Opinión

Cuba y México

El pasado sábado 11 de febrero, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, recibió de su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, la condecoración del Águila Azteca en grado de medalla. Se trata de la más alta condecoración a un Jefe de Estado Extranjero. Es la quinta vez que se reúnen los dos mandatarios; el acto protocolario realizado en Campeche el pasado fin de semana, significa el estrechamiento de relaciones diplomáticas, políticas y económicas entre ambos gobiernos. El hecho ha causado irritación en amplias franjar de la sociedad mexicana. Obviamente en la comunidad cubana exiliada en México y ha tenido repercusiones internacionales, sobre todo porque representa el apoyo a una tiranía despiadada y una toma de posición política que preocupa a quienes defendemos a la democracia mexicana.

Ceremonia de Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca al presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel en México

Ceremonia de Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca al presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel en México

Cuartoscuro

Recordemos que el 11 de julio de 2021 miles de cubanos salieron a protestar en ciudades, poblaciones y comunidades a lo largo y ancho de la isla por la escasez de alimentos, los constantes apagones y el desbordamiento de la pandemia de Covid-19 que rebasó a los servicios de salud del gobierno cubano. Además, la gente simplemente se hartó de la falta de libertades y la política de represión sistemática de la dictadura comunista. Era preferible salir a las calles a expresar el descontento que quedarse en casa para morir de hambre o de Covid.

A pesar de que fueron manifestaciones pacíficas el gobierno de Miguel Díaz-Canel actuó con una brutalidad inaudita, al grado de que llamó a combatir a los revoltosos llamando a sus huestes: “a las calles revolucionarios.” Ese mismo día la policía detuvo a miles de manifestantes; en los días posteriores se desató una cacería de brujas: detenciones arbitrarias, las personas eran sacadas de sus casas sin motivo alguno; sus familiares los buscaban en las distintas cárceles y no se les daba información; no sabían su paradero; en las prisiones los reos (hombres y mujeres) fueron sometidos a abusos y algunos de ellos fueron incomunicados, las autoridades y los servicios de seguridad mantuvieron en estrecha vigilancia a periodistas y líderes disidentes. Es más, quienes lograron ser liberados, fueron sometidos a arresto domiciliario.

En Cuba hay una violación sistemática de los derechos humanos y el debido proceso. A los detenidos en las protestas del 11 de julio de 2021, se les acusó de delitos tan indefinidos y tan burdos como: desórdenes públicos, resistencia, desacato, instigación a delinquir y daños.

Lee también

No hay que olvidar que los líderes disidentes convocaron a una manifestación pacífica en todas las ciudades y pueblos de Cuba para el 20 de noviembre de 2021. El régimen rechazó otorgar el permiso para esas manifestaciones. En respuesta, Miguel Díaz-Canel anunció que esa misma fecha sería llamada “día de la defensa nacional” y se llevarían a cabo ejercicios militares contra la interferencia extranjera. Lo que hicieron, simplemente, los dirigentes de la oposición fue cambiar la fecha de la “Marcha Cívica por el Cambio” al lunes 15 de noviembre. En respuesta el régimen de Díaz-Canel, echó a andar una estrategia represiva descomunal: “agentes gubernamentales vestidos de civiles y fuerzas de seguridad uniformadas atiborraron parques y calles en toda la isla. La policía estacionó patrullas fuera de las casas de los más conocidos disidentes. Turbas hostiles reunidas ‘espontáneamente’ se dieron cita también frente a las casas de los líderes de oposición para bloquearles la salida e insultarlos.” (The Washington Post, 16/11/2021)

Una de las imágenes más conmovedoras, ese día, fue la de uno de los líderes que convocó a las marchas, Yunior García Aguilera, quien, desde la ventaja de su departamento en La Habana, sacó una rosa. En Cuba, la rosa tiene un significado especial: recuerda al poema de José Martí, “Cultivo una Rosa Blanca”: Cultivo una rosa blanca/en junio como en enero/para el amigo sincero/que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca/el corazón con que vivo/cardo ni ortiga cultivo;/ cultivo una rosa blanca.

Con todo y el despliegue de efectivos realizado ese 15 de noviembre y el amedrentamiento de que fueron objeto los líderes disidentes, quedó clara una cosa: Díaz-Canel tiene la fuerza, pero no la razón. Es cierto que no se pudo llevar a cabo una réplica del levantamiento del 11 de julio, pero dejó en claro que el régimen totalitario está asustado; siente que se le mueve el piso. Ya no cuenta con el respaldo espontáneo de las masas que en los primeros momentos de la revolución, allá a principios de los años sesenta, tuvo. “Ciertamente, un gobierno que está seguro de sí mismo, sustentado en el respaldo popular, no se hubiera conducido tal como procedió el régimen cubano en esta semana [del 15 al 19 de noviembre de 2021]. Yoani Sánchez, una periodista disidente, describió muy bien lo que hoy está sucediendo en Cuba. Ella escribió un podcast matutino: ‘El miedo ha cambiado de bando en Cuba’. Antes del 11 de julio, el pueblo tenía miedo al gobierno; a partir de esa fecha, el gobierno le tiene miedo al pueblo. Y el 15 de noviembre será recordado como el día en que se confirmó que, en efecto, ese temor es grande.” (Washington Post, 16/11/2021)

Como dice una amiga en twitter, Giannina Mateos, “la hermandad entre pueblos es lógica; la complicidad entre dos dictadores, trágica.” Un autócrata premiando los crímenes de un tirano.

Es el acercamiento entre una tiranía comunista que está en plena decrepitud y una tiranía populista que está en ciernes.

Los pueblos de Cuba y México tenemos vínculos históricos y culturales de larga data, indestructibles. Ahora esos lazos se refuerzan porque luchamos, juntos, contra dos autocracias que nos mal gobiernan.

Mail: jsantillan@coljal.edu.mx