
Desde las alturas y a través del lente infrarrojo de un dron, el Río Santiago revela sus cicatrices. Lo que alguna vez fue fuente de vida, hoy se muestra como una herida abierta en el paisaje jalisciense. Esta es la premisa de La marca del agua, cortometraje documental creado por el maestro Diego Reynoso Orozco, docente del Centro Universitario de Guadalajara (CUGuadalajara), que acaba de ser reconocido como Mejor Cortometraje Documental en el Latin American Photo Film Fest Verano Vienés 2025, celebrado en Viena, Austria.
La obra, que combina arte visual y cine documental, se aleja de los formatos tradicionales del periodismo para abrazar una narrativa poética, nostálgica y profundamente crítica. Reynoso, quien imparte clases en la maestría en Periodismo Digital y en la licenciatura en Comunicación Digital y Periodismo, decidió transformar una investigación previa sobre la vigilancia en torno al Río Santiago en una pieza artística que denuncia sin confrontar, que emociona sin gritar.
“Fue cómo darle salida a ese material con la misma temática o problemática, pero hacia una salida más artística”, explica el autor. “Es una combinación del arte visual con el cine documental”.
Una narrativa desde el aire y el alma
El cortometraje fue grabado íntegramente con dron en modo infrarrojo, una técnica poco común que tiñe la vegetación de tonos rojizos y revela la presencia de químicos o enfermedades en las plantas. Lo que parece estético, en realidad es una alerta ambiental.
“La idea de hacerlo infrarrojo es acercarme a esta idea de que todo está contaminado”, señala Reynoso.
Desde el aire, el documental muestra cómo el agua ha moldeado —y sigue moldeando— la ciudad. Donde antes fluía el río, ahora hay concreto. Pero el agua regresa, rompe, levanta. De ahí el título: La marca del agua, que persiste incluso cuando el cauce parece haber desaparecido.
Voces que resisten
En lugar de entrevistas directas, el documental recurre a sonidos, imágenes y poesía. Una de las voces centrales es la de Graciela González, fundadora de Un Salto de Vida, quien aporta una mirada metafórica y emotiva sobre la defensa del territorio y la pérdida de espacios.
“Ella habla muy bonito, está preparada y dice cosas muy metafóricas sobre la juventud, sobre el espacio que se pierde. Me enfoqué más en ese lado, más hacia la nostalgia de ese lugar que, según los habitantes, era muy bello”, comparte Reynoso.
La narrativa se aleja de las cifras y se centra en la memoria, en lo que se ha perdido, en lo que aún se puede recuperar. El resultado es una experiencia estética que conmueve e incomoda, que invita a mirar y a pensar.
Más allá del reconocimiento
El Latin American Photo Film Fest Verano Vienés, en su primera edición, reunió obras que cuentan historias latinoamericanas con autenticidad y sensibilidad. La marca del agua destacó por su propuesta visual y su mensaje urgente.
Para Reynoso, el premio representa una oportunidad para abrir puertas y visibilizar una problemática que afecta a miles de personas en la cuenca del Río Santiago, donde enfermedades como insuficiencia renal y cáncer se han vuelto comunes.
“Siempre es bueno poner el tema a debate. La idea es que el proyecto incentive el diálogo sobre esta problemática… que la gente en general pueda hablar del tema, para mí es ganancia”.
El documental planea recorrer otros festivales, pero su mayor logro quizá sea el de haber convertido una denuncia en una obra que toca fibras profundas, que transforma el dolor en arte y que deja, como su título lo indica, una marca imborrable.