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Luego de ver el espectáculo de IDLES cualquier ruido es silencio, cualquier movimiento es sigiloso y sutil. Luego de sentir la energía rebotando por todas partes en su presentación, todo es paz y armonía. Su música es casi como un ying yang de sensaciones en el que IDLES permanece en ambas partes.
Tras casi dos años de lo que se esperaba fuera la primera visita de los británicos a México en 2020 y del cual se pospuso por temas pandémicos, Joe Talbot y compañía hicieron notar en cada oportunidad que tuvieron las ganas que tenías de ya pisar estas tierras mexicanas durante su presentación en el Pabellón del Palacio de los Deportes, estos suelos que se han ganado la fama a nivel mundial de ser de los mejores públicos. O “el mejor público del mundo”, dicho en palabras por ellos mismos. Lo anhelaban y lo demostraron tanto en el escenario como en sus redes sociales con mucha fascinación.
La IDLESmanía vibraba a tope, con fuerza en los empujones del mosh pit, pero también con amor hacia el prójimo y hacia uno mismo, un lugar seguro en donde a pesar que tu celular o tus lentes se cayeran a raíz de los empujones, la misma multitud abriera pista para ayudarte a encontrarlos de nuevo, justo como Joe nos lo ha enseñado en sus letras a través de todos estos años en su discografía: ser fuertes y rudos sin perder la humanidad, lo empáticos y lo susceptibles que todo ser humano debe ser cuando se debe.
Y es que en la música, como en la vida misma, no deben existir estereotipos. Es por eso que el Pabellón Oeste vio brillar a Las Margaritas Podridas desde el arranque y su punk violeta afianzándose algunos fans más que las escucharon por primera vez. O ver a hombres cantando con IDLES un popurrí compuesto de canciones clásicas de amor dentro de “Love Song”. O el gritar al viento - ¡I kissed a boy and I liked it! - en “Samaritans”, canción que nos muestra el camino para quebrar la masculinidad frágil, esa que los padres y la sociedad por años le ha puesto como máscara a los hombres para no poder expresar sus sentimientos.
“I'm a real boy and I cry
I love myself and I want to try”.
Dentro del Pabellón Oeste, ubicado a las espaldas del Palacio de los Deportes, todo el público contaba con la misma energía de pasarla bien, de derramar amor con el punk de IDLES y de empujar en cada corte de los Bristol, pero sanamente, desde “Colossus” que abría pista y partía por la mitad al gentío, hasta la hermosa balada en “The Beachland Ballroom” moviendo nuestros cuerpos de un lado a otro para elevarnos en brincos con “I'm Scum”, “War”, “Danny Nedelko” y “Rottweiler”.
Al final, fueron dos noches de IDLES llenas de plenitud en donde la música ganó para quedarse en la memoria de los presentes. Dos noches, una en Pabellón Oeste y otra en House Of Vans que también merece su mención, donde brilló uno de los lemas que IDLES inmortalizó en uno de sus discos “La Alegría Es Un Acto De Resistencia”, y qué mejor resistencia que ser felices y agradecidos con lo que la vida nos tiene en puerta en el aquí y ahora. En el futuro ya no se sabe, pero igualmente debemos estar preparados y mejorar como personas día a día.
Gracias por esta primera visita a México, IDLES. Será inolvidable para muchos de nosotros.
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