Cultura

Con su trabajo, mostró las desigualdades sociales que marcaron a Latinoamérica en los años 50 y 60

Adiós a Rodrigo Moya, el gran fotógrafo y documentalista

Foto. Rodrigo Moya.

Rodrigo Moya, fotógrafo que retrató al Che Guevara, a Gabriel García Márquez y muchos más, falleció este miércoles a los 91 años en su casa de Cuernavaca, Morelos.

De acuerdo con sus familiares, pasó las últimas horas de su vida con su esposa, la diseñadora Susan Flaherty. estuvo enfermo por largo tiempo.

Moya se dedicó a capturar las desigualdades sociales que marcaron a Latinoamérica en los años 50 y 60. Fundó en 1999, junto a su esposa, el «Archivo fotográfico Rodrigo Moya» conformado por negativos, positivos, así como las fotografías personales de Moya que representan las luchas populares de décadas previas.

Moya se convirtió en uno de los fotodocumentalistas más importantes de Latinoamérica al retratar procesos políticas fundamentales en la historia del siglo XX, tales como la Revolución Cubana y las guerrillas de Guatemala y Venezuela.

Nacido el 10 de abril de 1934 en Medellín, Colombia, Moya dejó un legado imborrable en la fotografía documental, capturando con su lente las desigualdades sociales, movimientos políticos y momentos históricos de México y América Latina durante las décadas de 1950 y 1960.

Moya, hijo de un escenógrafo mexicano y una madre colombiana, se formó inicialmente en Ingeniería Civil en la UNAM, pero abandonó sus estudios para dedicarse a la fotografía bajo la tutela del reportero gráfico Guillermo Angulo.

Desde 1955, trabajó en revistas como Impacto y Sucesos, documentando desde conflictos armados hasta la vida cotidiana. Su obra más destacada incluye los retratos de Ernesto “Che” Guevara, especialmente “El Che melancólico” (1964), así como registros de la Revolución Cubana, las guerrillas en Venezuela y Guatemala, y la invasión estadunidense a República Dominicana.

Su trabajo, presente en colecciones de museos como el de Arte Moderno de San Francisco y el Centro de la Imagen en México, recibió reconocimientos como la Medalla del Mérito Fotográfico (2007) y la Presea Cervantina (2014), aunque Moya siempre prefirió los libros sobre su obra antes que los premios.

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