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Es martes y el cuerpo lo sabe

Sudor no siempre es sinónimo de progreso

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Hay quienes miden la calidad del entrenamiento por la cantidad de sudor que dejan en la camiseta. Y cuando terminan empapados, jadeando, con las piernas temblando, sienten que “ahora sí entrenaron bien”. Como si el único lenguaje válido del cuerpo fuera el del agotamiento.

Pero el esfuerzo no siempre significa avance.Cansarse no es garantía de mejora.Y entender eso es una forma de madurez física… y también mental.

MÁS NO SIEMPRE ES MEJOR

El cuerpo no responde a la intensidad con gratitud automática.Tiene sus límites. Tiene sus ritmos.Y cuando los ignoramos, responde con lesiones, con fatiga crónica, con desmotivación. Hay una delgada línea entre el estímulo suficiente y el castigo innecesario.

El entrenamiento no es una competencia constante contra el cuerpo, sino una conversación. Uno propone: una carga, una serie, un ritmo.Y el cuerpo responde: con adaptación… o con resistencia.

Por eso existen los principios de carga: progresividad, alternancia, recuperación. Son como leyes internas que, si se respetan, permiten crecer sin romperse. Y si se violan, el cuerpo pasa factura. Siempre.

Lo más interesante es que los mayores avances no siempre ocurren en los entrenamientos más intensos, sino en aquellos que están bien programados: cuando se respeta el descanso, cuando se trabaja con intención, cuando se mide, se observa, se ajusta.

ENTRENAR CON INTELIGENCIA

Entrenar bien no es entrenar más.Es entrenar mejor.Y eso implica saber para qué haces lo que haces. No todos necesitan correr al 100%, levantar el doble, saltar más alto. A veces lo que el cuerpo necesita es equilibrio, no récords.

Ahí entra la carga interna: cómo percibes el esfuerzo.Dos personas pueden hacer la misma rutina y salir con sensaciones completamente distintas. Una lo disfruta, la otra se agota.Una se siente viva, la otra arrastrada.

.El cuerpo no solo reacciona a lo físico, sino a lo emocional, a lo hormonal, a lo contextual.No es lo mismo entrenar bien dormido que entrenar con insomnio.No es igual moverse con hambre que después de comer. Y no está mal ajustar. De hecho, está muy bien

Medir el esfuerzo no es un lujo de atletas profesionales. Es una forma de cuidar el cuerpo. Y eso puede hacerse con tecnología, pulsómetros, zonas de frecuencia, escalas de esfuerzo, o con algo más simple: la percepción. Escuchar al cuerpo no es una frase cursi. Es una herramienta científica.

EL CUERPO SABE CUÁNDO ESTÁ APRENDIENDO

El verdadero progreso no siempre deja sudor, pero sí deja rastro.Un movimiento más fluido. Un dolor que ya no está. Una energía que se sostiene. Entrenar con inteligencia no da likes, pero da continuidad. Y el cuerpo, que todo lo registra, responde mejor cuando se siente respetado.

Porque entrenar sin sentido puede ser agotador… pero no transformador. Y entrenar con conciencia puede parecer menos heroico, pero es más duradero.

La próxima vez que sientas que no “diste todo”, pregúntate si diste lo que hacía falta. Porque el cuerpo no quiere que lo lleves al límite todos los días. Quiere que lo lleves contigo, en el camino.

Porque sí: el sudor puede ser señal de entrega,pero el verdadero progreso se mide en otra unidad: la de un cuerpo que no se rinde… porque no lo están empujando al abismo, sino acompañando en el trayecto.

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