Opinión

La educación liberadora del pensamiento en reclusión

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Nayarit, dio a conocer una noticia sobre la graduación en Derecho de cinco internos del Centro de Reinserción Social “Venustiano Carranza” de la capital del estado, siendo la primera generación de abogados que en reclusión obtienen el título de licenciatura.

Así, además de dar cumplimiento al artículo 18 constitucional en cuanto a que el sistema penitenciario debe organizarse sobre el respeto a los derechos humanos, la salud, el deporte, la capacitación, el trabajo y la educación, con la finalidad de hacer más efectiva la reinserción, el hecho nos envía un mensaje claro de responsabilidad colectiva, fortaleza de espíritu e inclusión social.

En este contexto es preciso señalar que en la capital del país 35 personas en reclusión han logrado titularse como abogados, a través del Programa de Educación Superior para Centros de Readaptación Social (PESCER), establecido desde hace 15 años por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, cuyo propósito ha sido, precisamente, el ofrecer educación superior al interior de estos centros y motivar a las personas para que inicien, continúen y concluyan sus estudios profesionales.

De acuerdo a datos de las autoridades del Sistema Penitenciario de la CDMX, 267 personas privadas de la libertad (40 mujeres del Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla) están inscritas para cursar una carrera; de ellas, 264 estudian la Licenciatura en Derecho, dos lo hacen en Creación Literaria y una más en Ciencias Políticas y Administración Urbana.

Dado que una parte importante de la Educación Superior radica en generar valor de su función social y ser un motor del desarrollo integral del ser humano, las instituciones educativas de este nivel deben adaptarse a las grandes transformaciones que se viven a nivel mundial, y poner en marcha diversos procesos de acción y mecanismos para medir y evaluar la calidad de los programas educativos que imparten.

Así mismo, ante la tarea de establecer procedimientos de evaluación y certificación acordes con la calidad de la educación que imparten esas instituciones, cada vez más se pueden aminorar las barreras del distanciamiento físico, fomentando el uso de nuevas herramientas digitales, como el primer programa de certificación de Realidad Aumentada de Facebook.

Este programa, según la empresa de Mark Zuckerberg, está dirigido a personas creadoras de nivel avanzado que buscan distinguir sus habilidades en el mercado; para obtener su certificación, deben aprobar un examen virtual, proporcionándoles, previamente, una prueba de práctica en línea que determina si están listos o no para realizar dicho examen, o bien para definir qué competencias deben desarrollar más.

Las instituciones de Educación Superior, día a día enfrentan el reto de cumplir diversos requerimientos con perspectivas innovadora de sus programas educativos (aún más de aquellos dirigidos al sistema penitenciario de nuestro país) para lograr la calidad académica y humanística que garanticen a la sociedad una mejor preparación y compromiso de sus egresados.

En ese sentido, es indudable que las responsabilidades son mayores y los desafíos mayúsculos, exigiendo la coordinación de esfuerzos no sólo en materia de certificación, sino también en aquello que necesariamente le antecede, como la permanencia y la continuidad educativas, desde las trincheras de la alfabetización, la educación básica, el bachillerato y, por supuesto, de la Educación Superior. 

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