
Llega el mes de agosto y la brújula marca el morado norte de la uva mexicana.
Como cada año, desde los últimos 10 años, la Vendimia es un ritual que nos reune a los amantes del vino en el cada día más cuidado Valle de Guadalupe.
La celebración de la vendimia se vive con los sentidos y con el corazón. Escuchar la pasión con que se habla de un buen vino, oler y sentir las bondades de la vid y, claro, paladear las mejores reservas.
En Ensenada se abre un espacio al romanticismo, que invita a recorrer los viñedos durante el crepúsculo, escuchar buena música, disfrutar de los eventos en cada una de las casas enológicas y no perderse de los mariscos.
Llegué al Valle en un fin de semana a pleno sol, con una clima fantástico que presagiaba una fiesta más de una de las mayores casas enológicas mexicanas.
Blanco fue el color que pintó al evento: un ambiente lounge que ya se ha convertido en un clásico de Casa Pedro Domecq.
Las telas níveas volaban al compás de la brisa marina mientras los invitados (unas 400 personas) paseaban entre poltronas y se dejaban caer en mullidos cojines.
Como cada año, también se celebró el tradicional “Recorrido Mágico por el Mundo del Vino”, una cena de gala acompañada de los mejores vinos, una fiesta que cerró una tarde a pura música (la Orquesta Amaro de Monterrey fue la protagonista) que hacía bailar las bandejas de sushi, mariscos y carnes frías que giraban en el lugar.
Hay una magia en esta Vendimia, en su música, en el intenso color de las uvas y el olor de las barricas de roble blanco en las que se madura el vino.
Magia que, quizá, sólo es entendida por los que conocen de vinos, pero que puede ser apreciada por cualquiera que se deje llevar por el suave ritmo de esta alegre celebración.
Aprovechando este momento, el equipo de Domecq (liderado por Francois Bouyra, Director general de la casa y Gustavo León, el Director de mercadotecnia) aprovecharon para presentar en sociedad a sus dos nuevos hijos: Blanc de Zinfandel y el Reserva Real.
El primero es un Zinfandel rosado joven, de color llamativo, brillante con tonalidades rojas y azules,, su nariz es afrutada, floral y de gran intensidad aromática, con equilibrada acidez y redondez en boca.
En cambio, el Reserva Real es un tinto robusto, hecho a base de Merlot y Petite Syrah, añejado en barricas de roble frances.
Es un vino intenso y profundo de color rojo violaceo y en la nariz se conjugan aromas a especies, frutos rojos y chocolate.
En boca es complejo, con gran cuerpo, de taninos dulces y suaves, que hablan de buen equilibrio.
Ambos son las creaciones del flamante enólogo de Casa Pedro Domecq, el argentino Sebastián Suárez. Quien tiene 30 años y desde el 2005 es el enólogo de Casa Pedro Domecq, Sebastián Suárez fue el que más espero el 12 de agosto, fecha en la que la bodega hizo la presentación en sociedad de sus creaciones.
Estos vinos son el reflejo de muchos meses de ardua tarea, en la que lleva como misión la de subir -la ya alta- barda de los vinos Domecq.
Es mendocino, de hablar tranquilo y pausado (que a veces hace pensar que no tiene los 30 años que revela). Fue él quien nos guió en una visita a la bodega y el que enumeró cada uno de los pasos para la creación de los vinos.
debybeard@casabeard.com
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