Cultura

Colocan furgón nazi en azotea del Museo Memoria y Tolerancia

© Pese a que es uno de los pocos que quedan en el mundo, dejan a la intemperie este emblema del holocausto © Ante la lluvia del domingo, "el furgón soporta", dijo Encinas

(La Crónica de Hoy)

Con una deslucida ceremonia se celebró ayer la colocación en la azotea de lo que será el Museo Memoria y Tolerancia, del furgón que fue utilizado durante la Segunda Guerra Mundial para transportar judíos a los campos de exterminio nazi, y que ahora constituye todo un emblema de uno de los episodios más negros de la historia de la humanidad.

Sin embargo, el vagón, donado por el Museo del Ferrocarril en Polonia, que luce la madera dañada por el tiempo, se le pudo ver a la intemperie y en medio de la lluvia, con todo y que es uno de los pocos que aún se conservan en el mundo.

Al respecto, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, refirió que “el furgón soporta la intemperie”.

—El furgón se está mojando...

—No hay ningún problema, el furgón soporta la intemperie.

—¿No lo previeron?

—La verdad es que son muy raras estas lluvias de noviembre, ya debieron haber terminado.

—Pero van a cubrirlo ¿verdad?

— Sí, en los próximos días.

Además del jefe de Gobierno, estuvo presente el periodista Jacobo Zabludovsky; la futura directora del recinto Sharon Zaga, y Salvador Gilbert, uno de los judíos polacos que sobrevivió al holocausto.

No obstante que el acto fue calificado por Zabludovsky de “solemne y de gran profundidad”, fue en realidad un pequeño acto arruinado por la lluvia. Poca asistencia: eran más los meseros con sus charolas de canapés que al final nadie comió, que las personas que fueron a presenciar el acto en el futuro museo que estará ubicado en la Plaza Juárez.

“Órale, hay que empezar a recoger las sillas”, gritó uno de los del staff (así decía su gafete) a uno de sus compañeros.

En tanto, Zaga afirmaba al fondo: “Este museo realmente hará un cambio en la sociedad mexicana, pues devolverá la tolerancia y será un recinto de respeto, amor y armonía”.

Tal vez luego, porque ahora nada de armonía. Todos corrían para refugiarse del agua en un pequeño techo, junto a la enorme grúa que se requirió para colocar el furgón en la azotea.

Después las palabras de Encinas: “Es importante no dejar de tener presentes los graves errores que la condición humana puede llegar a cometer y al mismo tiempo reivindicar un valor de convivencia y de respeto que son la esencia básica para una buena vida comunitaria.

Auguro que este proyecto es un gran aportación para esta ciudad e indudablemente va a ser un referente del tipo de sociedad que queremos construir. Una ciudad fundada en valores, ética, civismo, compromiso, pero fundamentalmente en el respeto a las diferencias entre nosotros para poder construir una democracia y una sociedad muy fuerte”.

En lo que respecta al museo, continúa en plena obra negra, con las varillas salidas por todos lados y con escaleras hechas de polines. David Serur, coordinador de la construcción, aseguró que el recinto estará terminado para principios de noviembre del 2007, cuando se había asegurado que la inauguración se haría a más tardar en junio de aquel año.

Y mientras... la única preocupación de los meseros era que los canapés se habían quedado y, por supuesto, que se mojaran las sillas.

—Órale, hay que empezar a recoger, gritó de nueva cuenta el del staff.

PROYECTO. Además del furgón, el museo -que cuenta con un área total de siete mil 196 metros cuadrados- exhibirá otras 500 piezas originales relacionadas con los genocidios, desde fotografías, uniformes de prisioneros y objetos personales de las víctimas, que estarán distribuidas en 12 áreas de exposición.

Salvador Gilbertviajó en el tren

Salvador Gilbert es uno de los miles de judíos polacos que viajaron durante días en los trenes, sin comer ni beber. Más de 60 años después, cuando Gilbert vio el vagón que llegó a México, el pasado 7 de octubre, todos sus recuerdos se agolparon en su mente.

Entonces dijo: “Gente enferma moría parada, señoras embarazadas abortaban, y las mujeres que traían a niños en brazos después de tres días no soportaban su peso y se les deslizaban; al final, los infantes morían pisoteados.

Nosotros esperábamos dos o tres horas (de viaje), y estuvimos tres días y dos noches... sufríamos de falta de agua y de aire. Estábamos completamente encerrados", narra y recuerda que durante ese viaje, muchas personas fallecieron.

“Sin duda, la llegada de este objeto a México para ser exhibido en el Museo Memoria y Tolerancia marca una fecha muy importante, porque recibimos el eslabón más importante, más significativo, de la cadena del odio: el vagón…”.

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