Opinión

La sombra inquieta del crimen organizado

Un fantasma brutal recorre el territorio mexicano, es el fantasma del crimen organizado, de los múltiples y diferentes cárteles, de los que se soportan y de los que se enfrentan. Todos ellos han desplegado una red de complicidades con alcaldes, presidentes municipales, y aún gobernadores, con personajes del ejército, con elementos de las policías estatales y a saber con quiénes más. Son un poder, el poder del narco, en esencia. Pero “las bandas organizadas no se han dado una identidad política, --dice Fernando Escalante Gonzalvo en el número de agosto de la revista Nexos—y no es probable que vayan a hacerlo, no pretenden acabar con el Estado, pero no van a desaparecer; han cambiado, de varias formas se han adaptado a una situación mucho más inestable pero que también por eso ofrece más oportunidades de ganancia –y un modo de vida para el que no hay muchas alternativas”.—

Las consecuencias del empoderamiento del famoso CO son la extorsión a los comercios, los secuestros, bloqueos carreteros y, finalmente asesinatos aquí y allá, más pueblos enteros que viven amedrentados bajo la bota del crimen. Todos los pobladores de esos lugares, posibles víctimas inmediatas, andan con pies de plomo, encerrándose en sus casas antes de que oscurezca, tratando de protegerse y de proteger a su familia. Aquí les recomiendo la lectura de los estupendos cuentos de La superficie más honda (México, 2017) de Emiliano Monge, donde la atmósfera de los pueblos sometidos por el narco se registra con nitidez.

El caso es que los hechos ocurridos hace apenas unos días en Guadalajara, Celaya, Ensenada, Zitácuaro y Ciudad Juárez, donde se quemaron comercios, OXXOS, autos y transporte público, se aterrorizó a los pobladores porque hubo gente asesinada que ni la debía ni la temía, no pueden explicarse con lo dicho por el señor presidente y secundado por su secretario de Gobernación: que se trataba de propaganda urdida por los adversarios de la 4T, junto con el crimen organizado, y que hay plena gobernabilidad en el país. Así despacharon la violencia que nos dejó angustiados a los demás mexicanos. Cabe decir aquí que tampoco, como dijo Ricardo Alemán, y muchos lo creyeron, lo ocurrido fue orquestado por el señor presidente para demostrar la urgencia de militarizar a la Guardia Nacional. Se debieron los disturbios y los crímenes al enfrentamiento de cárteles. Punto, no hay más.

El crimen organizado no habrá, pienso yo, de disputarse el mando de la nación, pero sus reacciones resultan siempre brutales y sanguinarias. El problema reside en cómo controlarlo.

Lo dicho por la alcaldesa de Tijuana, Monserrat Caballero, dirigido al crimen organizado, de que se cobrara facturas a quienes no habían pagado, (seguramente comercios, pequeños restaurantes y otros establecimientos), es una verdad contundente. En todos lados de México, como se sabe, se paga derecho de piso. Ahora, expresarlo tal cual, admitirlo en público para defender a los tijuanenses en contra de otros tijuanenses, raya en el absurdo. Se debe resguardar a todos los tijuanenses. El vídeo de la rueda de prensa de la alcaldesa, acompañada, además por un militar, se ha repetido hasta el cansancio.

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El grave conflicto en juego reside en cómo parar al narco, cómo evitar crímenes de inocentes. No tengo la menor idea, se abre allí un hoyo negro de desconocimiento para muchos mexicanos. Hemos llegado a un alto grado de complejidad en ese aspecto y el gobierno, hasta ahora, no sólo el de la 4T, ha fallado. De acuerdo con Raymundo Riva Palacio, en su artículo de El Financiero de ayer (17-22) la violencia derramada en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California responde “a la recomposición de lo cárteles y a la búsqueda de nuevas plazas”. Más adelante escribe:

“El episodio que más llamó la atención por los ataques directos a la población civil se dio en Ciudad Juárez, donde la violencia fue desatada por Los Mexicles luego que tres de sus miembros fueron asesinados adentro del penal local. Los Mexicles trabajan para el Cártel Caborca, que desde prisión sigue encabezado por Rafael Caro Quintero…”

Es una constelación de cárteles, de jefes poderosos aún encarcelados, de grupos de nombres y de apodos, una diversidad de plazas, de intereses, de negociaciones y formas de pasar las drogas a otros países. El narco surgió, desde hace varios años, como el mundo paralelo de todos nosotros, de los mexicanos, de los colombianos y de habitantes de otros países latinoamericanos. Son nuestra sombra constante que se mueve en la oscuridad y de pronto atacan y nos toma desprevenidos, ignorantes de su presencia. No necesitan de propaganda, como dijo el gobierno de la 4T. Lo que urge es una manera de replegar sus ímpetus, su furia, su proclividad al crimen. Y de eso debe hacerse cargo el gobierno. No sé cómo, para ese efecto Andrés Manuel López Obrador formó un gabinete se seguridad que debe fortalecer las instituciones de seguridad federales, estatales y regionales. No me gusta que la Guardia Nacional se militarice, que de facto, ya lo ha hecho, es una batalla ilegal, anticonstitucional. Lo relevante estriba en detener las avances de las organizaciones criminales. Lograrlo sería una verdadera transformación de uno los grandes problemas del país, eso sí, y no el jarabe de pico constante de la supuesta metamorfosis conseguida por el señor presidente, quien antes de comenzar a gobernar le había puesto título a su presidencia.

Una de las unidades de trasporte público incendianda

Una de las unidades de trasporte público incendianda

Cuartoscuro