
México está cansado, pero no por moverse demasiado:está cansado porque todo movimiento parece inútil.
El cansancio del cuerpo es noble; obedece leyes claras: cargas, descansas, te adaptas.El cansancio mexicano, en cambio, se instala antes de que uno dé el primer paso.No duele en las piernas: duele en la expectativa.
Es el cansancio de quien hace trámites que se pierden, de quien trabaja más y gana lo mismo, de quien ahorra para descubrir que la inflación corre más rápido que él.Es un cuerpo que madruga no para avanzar, sino para evitar retroceder.
Ese desaliento no proviene del esfuerzo físico, sino de la sensación de que el país está diseñado para que la energía ciudadana no produzca resultados equivalentes.El mexicano no se fatiga por exceso de movimiento:se fatiga porque ese movimiento no transforma nada.
LA FATIGA MORAL DEL MOVIMIENTO SIN HORIZONTE
Toda cultura física requiere un propósito.El corredor corre para llegar; el deportista entrena para mejorar; el niño juega para descubrir.
Pero en México el movimiento cotidiano carece de ese destino.Caminamos kilómetros no porque amemos caminar, sino porque el camión no pasó.Cargamos peso no porque fortalezca, sino porque no hay infraestructura que lo alivie.Hacemos filas eternas que no avanzan.Repetimos trámites absurdos.Sorteamos obstáculos urbanos que se reproducen como si la ciudad jugara en contra.
Ese movimiento no construye ciudadanía ni bienestar:construye agotamiento moral.
El desaliento surge cuando la fuerza que uno aplica al mundo no regresa en forma de posibilidad, sino de muro.Cuando todo avance es provisional y cada logro parece reversible.Cuando la vida se vuelve un gimnasio donde uno entrena sin entrenador, sin rutina, sin resultados visibles.
Los fisiólogos hablan de “sobrecarga progresiva”.En México inventamos otra: sobrecarga sin progreso.
Esa sí quiebra a cualquiera.
LO QUE LA FATIGA REVELA: UN PAÍS DONDE EL CUERPO TRABAJA, PERO EL FUTURO NO RESPONDE
Lo dramático no es la fatiga física, sino la fatiga anticipada:esa certeza íntima de que el esfuerzo servirá para poco.
La neurociencia lo describe con precisión:el cuerpo se activa cuando ve posibilidad;se apaga cuando el horizonte se vuelve opaco.La esperanza, biológicamente hablando, es combustible.Cuando se evapora, el cuerpo entra en modo de conservación, no de creación.
Eso explica por qué México tiene cuerpos resistentes pero ánimos agotados.Somos fuertes para el día a día:para madrugar, para aguantar tráfico, para trabajar doble, para sobrevivir a la ciudad como si fuera un triatlón improvisado.
Pero somos débiles para imaginar un futuro.Porque imaginar exige energía… y la energía se fuga cuando el país pide tanto y devuelve tan poco.
Ese es el corazón del cansancio nacional:una cultura que exige esfuerzo en condiciones donde el esfuerzo no produce ascenso, pertenencia ni protección.
El cuerpo aguanta.Lo que ya no aguanta es la promesa incumplida.
CÓMO PODRÍA DEJAR DE DOLER: DEVOLVERLE SENTIDO AL ESFUERZO
El cansancio nacional tiene cura, pero no con discursos motivacionales ni con campañas de activación física.Se cura cuando el movimiento vuelve a tener destino.
Cuando caminar sea seguro.Cuando trabajar signifique mejorar, no sobrevivir.Cuando estudiar abra puertas y no solo endeude.Cuando la ciudad alivie, no castigue. Cuando la energía invertida en un día no se pierda en trámites, precariedades y calles rotas.
El cansancio se disipa cuando el país deja de ser un sitio donde todo esfuerzo es defensivo. Y se convierte en uno donde el esfuerzo puede construir futuro.
Mientras eso no ocurra, México seguirá en esta paradoja:cuerpos que resisten como atletas y ánimos que flaquean como enfermos.
Porque no estamos cansados de movernos.Estamos cansados de movernos sin recompensa, sin transformación, sin horizonte.
El cuerpo, pese a todo, sigue en pie.Pero el ánimo, ese músculo invisible, ya pide relevo.