
¿Pagar un salario a un atleta universitario en Estados Unidos? Por años esa fue la pregunta, el anhelo de los jugadores y el temor de los directivos de la NCAA (Asociación Atlética Nacional Colegial).
Tras años de discusión e incluso demandas en contra del organismo atlético (NCAA) acusándola de monopolio, una jueza, de nombre Claudia Wilken, dio el fallo a favor para que a partir de la presente temporada (2025) los jugadores del futbol americano reciban un salario por su labor atlética (no podemos llamarlo empleo porque no es una relación laboral con la universidad), con lo que se termina un era de “amaterismo romántico” ya muy en entre dicho, pues desde hace tiempo existían ciertos incentivos para estrellas de equipos en las universidades.
La verdad es que esta nueva realidad es un parte aguas para el deporte estadounidense y que por supuesto será un tema que tendrá implicaciones a nivel mundial en cuanto al deporte colegial. No obstante, hay que ser claros al señalar que el acuerdo se restringe a las universidades de la llamada División 1, la que integra a las instituciones educativas con los mejores programas atléticos, dicho en otras palabras, a las que tienen a los mejores equipos de la nación.
Por años se alegó que la NCAA impedía, de manera ilegal, que los jugadores obtuvieran ingresos, toda vez que ellos son los protagonistas y la materia prima del gran espectáculo que es el futbol colegial, alegando que por ser atletas amateurs no tenían derecho a cobrar, toda vez que muchos de ellos cuentan con una beca e incentivos.
De acuerdo con la información oficial, un equipo colegial está integrado por 130 jugadores, de los cuales 85 son becados y sólo 45 no cuentan con dicho beneficio.
Sin embargo, eso se acabó, comienza una nueva era, donde los jugadores recibirán un cheque por su labor atlética.
UN INCÓMODO ANTECEDENTE
Aún así, hay que destacar que desde 2021 el dinero ya comenzaba a fluir de manera directa para ciertos “jugadores estrella”, quienes se veían beneficiados por el programa que permitía la generación de ingresos por nombre, imagen y apariencia, un acuerdo llamado NIL.
La generación de dinero era tal con dicho programa, que las universidades lo utilizaban para dar ciertos incentivos a jugadores estelares, algo que se acabará toda vez que las nuevas reglas y condiciones son que el dinero para pagar a los jugadores saldrá de los ingresos del departamento atlético de cada Institución, por lo que el dinero generado para cada jugador por patrocinios será netamente del beneficiado.
Esta nueva medida, como lo comentó el presidente de la NCAA, Charlie Baker, permitirá retomar el control de ese mercado de dinero generado para atletas, toda vez que se prestaba a la posibilidad de pagos a través de terceros hacia jugadores con fines de condicionamiento o reclutamiento a futuro, un problema que siempre ha aquejado al deporte estadounidense para convencer a los chicos a firmar con una u otra institución.
Y aunque a primera vista el acuerdo parece ser una gran victoria para los jugadores universitarios, aun se vislumbran diferentes obstáculos como cuál será la manera en que se tabulará “el ingreso” que recibirá tal o cual jugador de acuerdo a su posición. Según los reportes, los primeros pagos fueron entregados desde el 1 de julio del 2025, no obstante sigue siendo una incógnita cómo se repartió el dinero.
OBSTÁCULOS EN EL CAMINO
Uno de esos problemas que surgió hace apenas unos meses fue que las autoridades, al vislumbrar que deberían pagar a los atletas, sugirieron recortar las plantillas de los equipos, algo que provocó una demanda generalizada por parte de coaches y jugadores, por lo que se tuvo que dar marcha atrás y respetar lo establecido. Cabe señalar que actualmente cada equipo cuenta entre sus filas con 130 jugadores, de los cuales sólo 85 tienen una beca de la universidad y 45 no.
El alegato fue que era un injusticia dejar fuera del programa atlético a chicos que deseaban jugar para la institución a pesar de no contar con beca. Eso, en teoría se ha terminado, pues cada uno de los jugadores debe recibir una cantidad por ser parte del equipo, y con su labor una pieza muy importante en la generación de ingresos para la Universidad, toda vez que, como es sabido, los contratos televisivos de las instituciones con las cadenas de TV son tan jugosos como los de la misma NFL.
MÁS REBANADAS DEL PASTEL,
AUNQUE CON UN CLARO BENEFICIO
Es verdad que para muchas autoridades universitarias la presente determinación de pagar a los jugadores no fue del todo bien vista, ya que representa tener que dividir el pastel de las ganancias millonarias con alguien más (la plantilla atlética), no obstante, eso podría poner un freno a ese éxodo anual que sucede cada vez más: el de los muy jóvenes jugadores que, apenas tras dos años en el colegial, deciden dar el brinco al Draft de la NFL en busca de los siempre codiciados contratos millonarios que seducen hasta al más recatado.
Ahora, con un “sueldo” fijo para cada jugador, bien podrían esperar terminar su elegibilidad colegial de cuatro años, lo que contribuiría a una mayor maduración como deportistas, sobre todo en posiciones clave como la de quarterback, donde dadas las enormes cantidades por las que ahora son firmados no lo piensan mucho para buscar un lugar en el profesionalismo; sin embargo como se ha visto en los últimos años muchos mariscales de campo llegan tan inmaduros a la NFL, deportivamente hablando, que el fracaso es su destino más seguro, pues apenas y fueron titulares uno o dos años en la universidad, no más.
¿UNA LIGUITA PROFESIONAL DISFRAZADA?
Se quiera aceptar o no, la nueva era en el futbol americano colegial se parece cada vez más a una liga profesional, y una prueba de ello es que se ha implementado un tope salarial anual, el cual quedó establecido en 20.5 mdd por universidad, quizá muy lejos de los 279 mdd por equipo en la NFL, sin embargo la similitud de acciones es inevitable.
Por otra parte, el zarpazo para las arcas de las universidades no ha parado ahí, pues el falló a favor de los atletas incluye un pago de indemnizaciones para todos aquellos atletas que participaron en equipos universitarios desde 2016 a la fecha, la cifra de tal determinación se calcula en dos mil 800 mdd a pagar durante la siguiente década, es decir, una cantidad que será algo así como un retroactivo.
De acuerdo con analistas, se cree que la NCAA terminó cediendo ante todas estas condiciones debido a la avalancha de demandas que ya tenían y que vislumbraba otras en puerta, por lo que al parecer le saldría más barato pagar esto que seguir gastando en abogados y juicios.
Aún así, hay que ser precisos al aclarar que el pago no será para todos los jugadores a nivel nacional, pues el acuerdo sólo contempla, como comentamos al principio, a las universidades de la División I, la cual alberga a los programas atléticos más poderosos, es decir, a las universidades con los mejores equipos de la nación. La llamada División II quedó fuera de esta negociación.
En cierta manera, es algo razonable, los mejores jugadores y quienes nutren al futbol americano profesional salen de la División I, y los grandes contratos de transmisión televisiva son de la misma; en realidad pocos son los jugadores destacados que han llegado de la División II, como el pateador Adam Vinatieri, de Sotuh Dakota State; el receptor Tyreek Hill, de West Alabama; el corredor Danny Woodhead, de Chadron State; el corredor Ausrin Ekeler, de West Colorado y Adam Thielen, de Minnesota State, entre los más sonados.
La realidad es que el tema tiene diferentes aristas, para bien y para mal, como se le quiera enfocar, pero lo cierto es que de una u otra manera terminaría por suceder, y aunque eso de los pagos e incentivos a los jugadores estrella se han rumorado toda la vida, más nunca se han comprobado, la verdad es que el tema económico es cada vez más preponderante, convirtiendo toda actividad es una mercancía que genera ingresos, y que guste o no debe repartirse por igual entre los involucrados.
LA ESTRELLA QUE TRANSFORMÓ A UNA UNIVERSIDAD
Lo anterior nos lleva a una de las historias más increíbles de cómo un jugador, por su sola imagen, capacidad atlética, carisma, liderazgo e impacto puede generar un cambio total, me atrevo a decir un verdadero salto cuántico, y me refiero en específico al quarterback de Texas A&M Johnny Manziel, aquel que en 2012 logró la proeza de ser el primer y único jugador en la historia del futbol americano colegial en ganar codiciado Trofeo Heisman en su primer año. La energía de este chico fue tal que llevó a la Universidad a vivir una de su más grandes épocas financieras de la historia, al grado de remodelar todo su campus atlético y construir un nuevo estadio gracias a la bonanza económica que generó el fenómeno Manziel.
La cantidad de ingresos que generó la presencia de este jugador fue tal que la institución se transformó de manera radical, y sin embargo, tal y como lo señaló en su momento el mismo Manziel en un documental sobre su vida (muy bueno por cierto), nunca vio un sólo centavo de eso en su bolsillo, aún cuando él sabía que fue el detonante de todo ese huracán financiero que hizo volar a Texas A&M.
A la larga sería algo que afectó a Johnny, pues por sus medios él busco generar ingresos que a la postre le acarrearon serios problemas administrativos y de conducta con las autoridades de la universidad y de la misma NCAA.
De hecho, como se recordará, Manziel hacía una señal de dinero con las manos que le valió mucha popularidad con la frase “Show me the money”. ¿Quien diría que esa fijación por el dinero también sería parte de su fracaso en su carrera? Con tan sólo dos años en el colegial, decidió probar suerte en el Draft de la NFL, donde fue una primera selección colegial de Cleveland. Con una inmadurez impresionante, Johhny se encargó de echar su carrera por la borda hasta acabar en el olvido.
NO ESTÁN PREPARADOS MENTALMENTE: BRADY
No obstante, existe otra perspectiva, y es el inconveniente de ¿qué tan contraproducente puede ser dar dinero en grandes cantidades a chicos tan jóvenes que aún no son capaces de tomar muchas decisiones de manera acertada?
En una entrevista al respecto de todo este asunto del pago a jugadores universitarios, Tom Brady, el ex quarterback icónico de los Patriotas Nueva Inglaterra y de la misma NFL, dijo estar en contra y opinó que es un peligro entregar dinero de esa manera a chicos que aún son inmaduros mentalmente.
Desde su punto de vista, va en contra de los valores fundamentales como la competencia y el trabajo en equipo. Para él, la atención debe centrarse en el crecimiento personal y la camaradería, algo que debe estar por encima de cualquier incentivo económico.
Como lo comentó, él no fue de esos jugadores que se la pasó cambiando de institución: “No fui a tres universidades diferentes, no abandoné cuando parecía que no iba a jugar. Mi objetivo era vivir una gran experiencia universitaria, estudiar, compartir con mis compañeros y competir la máximo nivel”.
Para Brady existe la duda de que si esta comercialización del futbol universitario desvirtúa a los jóvenes del objetivo universitario que es adquirir valores que son esenciales en la vida. Desde su punto de vista, el dinero rápido desvía a los jóvenes de aprendizajes y lecciones de vida más duraderos.
Recordó su beca de 400 dólares, la cual le parecía suficiente, pues, admite, el dinero no era el motor de su experiencia como estudiante.
Acertadamente añade que “Estos chicos son muy jóvenes, sus cerebros ni siquiera están completamente desarrollados y la actual medida significará enfrentarlos a situaciones propias de adultos, con agentes y decisiones financieras complejas”
Y eso verdad, no en vano, ya siendo profesionales, muchas ocasiones son incapaces de negociar por su cuenta, pues son temas nada sencillos.
Asimismo, puntualizó que la prioridad de la formación universitaria debe ser centrarse en el desarrollo integral y no sólo en la obtención de beneficios económicos.
Otro punto destacado por Brady fue que, aunque actualmente los atletas universitarios parecen estar físicamente listos y en mejores condiciones que antaño, debido al acceso de tecnologías y ayuda especializada de entrenadores personales, existe una carencia en su desarrollo mental.
Tajante, aseguró que el verdadero aprendizaje proviene no de la validación o aceptación externa tan buscada hoy día, sino de la competencia, el trabajo en equipo y la capacidad de superar la adversidad, cosas que considera en peligro en esta nueva cultura del futbol universitario.
La realidad es que esta nueva era del futbol americano podremos juzgarla una vez que haya terminado esta primera temporada y seamos testigos del comportamiento de unos jóvenes que ya no sólo jugarán por su equipo, sino por su bolsillo, porque ¿hasta dónde se incrementará la presión para un jugador cuando ya percibe un jugoso incentivo económico (sueldo)? Debemos ser realistas de que la exigencia no será la misma, será mayor por parte de las autoridades de la universidad y de los coaches.
Sin más, sólo el tiempo emitirá un juicio más certero y profundo se esta medida que ni ellos mismos saben a dónde los llevará.