Opinión

Nuevas perspectivas sobre el populismo

La literatura sobre el populismo ha crecido a ritmo inflacionario. Con tal abundancia de obras, es evidente que la calidad es muy dispareja. No obstante, acaba de ver la luz un libro de alta calidad, coordinado por Jeffrey Friedman, cuyo título es “New Perspectives on Populism” (London & New York, Routledge, 2023). Se trata de una compilación de doce ensayos elaborados por otros tantos autores quienes, efectivamente, brindan orientaciones distintas de las tradicionales sobre el tema en cuestión. Además, debemos decir que el coordinador es profesor invitado adscrito al programa de Estudios Sociales de la Universidad de Harvard; ha dado clases en la Universidad de Columbia y la Universidad de Yale. Lo que se extrae de la lectura de este volumen es que el populismo irrumpió súbitamente en el mundo, pero por motivos muy diferentes según cada región e, incluso, según cada país.

Libro “New Perspectives on Populism”

Libro “New Perspectives on Populism”

Los escritores participantes están de acuerdo en tomar como puntos de arranque de la avalancha populista, el referéndum del Brexit que se llevó a cabo el 23 de junio de 2016, y la elección de Donald Trump como presidente de Estado Unidos, el 8 de noviembre de 2016. Igualmente, hay acuerdo en que el populismo fue propiciado por las políticas neoliberales adoptadas por una tecnocracia insensible a los problemas sociales. Es más, frente a la creciente pobreza y desesperación de la gente, aparecieron líderes carismáticos que prometieron soluciones fáciles a problemas complejos; demagogos que aprovecharon el momento, para llevar agua a su molino.

Otro rasgo del populismo es que tiene una idea conflictiva de la política: por lo común ese conflicto tiene como protagonistas, de una parte, al pueblo y, de otra, a la élite. No obstante, aquí es donde se bifurcan los blancos polémicos. Por ejemplo, para la derecha norteamericana, el enemigo se encuentra en Washington D.C., específicamente, en el Congreso. Eso explica el asalto al Capitolio perpetrado el 6 de enero de 2021. En cambio, para la izquierda, el enemigo se encuentra en Wall Street.

El populismo de derecha, además, es racista: recordemos que Donald Trump, al anunciar, el 15 de junio de 2015, su deseo de competir por la candidatura republicana a la presidencia de Estados Unidos dijo: “Cuando México envía a su gente, no envía lo mejor, no los envía a ustedes. Están enviando gente con montones de problemas. Están trayendo drogas, están trayendo crimen, son violadores y algunos, supongo, son buenas personas.” En esa misma ocasión anunció que levantaría un muro en la frontera entre los dos países. De hecho, uno de los capítulos, el escrito por Paulina Ochoa Espejo, se llama “El muro fronterizo como un desafío populista.”

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El nacionalismo y la posición anti inmigrantes es una característica distintiva del populismo de la derecha europea. Así es como han elevado sus bonos partidos como Vox en España, Agrupación Nacional en Francia, el partido por la Libertad en los Países Bajos, y Alternativa por Alemania. El discurso racista y contra los inmigrantes llevó recientemente al poder a Giorgia Meloni respaldada por la coalición de derecha compuesta por los partidos Hermanos de Italia, Fuerza Italia y Cinco Estrellas.

El libro “New Perspectives on Populism” aborda la relación entre la democracia y el populismo. Algunos de los autores reconocen que el populismo es antidemocrático: cuando llega al poder, usando las reglas de la democracia constitucional, procede a corroerla con base en una variedad de procedimientos personalistas tal como lo hizo el primero de los neopopulistas, Silvio Berlusconi en Italia: cada que los jueces expedían una disposición judicial en su contra, el poder Legislativo, controlado por su partido Fuerza Italia, expedía una ley para proteger a “Il Cavaliere.”

Pero no todos los autores están de acuerdo con este aserto. Algunos señalan que el populismo se presenta como una democracia diferente, más cercana a lo que podría ser el ejercicio efectivo de “la voluntad general.” Es el discurso que han implantado los líderes populistas: introducen mecanismos propios de la democracia directa como son el plebiscito, el referéndum, la consulta popular. Lo que se conoce como la democracia participativa.

De hecho, la democracia representativa y la democracia directa no son antagónicas: pueden convivir. El problema es que los autócratas populistas quieren debilitar e incluso desaparecer a la democracia representativa y, con ella, al sistema de partidos para dar paso a la democracia por alzada de mano.

Una de las varias novedades que trae este libro es la que presenta Jeffrey Friedman. en su capítulo, “Los populistas como tecnócratas”. El autor afirma que al reconocer el hecho de que las personas partidarias del populismo son gente mal informada y tienen un nivel bajo de educación, las consignas populistas son asumidas y repetidas por estos seguidores. De hecho, el populismo carece de una estructura ideológica. Por eso, sus difusores y escuderos verbales, cuando participan en debates son puestos en ridículo. No apelan al ejercicio de la inteligencia, sino a las emociones, resentimientos y odios.

Esta táctica ya había sido utilizada por los tecnócratas neoliberales en su lucha contra los socialdemócratas y el Estado benefactor (“Welfare State”). Aunque, la verdad, el neoliberalismo tenía un respaldo filosófico-económico mucho más sólido en autores como Friedrich von Hayek, Robert Nozick y Milton Friedman. El problema es que el neoliberalismo le abrió paso a un esperpento.

Mail: jsantillan@coljal.edu.mx