obrador dijo que “ya es del domino público” su administración tiene diferencias con “los voceros del conservadurismo” entre esos voceros señaló a Claudio X. González, Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola y también al propio Ciro Gómez Leyva.

Un propio y verdadero galimatías, un dislate: Andrés Manuel López Obrador, al día siguiente del atentado—como hemos visto—se solidarizó con Ciro Gómez Leyva; ahora resulta que lo ataca. ¿Quién entiende al señor Presidente? “Estoy contigo y viene un escupitajo a la cara es lo que acaba de hacer (López Obrador).” Es lo que dijo Ciro Gómez Leyva después de saber de la desconcertante declaración del mandatario.

No hay duda: lo que le sucedió a Ciro es grave, muy grave. La violencia se expande y está tocando terrenos que antes eran intocables. Hay que reconocerlo: la labor de las autoridades de la Ciudad de México para esclarecer los hechos es loable. Lo que es reprobable es la posición asumida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha aprovechado este evento para encender más los ánimos y descalificar la labor periodística.

Lo que está pasando en México es que el presidente no sabe gobernar; lo que sabe es armar camorra.

Mail: jsantillan@coljal.edu.mx