Escenario

PREMIOS ARIEL 64: ‘Te nombré en silencio’. La esperanza y el dolor de caminar entre muertos

ESPECIAL. A unos días de la ceremonia de premiación Crónica Escenario comparte detalles de todas las películas nominadas. El texto número 13 habla sobre el trabajo de las Rastreadoras de El Fuerte que buscan a sus desaparecidos

cine

El filme compite al Mejor Documental.

El filme compite al Mejor Documental.

CORTESÍA

El texto número 13 de nuestra serie de especiales rumbo a la edición 64 de la entrega de los Premios Ariel habla sobre el trabajo de las Rastreadoras de El Fuerte que buscan a sus desaparecidos: Te nombre en silencio.

UN FILME QUE NACE DE LA EMPATÍA

“Es doloroso tener que decir que estamos caminando sobre muertos”, dice Mirna Nereida Medina en un fragmento del documental, del director José María Espinosa.

En la película conocemos al colectivo Las Rastreadoras de El Fuerte, un grupo de madres de personas desaparecidas en el norte de Sinaloa que, ante la ausencia de las autoridades, salen con picos y palas en busca de los restos de sus hijos. Este grupo es uno de los muchos colectivos que enfrentan a diario intimidaciones, amenazas a su vida y a la de sus seres queridos, así como, en ocasiones, la obstrucción del acceso a la justicia y a la verdad por parte del Estado.

El documental es un testimonio de estas condiciones adversas, pero también de la fuerza y valentía que mantiene unidas a estas mujeres, y de su empoderamiento para movilizar a la sociedad en la organización comunitaria.

Ganadora del Premio José Rovirosa a Mejor documental mexicano 2021, Te nombré en el silencio es la ópera prima dirigida por José María Espinosa de los Monteros, una celebración alegre de la lucha de Las Rastreadoras de El Fuerte, en un documental que tiene drama y humor mientras se hace esa búsqueda titánica por la justicia.

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En Crónica Escenario hablamos con el realizador de este proyecto así como con la líder de las Rastreadoras de El Fuerte, Mirna Nereida Medina, sobre la importancia y el acercamiento a este tema que es tan doloroso pero actual en nuestro país.

“Chema (el director) llega a nosotros en una llamada y le comenté que voy a estar en Culiacán y es ahí cuando me propone la idea de un documental que habla sobre la violencia, aceptamos y cuando llega, se queda para siempre. Estuvimos por tres años conviviendo juntos, fue algo muy bonito, lo tomamos como nuestro hijo y nos motivó mucho y ahorita por lo que hemos visto en el documental hace que las rastreadoras lo queramos todavía más”, comentó Mirna acerca del acercamiento del documentalista y el nacimiento de este filme.

¿Cómo entraste en contacto con Las Rastreadoras y en qué momento decidiste hacer este documental sobre ellas?

Te nombré en el silencio viene de un proyecto más pequeño: la ONG Open Society contactó a mi hermano Juan Pablo para hacer cortometrajes sobre los puntos rojos de violencia en México.

Investigamos y escogimos la normalización de la violencia como tema principal. Platicamos con académicos, periodistas y víctimas para nutrirnos del tema; en una de estas investigaciones conocí a Las Rastreadoras; pensé que era una buena oportunidad para agregarle un matiz distinto al cortometraje.

Me puse en contacto con Mirna Nereida, una de las líderes del grupo, y coincidió que ella viajaría a Culiacán, para ir a la fiscalía. Nos reunimos para platicar sobre su labor. Después de esta primera entrevista, en la que conversamos sobre la desaparición de su hijo y cómo había empezado su lucha, sentí la necesidad y el impulso de hacer un largometraje documental del grupo.

El filme tiene unos tintes de humor en medio del horror.

El filme tiene unos tintes de humor en medio del horror.

CORTESÍA

Un filme indispensable, en palabras de Noemi Cuetos, programadora de Ambulante: “A pesar de las amenazas, las Rastreadoras de El Fuerte siguen escarbando la tierra y se capacitan en arqueología forense para aprender a buscar mejor. La película propone un relato imponente sobre la labor que desarrollan los colectivos para hacer frente a las consecuencias terribles de la guerra contra el narcotráfico, y nos revela el poder de las colectividades de mujeres unidas en torno al reclamo de verdad y justicia”.

LAS RASTREADORAS DE EL FUERTE CONTRA EL ABANDONO DEL ESTADO

En 2014 desapareció Roberto Corrales. Su madre, Mirna Medina, se acercó a las autoridades en busca de ayuda, pero éstas se la negaron. Junto a otras madres, fundó Las rastreadoras de El Fuerte, grupo que sale al desierto con picos y palas en busca de sus hijos desaparecidos. Ellas se han enfrentado al abandono del Estado, su complicidad con el crimen organizado y la indiferencia. Esta es una mirada a su lucha por mantener la esperanza y la fuerza para seguir buscando a sus seres queridos.

La temática de la cinta, si bien pone luz en esta batalla por la búsqueda de la justicia, muestra también la terrible situación de los desaparecidos y sus familias. Para José María Espinosa, hubo un gran dilema pues no pudo separar lo personal de lo profesional. “Para mí venía junto con pegado, fue muy difícil después de escuchar todos los testimonios hacerlo. Sin embargo, estos tres años rodando y acompañando al grupo, me preguntan seguido eso, cómo fue que lidié con todo ello y pues fue a través de la catarsis y eso viene en llanto y estar presente, hay que saber discernir ciertos momentos dentro del rodaje, como director en donde apagar la cámara”, explicó.

“Recuerdo una ocasión donde estábamos en el panteón y era muy doloroso pero de repente visitar a Roberto se volvió en toda una fiesta y saber más que nada que a pesar de ese sentir, lo que hacíamos tenía un gran sentido; sin embargo ha sido la experiencia de mi vida”, agregó el director.

Hablando de las Rastreadoras de El Fuerte, la líder del grupo nos habló de cómo fue que empezó este movimiento de resistencia social. “Comenzamos el 15 de julio de 2014, mi hijo Roberto desapareció un día antes y al día siguiente inicie con la búsqueda de él, a la semana encontramos una fosa con cinco cuerpos y así se fue dando a conocer el trabajo de las mujeres locas de la pala porque no teníamos todavía el nombre de las rastreadoras, el nombre lo pusimos hasta el 12 de septiembre de 2014 que el periodista Javier Valdez nos llamó por ese nombre y de ahí sale, ya casi 8 años de búsqueda, 8 años de espera”, rememoró con cierto dolor.

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Queda claro que los documentales son una vía para visibilizar estas problemáticas, pero siempre queda la cuestión de qué es lo que podemos hacer nosotros desde nuestra trinchera para ayudarles a causas tan importantes como la de las Rastreadoras y otras más. “Eso es muy importante, siempre he dicho que lo económico sale sobrando, aquí lo importante es que se sumen profesionistas a la causa, nos hacen falta asesores jurídicos, psicólogos, peritos, expertos forenses, todo ese tipo de personas y sobre todo gente que nos ayuda a la difusión,”, dijo Mirna.

“Es muy importante esto por parte de los medios pero también que la sociedad sepa quienes somos, que hacemos, y porqué lo hacemos, más de lo que imaginamos tienen un familiar desaparecido y piensan que se cobra por buscarlos, por ADN y es que al ver el documental y conozcan las historias de vida de lo que pasamos y seguimos pasando les dará confianza para acercarse a los grupos y seguir buscando a sus familiares, aquí el objetivo es que lo vean para que se haga conciencia como sociedad y convenio”, afirmó Mirna Nereida.

UN DOCUMENTAL QUE ENFRENTÓ PELIGROS

De alguna forma, al hacer un documental de esta problemática puede ocasionar algunos riesgos para el crew e incluso para las mismas Rastreadoras al estar en un estado tan peligroso donde su seguridad se sienta en riesgo. Aquí Espinosa recalcó que, tristemente, es algo inevitable. “Siempre la sentimos en juego porque así está diariamente. La de Mirna con su grupo especialmente, pues nosotros hicimos una labor de acompañamiento, nos arriesgamos las veces que ellas se arriesgan y eso es, casi siempre, cada que salen a buscar, pues es todo un miedo a lo desconocido, una incógnita de lo que pueda pasar”, aseveró.

Ahorita todos nos dicen que somos unas mujeres valientes, pero la verdad es que siempre tenemos miedo al salir, vamos con mucho temor de ya no regresar, porque las búsquedas nuestras son miércoles y domingos y la gente ya sabe, te comento, los grupos delincuenciales no les importa si nosotras encontramos o no cuerpos, lo que no quieren es que hagamos ruido, que vayamos al gobierno y que se arme un mitote porque eso es lo que a ellos implica pérdidas económicas, pero lo hemos logrado superar, siempre pienso que un día ya no voy a regresar a casa, pero lo hago con mucho amor y dignidad”, declaró de manera enérgica y emotiva Mirna.

En una escena van en la camioneta y Mirna dice que no sabe si los que vienen enfrente son peritos o son sicarios, ustedes bajan la cámara y ella les dice que sigan grabando. Es un ejemplo del riesgo que representa la actividad de Las Rastreadoras. ¿Qué tan peligroso fue para ustedes hacer esta película?

Me encanta esa escena porque es un ejemplo de la voluntad de Mirna. Cuando decidimos realizar el documental sabíamos que nos estábamos metiendo a la “calentura”, como se dice acá en Sinaloa; en terrenos calientes y peligrosos. El crew estuvo de acuerdo en poner la vida en riesgo, porque en cualquier momento te puede levantar el crimen organizado, sobre todo porque en México los mecanismos de protección a periodistas tienen cierto límite. Todos tuvimos miedo en esta producción.

El director espresó que en el proceso de rodaje pusieron su vida en juego.

El director espresó que en el proceso de rodaje pusieron su vida en juego.

CORTESÍA

Desde el momento en el que cruzas las rancherías ya hay redes del narco que te vigilan. Recuerdo que fuimos a hacer una entrevista a la casa de una rastreadora en Mochicahui y a 200 metros estaba un carro con vidrios polarizados, que nos estuvo esperando durante toda la entrevista. En otra ocasión fuimos a un «punto», como llaman Las Rastreadoras a los lugares en los que van a buscar los cuerpos de sus hijos, en una zona boscosa, alejada de la ciudad. Cuando llegamos se escucharon disparos alrededor, no tanto para darnos, pero sí para intimidarnos. Lo chingón de la situación fue que no nos amedrentaron y continuamos nuestra labor.

Como director lo que más te pesa es la responsabilidad de que sabes que estás trayendo a estas personas y que si algo les pasa nunca te lo vas a perdonar. Pero para filmar este tipo de historias hay que correr estos riesgos.

¿Qué tan incómodo fue filmar al grupo de Las Rastreadoras, sabiendo que están viviendo un proceso triste y de gran intimidad?

Siempre intenté abordar el tema con mucha responsabilidad y, sobre todo, con mucho amor, aunque se escuche cursi. De alguna forma tenía que entablar una confianza con ellas para que se abrieran conmigo y me contaran su historia, porque cada vez que una rastreadora cuenta su historia es revivir todo el trauma y tocar heridas que siempre van a permanecer abiertas.

También la curaduría del crew fue importante, formar un equipo familiarizado con el tema y con la sensibilidad necesaria, porque Mirna me ha contado que se han acercado muchos periodistas y documentalistas para realizar un reportaje o un documental sobre el grupo, pero no tienen sensibilidad para abordar el tema.

UN POCO DE ESPERANZA EN MEDIO DEL HORROR

La sensibilidad que José María Espinosa le mostró a Mirna en el primer encuentro que tuvieron le dio a ella la certeza de que su historia estaría en buenas manos si se la confiaba a él: “Cuando lo escuché hacer las entrevistas me dio mucha esperanza y mucho gusto que hubiera alguien que se sensibilizara y decidimos darle la oportunidad y nos gustó, lo adoptamos y ahora ya es parte de la familia de las rastreadoras”, contó Medina a EFE.

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En esta familia, las madres comparten un enorme dolor que resulta indescriptible para quienes no lo han vivido, y al mismo tiempo son un ejemplo de dignidad, lucha, resiliencia y fuerza para el resto de la sociedad.

“Cuando nosotros comenzamos y se hablaba del tema de desaparecidos nos revictimizaban, la gente decía, ‘por algo se lo llevaron, algo andaba haciendo, se lo merecía’. Entonces gracias al trabajo que hemos venido haciendo y sensibilizando junto con los medios de comunicación que ponen nuestro trabajo muy en alto han dejado de revictimizar”, cuenta Mirna.

Por eso, la mujer acepta que han habido mejoras y espera que el documental también sirva para compartir su experiencia con otros grupos de rastreadoras que se encuentran en todo lo largo del país y que enfrentan contextos distintos en cuestiones de violencia.

Pero si algo se ha resaltado del documental es la capacidad de mostrar luz donde hay mucha oscuridad y eso, cuenta el director, es de lo que se siente más orgulloso.

“Esa dualidad estaba ahí donde puse el lente, no es algo que se creó. Hay un dolor profundo y una carga, pero también está la ligereza, esta luminosidad en la que ellas todavía pueden tomarse unas cervezas, contar chistes colorados, ir aquí y allá, tener ese movimiento y vitalidad que es algo totalmente de ellas, son sus vidas y sus personalidades”, cuenta el director.

Espinosa vivió esa misma ola de emociones al estar cerca de todas esas madres que incluso ya lo han adoptado como un hijo.

El filme transmite una compleja realidad de sobre la pérdida.

El filme transmite una compleja realidad de sobre la pérdida.

CORTESÍA

“Esta lucha que iniciamos por Roberto ha dejado huella y ha sido ejemplo para muchas familias y a veces, yo que soy creyente de Dios, siento que él me eligió para esto, me quitó a mi hijo pero me ha regresado varios, aquí tengo uno, a Chema (el director). Que Dios me cuide a Roberto allá donde esté y cuando sea el momento que me regrese lo que queda de él, pero por ahora seguiremos buscando hasta encontrarlo”, finalizó Mirna.

LAS ENSEÑANZAS DEL DIRECTOR

¿Puede existir alguna idea estética cuando trabajas con temas tan específicos y sensibles como la búsqueda y la recuperación de los cuerpos de los desaparecidos?

Yo también me hice esa pregunta cuando empecé con el documental, no sabía de qué manera contar la historia, no quería sobreestetizar ni suavizar la situación. Lo que viven ellas es durísimo, así que traté de hacer una película sobria, incluso en algún momento pensé en no usar nada de música.

Pero en el rodaje me sorprendí porque no solamente encontré dolor, también había júbilo, felicidad, pasión y ganas de vivir. Eso de alguna manera tiene su poesía. Así que la película pasó de la sobriedad a una dualidad de luz y sombra, que se aleja de los documentales que sólo están tirados hacia el dolor o el morbo.

El tema de Las Rastreadoras se ha tratado mucho en la prensa local y nacional, pero un artículo o un reportaje de un minuto apenas te puede mostrar un atisbo de lo que pasa. Intenté reflejar todos los matices de la historia, a través de la riqueza que te permite un medio como el cine.

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¿Crees que a Las Rastreadoras les mueve algo verse reflejadas en las pantallas, tanto al movimiento como a cada una de ellas?

Cuando Mirna vio la película finalizada, me dijo: “esto es mi legado”, y esas palabras fueron para mí muy significativas, quiere decir que hicimos bien nuestro trabajo y que tuvo una resonancia en ellas.

Para ellas es un visionado visceral y doloroso, son las historias de sus hijos y las emociones nunca se van a ir, pero al mismo tiempo están viendo reflejada está dualidad que existe dentro del movimiento, porque a pesar de que las está carcomiendo el dolor, han encontrado una familia y un resquicio de paz dentro del grupo para hacer frente a la problemática.

Mientras que las Rastreadoras tienen su propio viaje, también el realizador ha tenido que hacer lo suyo , pues se tuvo que enfrentar a la idea de que su primer largometraje fuera un documental tan fuerte pero necesario. “Ellas fueron las que me inspiraron, yo nunca pensé que mi primera película sería un documental, pensé que me iría más por la ficción pero se presentó esta oportunidad y la historia, el conocer a Mirna y el grupo y entró en mi interior saber si tenía el talento para realizarlo, sabía que tenía los elementos para realizar la historia, pero todo fue gracias a ellas”, concluyó.

NOMINACIONES AL ARIEL: 2

Mejor Documental

Mejor Ópera Prima