Opinión

Soid Pastrana (1970-2022)

Este año sombrío se esmera para mí en los obituarios. Como escribiera José Emilio Pacheco en el poema De algún tiempo a esta parte: “El año enfermo te dejó en rehenes algunas fechas que te cercan y humillan, algunas horas que no volverán pero que viven su confusión en la memoria”.

Ha muerto esta semana el artista juchiteco Soid Pastrana. Con tan sólo 52 años, el cáncer lo atrapó en la plena consolidación de su carrera creativa. Sus padres zapotecas le bautizaron con el nombre que esconde una cifra divina: “Soid” contiene las cuatro letras de Dios escritas en sentido inverso. Al igual que su maestro y mayor influencia artística, el pintor y escritor oaxaqueño Jesús Urbieta (1959-1997), Soid murió muy joven. Parecería un destino fatal para el talento oaxaqueño: Otro compañero suyo, el pintor y escultor Alejandro Santiago, falleció en 2013 a los 49 años.

Soid Pastrana

Soid Pastrana

Además de la amistad y las complicidades noctámbulas a las que nos convocó nuestra mutua cercanía con Carlos Martínez Rentería y la revista Generación, me une a Soid un dato muy significativo. En el año 2000, cuando vivía en Singapur, organicé la que sería mi primera actividad de promoción cultural de México en el exterior: una exposición de Soid Pastrana en la Casa de México de Yakarta, en colaboración con la Embajada de México en Indonesia a cargo del embajador Sergio Ley y del agregado cultural, Constantino Morales. No lo sabía en ese momento, pero aquella iniciativa sería el principio de una nueva vocación profesional en la que me he mantenido activo por más de dos décadas.

Con ese motivo viajamos juntos a Yakarta y luego hicimos un recorrido por Bali, una isla habitada por pintores y artesanos que Soid encontró totalmente en sintonía con el paisaje cultural oaxaqueño: la insularidad creativa, la explosión colorida de la diversidad étnica. En una foto que aún conservo, Soid, a sus 30 años, aparece retratado a un lado de un maestro pintor balinés en el pueblo de Ubud.

Escribí el texto de presentación del catálogo que acompañó la exposición en Yakarta, rescato aquí algunos fragmentos en su memoria:

“El pintor mexicano Soid Pastrana nació en 1970 en Juchitán, Oaxaca, una región del sur del país que ha sido pródiga en artistas y que ha sobrevivido a los siglos de la colonización española y al tiempo de la conformación del ser mexicano, como un territorio singular, una nación propia dentro de otra nación mayor que es México. La escuela oaxaqueña de pintura tiene entre sus más altos exponentes, todos ellos con proyección internacional, a Rufino Tamayo, a Francisco Toledo y a Sergio Hernández. A esa tradición de pintores que dominó el horizonte de las artes plásticas de México en la segunda mitad del siglo XX, pertenece Soid Pastrana, cuya juventud le hará cruzar el puente entre dos siglos. Soid arribó a los treinta años de vida coincidiendo con el fin del milenio, y su obra se proyectará por lo tanto en las próximas décadas como el resultado concreto de una nueva generación de artistas mexicanos, marcados con la doble condición del universalismo y la particularidad local”.

“En esta exposición que ahora presenta la Casa de México en Yakarta, bajo el nombre de "Los Colores de mi tierra", Soid Pastrana ha querido subrayar precisamente el hecho principal que impulsa su trabajo: el regreso al origen, el apego a la tierra, una tierra fértil en la que crece un árbol único que se ramifica en una variedad infinita de colores y formas. La tierra, como el punto de partida donde crece y rinde frutos el trabajo del artista. La tierra como origen y como destino, la tierra como el espejo de la memoria”.

“La obra de Soid es un objeto pictórico en movimiento, un artefacto del color que en el que circulan los signos, y en el que conviven la pasión y la reflexión. Una obra hecha de contrastes violentos, un monumento de luces y de sombras, y una transfiguración de la realidad que pasa por la experiencia de vida del pintor y se refleja sin un orden aparente en el desfile de sueños y evocaciones que es su pintura”.

“Lenguaje mexicano traducido al color y las texturas de la naturaleza, en su obra Soid Pastrana habla con los ojos y narra, con la elocuencia muda de los colores y de las formas, el espacio y el tiempo que le tocó habitar: el cielo de Juchitán, los matices intensos de la tierra tropical, la gran fiesta de los colores y la sombra difusa de la realidad urbana en la que también habita, dado que el artista ha vivido ya por varios años en la ciudad de México. Hay pues en esta exposición los colores minerales y vegetales de la tierra tropical, y los colores ocres y grises del asfalto citadino”.

“Podemos entonces terminar esta presentación, citando a Jaime Sabines, uno de los grandes poetas mexicanos del siglo XX”:

“Uno es el hombre que anda por la tierra

y descubre la luz y dice: es buena,

la realiza en los ojos y la entrega

a la rama del árbol, al río, a la ciudad,

al sueño, a la esperanza y a la espera”.

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