Opinión

La simulación y sus réditos

El gobierno llama nacionalización eléctrica a la compra, con dinero público, de los activos de una empresa privada por parte de otra empresa privada. La muerte de 40 migrantes en Ciudad Juárez, se atribuye al descuido de varios vigilantes y no a que estaban encerrados ilegalmente. Los desfalcos en Segalmex, en años recientes, son mayores a 15 mil millones de pesos pero el discurso oficial sigue cuestionando la corrupción en sexenios anteriores.

En todos los frentes, un tema tras otro, el presidente López Obrador construye una enorme ficción retórica, niega hechos comprobados y datos de fuentes oficiales, miente y culpa a otros de las ineficiencias e indolencias de su gobierno. La opinión publicada registra las falsedades presidenciales y las contrasta con la realidad. Las evidencias del desastre nacional se difunden a diario. Pero la cortina de humo que mantiene el presidente sigue teniendo una eficacia extraordinaria. La mayor parte de los mexicanos aún respalda a López Obrador.

Lopez Obrador presumió que su gobierno ha confiscado seis toneladas de fentanilo

Lopez Obrador

Cuartoscuro / Rogelio Morales

La encuesta GEA-ISA del primer trimestre de 2023, comprobó que el 57% de los mexicanos aprueba el desempeño del presidente. En lo que va del gobierno, esa aprobación cayó a 45% en el verano de 2020 y luego a comienzos del año pasado, pero López Obrador recuperó la adhesión de la mayoría. Solamente 39% de los mexicanos desaprueba su gestión.

Ese dato coincide con la encuesta diaria de Consulta Mitofsky para El Economista, que el 5 de abril registró una aprobación de 59.4% para el presidente y un desacuerdo de 39.4%.

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El respaldo al presidente amalgama pragmatismo e ilusiones. Aunque casi 6 de cada 10 mexicanos aprueban su labor, la mayoría no confía en lo que dice. Cuando la encuesta GEA-ISA pregunta “¿Qué tanto le cree usted al presidente?”, el 56% responde que le cree “poco” y el 14% dice que no le cree “nada”.

Las grandes obras públicas, no obstante su inoperancia y el dispendio que implican, nutren de alusiones triunfalistas el discurso oficial y favorecen la imagen del presidente. El 56% aprueba la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas. Sin embargo la cancelación del Seguro Popular es rechazada por el 54%, y el 57% desaprueba la eliminación de las estancias infantiles.

Si miramos el otro lado de esa moneda se puede considerar que, frente a la mayoría que las celebra, más del 40% de los ciudadanos cuestiona las obras grandes y costosas. El país está polarizado, pero el balance de esa polarización es favorable a López Obrador y su movimiento.

A las sociedades, y la nuestra no es la excepción, no les gustan los cambios drásticos salvo en circunstancias de intensa crisis o hartazgo mayúsculo como el que había en 2018. Hoy en día, el 48% de los ciudadanos quiere que se mantenga el proyecto del actual gobierno y el 43% preferiría un proyecto distinto. La creencia de que más vale el malo ya conocido, que le ayudó al PRI durante tantos años, ahora beneficia a López Obrador.

El dinero que entrega a viejos o a estudiantes, entre otros sectores, contribuye a nutrir el consenso del gobierno. La encuesta GEA-ISA pregunta, cuatro veces al año, si los entrevistados o sus familias han sido beneficiados por programas sociales del gobierno federal. Durante 2020, algo menos del 20% dijo haber recibido tales apoyos. Para fines de 2021, era el 37%. En noviembre pasado el 52% declaró que él mismo, o su familia, se beneficiaron de programas sociales. En marzo de 2023, ese grupo había crecido al 74%. El funcionamiento y los efectos de esos programas son discutibles, pero en la medida en que se extienden contribuyen a que se mantenga la base social del presidente.

Sin embargo, los réditos políticos de esos programas tienen límites. En los tres últimos años la aprobación a López Obrador se ha mantenido entre el 45% y el 57% y sus variaciones no tienen relación con el porcentaje de quienes dicen ser beneficiados con tales programas.

La inseguridad constituye el gran punto débil del gobierno. Ese es el mayor problema del país para el 50% de los mexicanos. Cuando les preguntan cuál es el problema de más importancia en su colonia, el 65% menciona la seguridad. El porcentaje de quienes consideran que durante este gobierno los grupos criminales han crecido y se han vuelto más violentos, creció en año y medio de 42%, a 72%.

Las personas, por lo general, no quieren identificarse con posiciones apesadumbradas. Cuando la encuesta pregunta si el hecho de que López Obrador sea presidente provoca pesimismo u optimismo, el 72% elige la primera de esas opciones. Únicamente el 23% se reconoce pesimista debido al presidente. Pero cuando se pregunta si la presencia de López Obrador en la presidencia las causa preocupación o confianza, 49% de los ciudadanos se manifiestan preocupados y 47%, confiados. La encuesta GEA-ISA, que coordina Ricardo de la Peña, fue levantada del 11 al 14 de marzo.

La opinión publicada es distinta de la opinión pública. En amplias zonas de medios y redes se documentan tropiezos y engaños del gobierno, pero el 57% de los ciudadanos aprueba la gestión del presidente.

A López Obrador, 7 de cada 10 mexicanos le creen “poco” o “nada”. Y aún así, una porción de esos ciudadanos lo apoyan a él y a su partido Si en la elección presidencial del año próximo sólo compitieran dos coaliciones, una encabezada por Morena y otra de oposición, actualmente el 56% dice que votaría por la coalición del gobierno y 36% por la otra opción. El 8% no definió el sentido de ese hipotético voto.

Desdibujadas y desunidas, no se aprecia de qué manera las oposiciones puedan remontar ese panorama. La gran simulación que López Obrador alimenta a diario es enfrentada en aquellos medios y por pequeños grupos ciudadanos que, con limitaciones, informan, aclaran y explican. Pero las oposiciones, absortas en rivalidades y mezquindades, sin liderazgos sólidos ni propuesta, están ausentes del espacio público dominado por la simulación obradorista.