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El cierre del gobierno norteamericano y la lección para México: estabilidad institucional o riesgo compartido

El reciente cierre parcial del gobierno federal de los Estados Unidos, que comenzó el 1 de octubre de 2025 y se extendió durante semanas, no puede ser visto sólo como un espectáculo político lejos del territorio mexicano.

Es una alarma visible: cuando una potencia global detiene su maquinaria estatal por falta de acuerdo, el efecto se transmite lejos de sus fronteras. México debe observarlo con atención, no en plan de mirón, sino con mirada crítica.

Los datos no mienten. Según la Congressional Budget Office (CBO), el costo para la economía de los EE.UU. podría ubicarse entre los 7000 y 14000 millones de dólares sólo en 2025, producto de ingresos suspendidos, compras públicas congeladas, y la pérdida permanente de actividad económica. En términos de crecimiento, estimaciones de la firma Oxford Economics auguran una reducción de 0.1 a 0.2 puntos porcentuales del PIB por semana de cierre.

No es una cifra menor: imagine usted el efecto en cadena cuando los trabajadores federales dejan de recibir su salario, contratos gubernamentales se paralizan, datos oficiales no se publican y la confianza de los mercados se resiente. El Council of Economic Advisers hablaba de hasta 15 000 millones de dólares perdidos por semana, si el cierre se prolongaba.

Para México, que importa no sólo bienes y servicios de EE.UU., sino también capital, decisiones de inversión y cadena de suministro vinculadas al gigante del norte, ese cierre no es algo “lejos”. Es un recordatorio de que la estabilidad institucional, y por tanto la credibilidad, es un activo más frágil de lo que parece.

¿Qué lecciones concretas debe tomar México?

Primera lección: la gobernanza y el presupuesto no son detalles técnicos; constituyen la base de la certidumbre institucional. Cuando el Congreso de EE.UU. no aprueba las leyes de gasto o las extensiones presupuestales, el país “se detiene”. En México, la volatilidad legislativa, la falta de presupuesto claro o las promesas de gasto sin respaldo muestran que vivimos en un terreno de riesgo latente.

Segunda lección: la “voz económica” importa tanto como la solidez institucional. El cierre estadounidense generó pérdidas de confianza que no se borran con un solo comunicado. Para México, la certidumbre no sólo depende de cifras macroeconómicas, sino de que los actores internos (estado, empresas, mercado laboral) crean que las reglas no cambiarán mañana. Si la narrativa es “puede pasar otra vez”, la inversión extranjera se entierra.

Tercera lección: la interdependencia global es una advertencia de soberanía, no de ingenuidad. Cuando EE.UU. detiene su maquinaria de gasto, los sectores exportadores, de servicios, logística, pagan. México, con su alta integración en cadenas productivas norteamericanas, está en primera fila del impacto. Si nuestra infraestructura, nuestras finanzas públicas o nuestra capacidad regulatoria muestran debilidad, la vulnerabilidad se multiplica.

Un cierre en EE.UU. puede repetir mañana o dentro de un ciclo presupuestario; para México, un “mini cierre institucional” podría producirse por impago de deuda estatal, falta de transparencia, recursos federales detenidos, o crisis regulatoria. ¿Estamos preparados? A juzgar por nuestros tropiezos recientes, la respuesta es “no del todo”.

El cierre del gobierno estadounidense es una lección en tiempo real de que la estabilidad institucional es patrimonio económico. México no puede permitirse pensar que está aislado del impacto. Gobernar es decidir; presupuestar es planear; invertir es creer en el mañana. Si México quiere subir del ranking de “país de riesgo medio” al de “país de oportunidad”, debe asumir que su credibilidad se construye sin atajos. Y ver que, al contrario de lo aparente, en la contienda presupuestal de Washington, incluso si es “de ellos”, estamos todos dentro.

En el tablero global de la inversión, la parálisis importa más que el crecimiento prometido. México tiene la opción de aprender rápidamente: no basta con llegar al juego, hay que estar preparado para seguirlo cuando otros se detienen.

*Mtro. Luis Alberto Güémez Ortiz / Universidad Panamericana (UP)

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