Escenario

‘Elementos’: Deslumbrante, divertida… pero derivativa

CORTE Y QUEDA. La más reciente entrega de Pixar debutó en México en el Marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara

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Fotograma de 'Elementos'.

Fotograma de 'Elementos'.

CORTESIA DISNEY

En el largometraje número 27 de los estudios de animación Pixar, sus protagonistas son los cuatro elementos de la naturaleza. O mejor dicho, versiones antropomorfas y múltiples de los mismos, las cuales habitan en Ciudad Elemento, diseñada de acuerdo a sus cualidades específicas. O por lo menos, de acuerdo a las características y necesidades de tres de ellos.

Allí transcurre la trama de Elementos (Elemental, Estados Unidos, 2023), en ese lugar donde la arquitectura, las calles y los espacios públicos están planeados para seres de agua, aire y tierra. Pero no para los de fuego, dando origen a un primer conflicto perceptible, cuando se nos muestra la llegada de una pequeña familia perteneciente a dicho elemento, quienes se topan con una urbe luminosa y en constante movimiento, pero donde los de su raza no tienen muchas opciones ni espacios pensados para ellos, y se les confina en los recovecos más oscuros de la misma.

Sin embargo, eso no desalienta a Bernie Lumen, patriarca de dicha familia, quien a base de trabajo duro y muchos esfuerzos y sacrificios, logra levantar un negocio propio que le permite no solo mantener a su esposa Cinder y a su pequeña hija Ember, sino que con él incluso logra crear un sentido de comunidad, ya que en torno al mismo, con el pasar de los años, florece un ghetto en donde diversos integrantes de la raza de fuego conviven, se hallan cómodos y se sienten más cercanos a su patria natal.

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Durante el paso de ese tiempo, Ember se transforma en una bella joven quien desea algún día poder hacerse cargo del negocio familiar, sobre todo porque su padre ya es mayor y se encuentra muy cansado tras años de fatigosas labores. El único impedimento para alcanzar ese propósito es su propio temperamento explosivo, ya que cuando se somete a situaciones de mucho estrés, estalla e incinera todo a su alrededor. Y trabaja en ello para poder mantenerlo bajo control.

Pero las cosas para Ember están por complicarse cuando irrumpe Wade Ripple, un joven de elemento agua el cual intenta ganarse la vida como inspector de tuberías y drenajes en Ciudad Elemento. Atolondrado y de lágrima fácil pero de gran ímpetu, el joven aparece cuando uno de los “accidentes” de ella desemboca un caos acuoso, derivando en varias infracciones que pueden ameritar la clausura del local, poniendo en peligro el negocio familiar.

Por ello y otras circunstancias, ambos terminan haciendo equipo para tratar de ubicar la raíz del problema y erradicarla, evitando así el inminente cierre. Y durante la convivencia cercana entre ambos, ella comienza a percatarse de dos cosas que le producen conflicto. La primera, es que hacerse cargo de la tienda fundada por su padre, quizás no es lo que realmente soñaba hacer con su vida. Y la segunda es percibir un sentimiento especial por el líquido muchacho, desafiando con ello la regla de oro en ese universo, la cual establece que los distintos elementos no pueden mezclarse.

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Un filme sobre la diversidad de culturas

Elementos es un producto Pixar en toda regla: desarrolla una imaginería visual desbordada, ostentando increíbles texturas y paisajes de ensueño. Lo mismo aplica con el diseño de sus personajes, siempre atractivos y encantadores. Y en general todo en su manufactura es impecable. Incluso el tema musical “Steal the show”, interpretado por el cantante y compositor Lauv, con su pegajosa melodía y cándida ejecución, tiene todo para ser nominado en la próxima entrega del Oscar.

Ese mood multicolor también está presente al momento de recrear a la raza de fuego, la cual temática y estéticamente se percibe como resultado de una gran amalgama en donde se reconoce rasgos de diversas culturas (principalmente asiáticas, tales como hindúes, turcos, árabes y coreanos, por mencionar algunas), la cual funciona eficazmente al momento de desplegar un discurso acerca de la inmigración y lo que implica mudarse a un lugar donde no siempre se recibe al recién llegado con los brazos abiertos. Premisa que de inicio pintaba muy bien, sobre todo para poder abordar temas como la segregación y la intolerancia, contrapuestos a la inclusión y la aceptación de puntos de vista, así como de cultura y tradiciones divergentes de las locales.

Sin embargo, el filme dirigido por Peter Sohn, abandona pronto está premisa, dejándola solo como planteamiento y trasfondo de su relato, llevando al mismo por derroteros más convencionales, saltando primero a un discurso sobre el hacer lo que debemos y no lo que queremos; para de allí derivar en una versión animada, infantil y un tanto melodramática; de cierta obra muy conocida de William Shakespeare con un Romeo acuoso y llorón pero noble y determinado, y con una flamígera Julieta de curvilínea apariencia y carácter explosivo. Y ambos guardan un apego especial con sus respectivas familias.

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Aunque en suma, la película resulta divertida y un entretenimiento vistoso adecuado para todos los públicos, deja la sensación de que se pudo haber contado algo más con la premisa y el contexto inicial, planteados en el argumento desarrollado por los guionistas John Hoberg, Kat Likkel y Brenda Hsueh. Y ello quizás pudo haber desembocado en un relato un poco más profundo, trascendente, arriesgado e incluso hasta novedoso, cómo solía hacerlo el Pixar de antaño.

Elementos fue la última gala celebrada durante el día final de actividades de la 38 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, FICG.

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