Opinión

Las frases del presidente

En reciente Mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador calificó al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles como “una de las obras más importantes del mundo”. No sé a quién le hablaba, si a todos los mexicanos o aquellos sumergidos en la pobreza y la desinformación, a los que atendería muy especialmente (“primero los pobres”) y nadie, hasta ahora, ve registrado ese empeño. Hoy hay más pobres que en 2018. Para 2021 la pobreza, según datos del Coneval, creció en 3.8 millones de nuevos pobres. 15 millones de personas sin acceso a la salud. Las condiciones no parecen haber mejorado para este segundo bimestre de 2022. Entonces, ¿a quiénes se dirige el presidente cuando afirma categóricamente las virtudes del sin igual AIFA? La pregunta no es retórica. Ignoro la respuesta, pero seguramente monologa para su base de votantes, que tiene muy identificada. Si le creen o no, es irrelevante, mientras lo apoyen y crean que él los apoya. Lo importante para López Obrador reside en establecer un discurso para él extraordinario, que mueva a la gente, que consiga muchos seguidores.

Foto: Cuartoscuro

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En su reciente viaje a Centro América habló a los cubanos, frente al presidente Miguel Mario Díaz-Canel, de los grandes ideales de Fidel Castro, de “la hazaña de independencia y dignidad” lograda por los Castro y hoy por Díaz-Canel. Para él, cualquier problema que surja en la isla caribeña proviene del bloqueo estadounidense. Premisa equivocada. Si los cubanos viven con graves carencias es por culpa de su gobierno tiránico. El bloqueo no incluye a otros países, con los que el gobierno cubano mantiene tratos comerciales: España, Canadá, Rusia, México, Países Bajos, Italia, Francia, Alemania, Colombia e incluso los mismísimos Estados Unidos. Dejado de la mano de los dioses no está el gobierno. Sin embargo, mantener los principios socialistas soviéticos, cuando no existe ya la Unión Soviética, solo beneficia a los dirigentes y en nada a los cubanos. Y el que se oponga: chitón y cárcel. El ideal socialista no pervive más que como una entelequia. La situación real es muy distinta. La pobreza amaga a los habitantes de la isla, lo mismo que la dictadura, porque eso es Cuba hoy, un país de apenas 11 millones de habitantes, que vive bajo un régimen arbitrario y despótico, en el que cualquiera que muestre su incomodidad es callado, como el movimiento Patria y Vida, lema de protesta esgrimido por muchísimos manifestantes cubanos en julio del 2021.

Andrés Manuel López Obrador admira los ideales “independentistas” de Cuba. No el movimiento Patria y Vida sino la épica de seis décadas de dictadura, donde surgió el “hombre nuevo”, al que el cantautor Silvio Rodríguez le dedica sus canciones al igual que Roberto Fernández Retamar hizo con su poesía, en alabanza del régimen.

El tiempo no ha transcurrido en el imaginario de nuestro presidente. La trova cubana y sus representantes se materializaron cuando habló ante el presidente Díaz-Canel. José Martí se presentó en espíritu, lo mismo que Fidel Castro, todos para escuchar una frase contundente del primer mandatario mexicano, frase que lo convertirá en un personaje histórico. Cuba habrá de “hacer una revolución en la revolución”. ¡Qué manera, pensará entusiasmado nuestro “transformador”, de tomar a la Historia por su esencia y agitarla ante la sorpresa de sus escuchas!

Héctor Aguilar Camín, en su artículo de ayer en el diario Milenio, interpretó el enunciado como una alusión a un libro de Régis Debray de 1965, que lleva ese título, La revolución en la revolución. Débray, que estudió y ha enseñado filosofía, fue admirador del Louis Althusser, conocido filósofo marxista. Eran los sesenta y la revolución cubana tenía un altísimo rating. En 1960 Débray conoció a Fidel Castro y al Ché Guevara. A este último lo siguió hasta Bolivia, donde pretendía que ocurriera otro cambio revolucionario por medio de la guerrilla. Pero Débray se asustó y el mismo Che lo ayudó a escaparse, hasta que el ejército boliviano lo hizo prisionero y lo sentenciaron a 30 años de prisión. El apremio ejercido por Jean Paul Sartre, el escritor André Malraux, del entonces presidente Charles de Gaulle y del papa Pablo VI logró que en 1970 lo dejaran libre. Débray continuó, eso sí, escribiendo libros en defensa de la guerrilla. En 1971 se entrevistó con Salvador Allende. El golpe de estado de 1973 lo llevó a cambiar sus ideas sobre las limitaciones de las teorías revolucionarias. Hoy tiene 80 años. En 2001 publicó un libro titulado Dios, un itinerario, que trata sobre el concepto que tenemos de Dios.

No creo que Andrés Manuel López Obrador haya hecho una mención explícita a la primera obra de Regis Débray y le haya sugerido a Díaz-Canel que tomara el camino de la guerrilla y exportara la (fallida) revolución cubana a otros sitios. No creo tampoco que la frase contenga un misterio que debemos dilucidar. Se trata de una gran frase como las que le gusta dejar caer a nuestro presidente, como que el AIFA es “una de las obras más importantes que se ha construido en el mundo”, como “primero los pobres” (esta sí muy efectiva expresión que no pasó de eso, de ser una expresión) o de acusar con dedo flamígero a quienes lo critican y no concuerdan con su, esa sí impenetrable, transformación”.