Opinión

Rumbo a MONDIACULT 2022: cultura, desarrollo sostenible y derechos culturales

Falta un mes para que se celebre en la Ciudad de México la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (MONDIACULT 2022), por mucho el compromiso más importante de nuestro país en materia de diplomacia cultural multilateral y cooperación cultural internacional, desde que en 1982 se realizó, también en México, la primera reunión de esta naturaleza.

Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (MONDIACULT 2022)

Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (MONDIACULT 2022)

La “Declaración de México” que firmaron en 1982 los ministros de cultura de 126 países ha servido como hoja de ruta para la planeación y la ejecución de las políticas culturales en todo el mundo, de igual manera que fue la base de la que partieron las Convenciones y Declaraciones Universales de la UNESCO en materia de cultura de las últimas cuatro décadas.

Lo que se discuta y formule en Mondiacult 2022 podría tener un impacto similar si acaso se logra sacar una Declaración sustancial y visionaria, capaz de encontrar respuestas a los retos a los que se enfrentará en un futuro inmediato el sector cultural, las políticas culturales y las comunidades creativas del planeta.

Uno de los temas más relevantes que se discutirán en esta reunión es el de la relación entre la cultura y el desarrollo sostenible. Los 17 objetivos y las 169 metas que traza la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por los 193 países miembros de las Naciones Unidas en septiembre de 2015, no incluyeron al de la cultura como un objetivo específico de la Agenda, si bien en dicho documento hay algunas pocas referencias explícitas a la contribución de la cultura para la consecución de algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

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En todo caso, la cultura y las políticas culturales –como elementos transversales que contribuyen de manera diversa, puntual y verificable al cumplimiento de la mayoría de los ODS– se encuentran implícitas, y por lo tanto no desarrolladas plenamente en la Agenda 2030.

En las tres dimensiones del desarrollo sostenible que contempla la Agenda 2030: la económica, la social y la ambiental, la cultura cumple una función específica para su consecución, toda vez que contribuye notablemente al desarrollo económico de los países; es un vehículo de inclusión social y construcción de ciudadanía; mientras que la gestión cultural contemporánea, las políticas y las prácticas culturales de nuestro tiempo, están ligadas de manera multidimensional a la conservación de la biodiversidad y la defensa medioambiental.

A su vez la Agenda 2030 contempla cinco esferas de importancia crítica para la humanidad y el planeta. Esto es: las personas, el planeta, la prosperidad, la paz, y las alianzas. En estas cinco esferas la cultura aparece de nuevo como:

1. Un vehículo garante del desarrollo pleno de los individuos y las sociedades, el combate a la pobreza y la desigualdad.

2) Un conjunto de acciones colectivas, individuales, institucionales, nacionales e internacionales que le han dado una nueva dimensión a la relación entre cultura y medio ambiente, a partir de la construcción creativa, innovadora y responsable de una nueva conciencia planetaria.

3) Un motor del desarrollo económico, de generación de empleos y una herramienta idónea de justicia redistributiva.

4) Un aspecto complejo y en constante expansión de la actividad humana que promueve el diálogo, la tolerancia, la inclusión, el respeto por la diversidad y la paz.

5) Una plataforma que propicia la colaboración, el diálogo y la interacción entre individuos, sociedades y naciones.

Al reunir en un mismo foro a los ministros de cultura de la gran mayoría de los países del planeta, en diálogo e interacción con los representantes de las comunidades creativas, de la sociedad civil –incluidos los pueblos originarios–, del sector privado y académico, y de los organismos multilaterales orientados a las políticas culturales, Mondiacult 2022 representa una oportunidad extraordinaria para repensar el papel de la cultura en el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Por otra parte, en los últimos años se ha fortalecido la noción de los Derechos Culturales categorizados en el mismo rango de universalidad y necesidad deontológica y jurídica que los Derechos Humanos, toda vez que garantizan a los individuos y las sociedades su realización plena en un ámbito que fortalece sus identidades, sentido de pertenencia y comunidad, capacidades creativas y desarrollo.

La universalidad y la obligatoriedad de los Derechos Culturales, en paralelo a los Derecho Humanos, ha quedado reflejada en los cuerpos legislativos nacionales y aún locales de la mayoría de los países, al igual que en los diversos ámbitos institucionales multilaterales que se avocan al tema, pero no está así reflejado en la Agenda 2030. Si los Derechos Humanos aseguran la existencia digna de los individuos, los Derechos Culturales permiten el florecimiento, diversificación y ratificación de dicha existencia.

Si la Declaración de México de 2022 aspira a tener el peso, la proyección y trascendencia que en su momento y a lo largo de 40 años tuvo la Declaración de México de 1982 para las políticas cultuales de los países, el consenso que pudiera generarse alrededor de la inclusión de la cultura como cuarto pilar del desarrollo sostenible, los derechos culturales elevados a la misma categoría universal que los derechos humanos, y la cultura misma entendida como un bien público global, se habrá dado un paso de gran relevancia para los próximos años.