El ruiseñor y el jilguero, en lucha por siempre están.
El ruiseñor y el jilguero, por siempre lo estarán.
Por siempre lo han estado, y nunca terminará.
El ruiseñor y el jilguero, el cielo sabe desde cuando han luchado.
No con garra, no con pico, no con ala, sino con viento.

─Wow, ¿Eso fue un poema?
─ ¿Qué? ─ contestó el ruiseñor.
─Que si eso fue un poema, he escuchado a los humanos recitar poesía en el bosque algunas veces cuando vienen a pasar la noche y eso que cantaste se parecía.
─Ah sí, creo que sí. Bueno, no lo sé, solo me dieron ganas de cantarlo.
─ ¿Y es cierto?
─ ¿Qué, que estamos en guerra?
─Sí.
─Oh sí, desde que ellos entraron a nuestro territorio hace algún tiempo.
─Pero eres un ruiseñor, jamás los he visto pelear y uno no espera ver eso de dos especies que están hechas para ser hermosas.
─La apariencia no tiene nada que ver, mírate a ti mismo: ¿Tu fuiste hecho para la guerra?
─No, para nada.
─Pero eres un puercoespín, literalmente los humanos se inspiraron en ti para pelear mejor.
─Ah sí, pero no es mi culpa, yo solo uso mis púas para defenderme, nunca para quitarle algo a alguien más como lo hacen ellos.
─Pues de la misma manera, nosotros no peleamos con los jilgueros.

El puercoespín pensó en rascarse la cabeza, pero luego recordó que eso sería una mala idea, en su lugar, prefirió moverla hacia un lado.
─Nuestras guerras son diferentes a la de los humanos, nosotros no los lastimamos ni ellos a nosotros, ambos estamos en la búsqueda del mismo alimento, de las mismas ramas para anidar, del mejor lugar en el árbol para despertar mirando el amanecer desde lo más alto. Así habrá más de nosotros y menos de ellos.
─Eso no tiene sentido para mí, el bosque es muy grande y hay lugar para todos, deberías estar contento con lo que tienes y no buscar dejar a otros sin su comida o su hogar.
─Tu no lo entiendes, tu vida es muy larga en comparación a la nuestra, tú puedes darte el lujo de buscar otra madriguera si pierdes la tuya, yo me paso mi vida buscando comida para mí y para mi hembra cuando está empollando y si no encuentro comida, busco la rama perfecta para hacer mi nido más fuerte.
─Vaya, suena a que tienes mucho que hacer en muy poco tiempo.
─Así es, por eso ni de loco le daré tiempo a un jilguero de que tome mí comida, mis ramas o mis amaneceres perfectos.
─Pero, si lo que dices es cierto, ¿Cómo es que pierdes el tiempo haciendo poemas o cantando? Me suena a que cada segundo cuenta, así como lo platicas.
─Ah, porque por lo mismo, mi canto es una forma de decirle a todo el mundo que aquí sigo, que los ruiseñores no se han ido, que estaremos en este mundo hasta que deje de haber un mundo en el cual estar, y porque estoy tan alegre de seguir vivo que la felicidad no me cabe en el cuerpo, así que sale en canciones o poemas. Así también impresioné a mi hembra, y ella es feliz cuando me escucha cantar.
─Vaya, jamás pensé que un ruiseñor pensara tanto en el conflicto y en la guerra.
─Ni yo que un puercoespín no pensara para nada en eso, ni que supiera de poesía. Bueno, me voy, no tarda en pasar un jilguero que me cae mal, voy a volar delante de él para que sepa que el día que quiera lo puedo dejar atrás, buena suerte, amigo.
─Adiós, ─dijo el puercoespín al ver al ruiseñor alejarse, tomando la decisión de que a partir de hoy aprendería a hacer poesía.