Opinión

Triunfo en la Suprema Corte

Tremendo sopapo se llevaron Andrés Manuel López Obrador, Morena y la 4T, con la elección de Norma Lucía Piña Hernández, como presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Consejo de la Judicatura Federal (CJF). Las expectativas de los obradoristas estaban puestas en la ministra Yasmín Esquivel Mossa; pero su candidatura comenzó a descomponerse cuando el acucioso Guillermo Sheridan, descubrió y dio a conocer que la tesis de licenciatura presentada por la señora Esquivel, en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) de Aragón, en 1987 había sido un plagio de una tesis presentada un año antes por Édgar Ulises Báez Gutiérrez. Para que no hubiese lugar a especulaciones, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó, el sábado 31 de diciembre de 2022, que la tesis de Yasmín Esquivel Mossa muestra un nivel de coincidencia superior al 90 por ciento con el trabajo de Édgar Ulises Báez Gutiérrez, por lo que “resulta evidente la existencia de un plagio.”

Norma Lucía Piña Hernández fue elegida como ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)

Norma Lucía Piña Hernández fue elegida como ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)

Cuartoscuro

El ramalazo que se llevaron los morenistas tiene que ver con la red de intereses tejidos hace años entre Andrés Manuel López Obrador y el empresario José María Riobóo, esposo de Yasmín Esquivel Mossa. El tabasqueño, cuando fue Jefe de Gobierno de la CDMX, le otorgó—de acuerdo con los datos proporcionados por el senador panista Jorge Triana—mediante adjudicación directa, al susodicho empresario, obras como el segundo piso del Periférico, el puente vehicular de San Antonio, el puente vehicular de Boturini, el de Fray Servando, una obra en Avenida del Taller, un paso a desnivel en Avenida del Rosal, la primera etapa de la ciclovía y el distribuidor vial de Zaragoza-Texcoco. Además, Riobóo se desempeñó como calculista de la obra de los puentes de los poetas, en Santa Fe. A esto, debemos agregar que Riobóo trabajó también con la administración de Marcelo Ebrard en la Ciudad de México.

Instalado en la presidencia de la república, López Obrador, como se sabe, canceló el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), de Texcoco; decidió construir o remodelar la base aérea de Santa Lucía, o sea, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). ¡Oh casualidades! El ingeniero civil que presentó el diseño de este último aeropuerto fue ¿Quién creen?... José María Riobóo, a quien se le ha puesto el sobrenombre de “el constructor favorito de AMLO.”

López Obrador se jacta de combatir el influyentismo y la corrupción; sin embargo, los hechos lo desmienten. Resulta que Riobóo es propietario del colegio Westhill Institute S.C. Santa Fe. En diciembre de 2014 metió a la cárcel a una pareja de venezolanos, Antonio José Urbina y Coral Rojas Acosta porque este matrimonio demandó a dicha “escuela por daño moral y daño psicológico. La respuesta fue la detención arbitraria, sin orden de aprehensión y una fianza de 30 millones de pesos…El delito imputado, ‘fraude procesal’ que es la figura legal preferida por los juzgadores para vengarse de sus enemigos…Eso obliga a preguntar: ¿Qué hace la presidenta del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del DF, Yasmín Esquivel Mossa, como parte del Consejo de Administración del colegio Westhill Institute?...Lo cierto es que el escándalo de abuso de poder, impunidad y crimen de la pareja Mossa-Riobóo apenas empieza…Sí, desde 2015 aquí se denunció a la mafia legaloide que en ese año encabezaban Yasmín Esquivel Mossa y su esposo, José María Riobóoo, quienes desde entonces son los preferidos de López Obrador” Esto lo escribió Ricardo Alemán en dos entregas—del 25 y 26 de marzo de 2015—publicadas en “Itinerario político” que recientemente recordó a raíz del escándalo del plagio de la señora Esquivel (“Yasmín y Riobóo, dos pillos de cuidado”, La Silla Rota, 1/1/2023).

En consecuencia, el fracaso de Yasmín Esquivel Mossa para presidir la SCJN es, también, un descalabro para la “mafia del poder” que se ha instalado en Palacio Nacional con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república. En efecto, nuevos y fuertes intereses han querido lucrar a la sombra, y con la bendición del Santo Patrono.

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La apropiación por parte de esa “mafia cuatroteista” de la Suprema Corte de Justicia de la Nación era un paso decisivo para centralizar aún más el mando en el Poder Ejecutivo; dar al traste con la división y equilibrio de poderes e imponer una dictadura populista según lo marcan los cánones del Foro de Sao Paolo. Pero, del plato a la boca se cae la sopa; López Obrador y sus contlapaches se quedaron con un palmo de narices.

Afortunadamente, la institucionalidad resistió: no permitió que uno de los bastiones más importantes de la república constitucional cayera en manos de unos tarambanas. Norma Piña lleva 35 años en el poder judicial; desde 2015 es Ministra de la SCJN. El periódico “Reforma” dio a conocer, en primera plana (2/1/2023) la forma en que los ministros de la Suprema Corte han votado asuntos relacionados con la 4T y resultó que Norma Piña es la que menos ha favorecido a ese movimiento. Señal de independencia y apego a la ley.

Tenemos, pues, motivos para celebrar: nuestra democracia, aunque maltrecha, aún se mantiene en pie y resiste los embates de quienes desean sustituirla por una autocracia bolivariana.

Mail: jsantillan@coljal.edu.mx