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A lo largo de la historia, el ser humano ha simbolizado y clasificado todo lo que le rodea, estableciendo una relación ser humano-naturaleza. Esta percepción sobre la naturaleza varía según el grupo, cultura y época, como ocurre en la sociedad maya, durante la colonización y en la actualidad

Venerados o detestados: Breve historia sobre los murciélagos hematófagos

Murciélago. D. M. Gión-Juárez. Maestra en Ciencias. (Instituto de Ecología-UNAM).

La naturaleza se encuentra en constante transformación y el ser humano ya sea como testigo o como generador de estos cambios, también va modificando su percepción acerca de su entorno natural. De esta manera, incorpora a la cosmovisión (concepción y creencias que un grupo social tiene sobre su entorno y realidad) distintas especies como plantas, hongos y animales, no limitándose a la esfera física.

En Mesoamérica existen diversos elementos sobre la importancia de los animales entre las diferentes culturas prehispánicas; por ejemplo, en la cultura maya el pelaje oscuro y claro de los jaguares (Panthera onca) está vinculado respectivamente con el poder y el inframundo (lugar al que llegan las almas después de la muerte), el mono araña (Ateles geoffroyi) está relacionado con la fertilización del cacao (fruto de gran valor en la antigua Mesoamérica), y los murciélagos (Orden Chiroptera) están asociados con el sacrificio, especialmente por decapitación.

Particularmente, los murciélagos que se alimentan de sangre (hematófagos) presentan características fascinantes y singulares que han llamado la atención del ser humano, por ejemplo, poseen componentes químicos en su saliva que actúan como anestésico y anticoagulante, dientes incisivos y caninos bien desarrollados que utilizan para cortar la piel de su presa, y el labio inferior en forma de V que permite el flujo y fácil consumo de la sangre. Por otro lado, tiene una estructura social compleja, en donde se forman relaciones de amistad, reciprocidad y altruismo entre los individuos de una misma colonia.

Pero, ¿quiénes son estos murciélagos hematófagos? Actualmente, hay tres especies: el vampiro común (Desmodus rotundus), el murciélago vampiro de alas blancas (Diaemus youngi), y el murciélago vampiro de patas peludas (Diphylla ecaudata), estas dos últimas especies son raras de ver en vida libre.

El vampiro común, usualmente consume sangre de otros mamíferos como el pecarí de collar (Dicotyles tajacu), el venado cola blanca (Odocoileus virginianus) o animales domésticos como caballos (Equus caballus) y vacas (Bos sp.). Mientras que el murciélago vampiro de alas blancas y el vampiro de patas peludas suelen preferir sangre de aves de corral por su accesibilidad.

De hecho, se ha llegado a considerar a este grupo como los más especializados entre los murciélagos que se distribuyen en el neotrópico (región tropical en América) desde México hasta el norte de Argentina. Por lo que la relación ser humano-murciélago hematófago en esta región es muy particular la cual ha tenido transiciones notables a través del tiempo, cambiando el valor de éstos, pasando de ser animales venerados a ser despreciados y percibidos como seres ponzoñosos.

Los mayas prehispánicos reconocían y veneraban a los murciélagos hematófagos dentro de su cosmovisión. Los hábitos nocturnos, su capacidad de volar y su alimentación especializada en sangre, hicieron de éste un animal caracterizado con propiedades divinas, la sangre fue el vínculo entre el mundo terrenal y el divino, al ser ésta el alimento de los dioses y los antepasados. Los atributos antes mencionados relacionaron a los murciélagos hematófagos con las entidades del inframundo, la muerte y el sacrificio. Por ejemplo, en el arte maya se pueden observar representaciones de ellos en objetos de barro, con sus alas extendidas, sin el apéndice nasal pronunciado y con gotas de sangre escurriendo de la boca.

En cambio, durante la Conquista española, se realizaron narrativas en diferentes localidades del continente americano en donde los murciélagos hematófagos fueron descritos. En 1526, el cronista de las Américas Gonzalo Fernández de Oviedo comparó a los murciélagos de España con los del continente americano, mencionando que éstos últimos eran ponzoñosos debido a que su forma de alimentarse (en el texto original está descrito como “picadura”) provoca el derramamiento de sangre y causa la muerte a los humanos, actividad que realizan de noche con la punta de su nariz o la yema de los dedos. Algo similar mencionó Francisco de Montejo cuando inició la conquista de Yucatán. Las crónicas cuentan que después de fundar la aldea de Salamanca (actual Playa del Carmen, Quintana Roo) en los principios de 1527, fueron atacados mientras dormían por una plaga de murciélagos quienes “picaron” a las personas y a los animales de carga.

Por otra parte, resulta extraordinario encontrar registros de posibles interacciones alimenticias con especies de hábitats acuáticos. Por ejemplo, Fray Diego de Landa menciona en el escrito “Relación de las Cosas de Yucatán” que los manatíes (Trichechus manatus) eran “picados” en el hocico por algunos murciélagos y se desangraban en el agua.

La incorporación de una nueva religión y la reconfiguración del tejido social, propiciados por las potencias coloniales, fueron la causa principal por la que el valor y juicio hacia los murciélagos hematófagos cambió. Muestra de ello es la donación de la palabra “vampiro” y su significado hacia las sociedades mesoamericanas. Dicha palabra fue adaptada a los murciélagos hematófagos, debido a los rasgos y similitudes que ambos presentan, tales como el alimentarse de sangre o deambular por las noches, propiedades compartidas entre el ser mitológico vampiro, salido de un cuento de fantasía y horror, mientras que los murciélagos hematófagos son reales.

Una acción relevante durante la colonización fue la incorporación de especies ganaderas como caballos, porcinos y bovinos, al continente americano, esto alteró los hábitos alimenticios de los murciélagos vampiro en América, quienes comenzaron a reemplazar sus presas silvestres nativas por el ganado, una fuente más accesible. Actualmente, se ha documentado que algunas poblaciones de murciélago vampiro común dependen en gran medida de estas especies introducidas.

Otro precedente importante en la historia de los murciélagos vampiro es que, tras diversas sospechas, en 1906 por primera vez fue descrito científicamente un caso de rabia en ganado bovino. Dicho estudio identificó a los murciélagos vampiros, específicamente Desmodus rotundus, como transmisor de este virus. Esta información, añadió otra apreciación sobre los murciélagos hematófagos, acercándonos a lo que actualmente se percibe sobre ellos. Ya que muchas veces se les asocia con enfermedades, principalmente la rabia, así también, con pérdidas económicas y de animales domésticos, usualmente todo relacionado con aspectos negativos.

En consecuencia, surgen narraciones que se encuentran muy lejos de la realidad de estos organismos, como la creencia de que todos los murciélagos se alimentan de sangre, lo cual es falso ya que hay una diversidad de hábitos alimentación en estas especies voladoras, algunas se alimentan principalmente de frutas, otras de insectos o inclusive hay murciélagos que consumen el néctar de las flores, como el caso del murciélago magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae). Otra creencia errónea sobre ellos es que los murciélagos son ratones viejos con alas, si bien ambos son mamíferos pequeños y sigilosos, los murciélagos y los ratones (Orden Rodentia) presentan características distintas por lo que pueden diferenciarse y clasificarse como grupos independientes.

Lamentablemente, estas creencias, fundan miedo y sesgan el conocimiento que existe sobre ellos, pero lo más preocupante, es que, de igual modo, otras especies de murciélagos que son ajenas al hábito de la hematofagia se ven gravemente afectadas. Ejemplo de ello, es la destrucción de refugios de murciélagos derivado de la imagen negativa que existe.

Vulnerar a estas especies o a la biodiversidad en general, es una acción que conlleva consecuencias catastróficas, ya que se altera el equilibrio y ciclos naturales de los ecosistemas. Las consecuencias pueden ser el cambio de uso de suelo o la sobreexplotación de algún recurso natural, lo que deriva que el límite entre la vida silvestre y la humanidad cada vez sea más difuso, aumentando la posibilidad de extinción de especies, aparición de epidemias y plagas.

En definitiva, la curiosidad, información auténtica e investigaciones integrales sobre algún organismo, en este caso, los murciélagos hematófagos, nos acerca a la comprensión, respeto y admiración que las especies merecen, así como, mantener límites con la vida silvestre evitando posibles riesgos. Entonces se podrá reflexionar sobre ¿realmente son detestables o no hemos logrado descifrar del todo su maravillosa naturaleza? ¿ellos son nuestros enemigos o simplemente son resilientes al entorno actual?

Aún queda mucho por aprender de estas maravillosas criaturas para continuar escribiendo una historia en donde no sean venerados o detestados, sino sean seres respetados y comprendidos, y que nuestras acciones puedan mantener una sana relación ser humano-murciélago.

1Instituto de Ecología. Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México, Ciudad de México, México. desmodontinae.d@gmail.com  

2Posgrado en Estudios Mesoamericanos. Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México, Ciudad de México. sanchezlopezyael95@gmail.com  

*Autor de correspondencia

Therya ixmana 4(2):97-99

https://mastozoologiamexicana.com

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