Opinión

Entre tragedia y desatinos de la Cuatroté

Hoy vi la Mañanera, donde el presidente López Obrador corrige y “desmiente” a la prensa que lo crítica, siempre advirtiendo que en su presidencia no existen prohibiciones de ninguna índole a los periodistas y comentaristas, pero nombra a los más conocidos como Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Enrique Krauze en infinidad de otras ocasiones, Raymundo Riva Palacio y luego se le olvidan los nombres de otros que también quisiera reprobar. Lo importante para él es exhibir su “verdad”, la de que “vamos muy bien”, todo lo demás es producto deleznable de la infodemia, información imprecisa y falsa, fomentada por los diarios “conservadores y neoliberales, que vivían del chayote”. La señora García Vilchis, una joven mujer un tanto dislálica, se encarga de leer la enumeración de una retahíla de afirmaciones y preocupaciones de muchos periodistas para entonces ella enmendarles la página. Quedó grabado para los mexicanos su “no es falso pero no es verdadero”, una suerte de silogismo al que le faltaría su segunda premisa.

López Obrador rendirá su cuarto Informe hoy

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EFE

La Mañanera es como una versión del programa televisivo de Teatro Fantástico que entretuvo a los niños desde mediados de los años cincuenta hasta finales de los sesenta. Yo lo vi mesmerizada domingo con domingo. Desde luego Enrique Alonso, el genial Cachirulo, protagonista del programa, recurría en sus historias fantásticas a la bondad, que siempre debía triunfar, y a la maldad, que complicaba el quehacer de los personajes, pero que, al final, perdía y los buenos ganaban. Fue un gran programa y Enrique Alonso era un hombre culto e inteligente. En el caso de la Mañanera existen también los buenos y los malos (que no los cultos e inteligentes) y siempre deben triunfar sobre la maledicencia y la falsedad contra los grandes aportes a la vida nacional del sin par AMLO y su Transformación.

Esta mañana del 31 de agosto dijo que la Cuarta Transformación era tan importante como la Independencia, la Reforma y la Revolución, aunque ni el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ni muchos de nosotros entendamos de qué se trata esa metamorfosis en la historia de México. Sin embargo, debo confesar que sí ha habido cambios cuantificables, todos para peor, desde el 2018. Más allá del daño a las instituciones, las populares pensiones a diestra y siniestra, del gasto excesivo de la Refinería Dos Bocas, del conflictivo Tren Maya, de la deuda adquirida por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, mientras se creó otro que apenas funciona, del bajo crecimiento económico, del aumento de la pobreza a pesar de las dádivas, de un cuestionable plan de estudios para la educación básica que se ha puesto en marcha, de los fideicomisos que se suspendieron a la ciencia y a la cultura, a la ayuda frente a desastres naturales y de la precaria situación de la Salud Pública se aúnan dos casos a tratar por mí , que se encuentran en boca de todos y a los que la presidencia les ha dado carpetazo para reiniciar, una y otra vez, la grabación de “vamos bien”. A saber:

No hablemos ya de que se descalabró al Programa Nacional de Vacunación, que era nuestra joya de la corona. Además, se impuso una carencia total de medicinas a los niños con cáncer, desabasto que, de acuerdo con el subsecretario de Salud Hugo López Gatell y Rául Barajas, el Fisgón, conocido caricaturista, en el programa televisivo “El chamuco” del Canal 22, dijeron que era “una telenovela” y que los padres de niños enfermos que se manifestaban en las calles para exigir los fármacos eran unos golpistas que deseaban desestabilizar el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Gil Gamés, en su columna diaria del diario Milenio trató el tema este miércoles y mencionó los nombres de los medicamentos que hacen falta. La insuficiencia de medicinas oncológico-pediátricas inició hace cuatro años. En 2021, López Obrador declaró, después de aceptar el grave desabasto, que no descansaría hasta conseguir los medicamentos, que “antes”, en el período “neoliberal” se distribuían por medio de negocios corruptos. En agosto de 2022 el problema no se ha resuelto y los niños que padecen cáncer continúan a la buena de los dioses. La mala operatividad de la Cuatroté en este asunto es criminal.

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Justamente por la mala ejecución cuatroteísta, la Conabio (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad), que es una comisión intersecretarial con carácter de permanente, no recibió fondos a lo largo del actual gobierno. Aún así funcionó bajo la administración del extraordinario doctor José Sarukhán Kermez, fundador del Instituto de Ecología en la UNAM, rector de esa Máxima Casa de Estudios (1989-1997), Premio Tyler al Logro Ambiental (Tyler Prize for Environmental Achievement) en 2017, Premio de la Royal Society, en 2003, Premio Nacional de Ciencias y Artes, 1990, autor de importantes publicaciones, como el libro Las musas de Darwin de 2013. La Conabio, creada en 1992, es un modelo en la información actualizada sobre la biodiversidad en México, pero, bajo la (des) estructura de la Cuatroté, sufrió insuficiencia de fondos. Finalmente, la terna que propuso el doctor Sarukhan, como Coordinador Nacional, para nuevo Secretario Ejecutivo de la Conabio, fue ignorada por la Secretaria María Luisa Albores de Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y se nombró al doctor Daniel Quezada, dedicado a estudios urbanos y fundador de Morena en el estado de Hidalgo.

Ninguna de las contrariedades aquí expuestas es peccata minuta. Todo lo contrario. Se trata de inmensos conflictos que afectan al país entero. No suministrar las muy necesarias medicinas oncológicas para los pequeños se ha convertido en una tragedia nacional.

Haber desestimado la terna propuesta por el doctor José Sarukhan, especialista en la biodiversidad de nuestros país, para imponer como Secretario Ejecutivo de una lugar cardinal como Conabio a un doctorado en estudios urbanos, cuyo currículo académico es breve, pero no así su actividad política, resulta un desatino. Otro más de los muchísimos que acompañan a la Cuatroté.