En esta posmodernidad, la disforia de edad tiene sutiles y diversas formas de manifestarse en la infinidad de tribus urbanas. Tenemos a los kidults, representados en influencers de YouTube y TikTok, practicando el deporte consumista del coleccionismo de juguetes, portando en sus cacerías de tianguis o convenciones camisas de superhéroes y calzando tenis de marca. Solo les falta, a estos adolescentes de la generación X, Y o Z, la patineta para completar su regresión friki a sus años pubertos.
No menos estrafalarias, pero con un toque vintage de ternura femenina, están las seguidoras del estilo o moda coquette, aficionadas a caracterizarse de lolitas con vestidos ampones y a decorar con moños su cabellera como si fueran niñas tradicionales del siglo pasado.
En casos más extremos, tenemos a Stefonknee Wolscht, un hombre de 60 años que se identifica y se caracteriza como una niña de 6 años. Wolscht, casado y padre de seis hijos, dejó a su familia y profesión para vivir como una niña. Y encontró quién lo adoptara.

Con todos estos fenómenos culturales de infantilización voluntaria, ¿por qué tendría que extrañarnos que los chinos, cuyo imperialismo cultural consumista nos dio a los labubus, ahora hayan puesto de moda los chupones para adultos? Suena ridículo. Sí, pero es lucrativo: el imperio comercial del Lejano Oriente está haciendo negocio con esta disforia moderada y colectiva de edad.
El hábito de succionar para alimentarnos, reconocer nuestro entorno e incluso para sentirnos seguros debería ser una etapa superada desde la temprana infancia. Pero no es así. Hay toda una tendencia o moda que viajó de China a Estados Unidos: usuarios que orgullosos comparten videos en TikTok luciendo sus chupones, algunos sofisticados y personalizados. Esta es una de las nuevas excentricidades de las redes sociales.

Los adult pacifiers distan de ser simples réplicas de chupones para bebés: los hay de todo tipo, incluso son supercoleccionables. Sus precios varían según su grado de sofisticación, es decir, que estén tematizados o que tengan incrustaciones brillantes y demás adornos. Te pueden costar desde 10 yuanes (1.40 dólares) para los más genéricos y hasta 500 yuanes (70 dólares), según reportes del South China Morning Post. Y se venden: algunas tiendas en línea reportan que mueven más de 2 mil unidades al mes.
¿Son estos chupones para adultos un accesorio o adorno más, uno un tanto estrafalario? Pues los seguidores de esta moda afirman que tienen beneficios terapéuticos y emocionales como ayudar a conciliar el sueño, disminuir el estrés, reducir la ansiedad, dejar el cigarro, mejorar la concentración y hasta respirar mejor.
¿A qué se deben estos beneficios psicológicos paliativos? La respuesta de los expertos es que, en situaciones de estrés, el acto de succionar activa memorias pasadas de forma inconsciente, remitiéndonos a esos momentos en que éramos amamantados protectora y cariñosamente por la madre. Pero los chupones para adultos son solo un paliativo y no una solución. No hay como encarar de raíz aquello que te causa intranquilidad o perturbación.
Además, hay que tomar en cuenta que esta moda, como lo advierten los dentistas, puede dañar la dentadura. El uso prolongado de estos chupones para adultos puede acarrear problemas como dolor al masticar, limitaciones para abrir la boca y hasta cambios en la posición de los dientes. Y ya por accidente, puede presentarse el riesgo de asfixia si el chupón es inhalado mientras la persona duerme.

Un ortodoncista advierte que un problema muy común con el uso de estos chupones es la mordida abierta, la cual consiste en una alteración en la que los dientes frontales superiores e inferiores no se tocan al cerrar la mandíbula. Esta deformación se produce porque el chupón empuja los dientes hacia adentro o hacia afuera, afectando la mordida natural.
Hay mejores opciones para combatir la ansiedad y el estrés que no terminan deformándote la dentadura, como los chicles sin azúcar, los juguetes de relajación y hasta técnicas probadas milenariamente de meditación. O nada como ir con tu terapeuta de confianza a sacar los demonios interiores; o, si se prefiere, con tu sacerdote o guía espiritual.
En esta posmodernidad todo parece estar subvertido. No son tan raros o excepcionales esos padres que someten a sus hijos a una precocidad adelantada. Está el típico caso de la madre que, por puntada o competición, disfraza a su niña pequeña de adulta: con minifalda, peluca y mallas, y para rematar la caracterización le enseña una coreografía no adecuada para su edad. Sería toda una postal de esta modernidad líquida que esa misma señora, que disfraza de adulta a la hija, para calmar los nervios de la audición a la que llevó a su pequeña, del bolso saque su chupón para adultos y lo use con desenfado y normalidad.

Adultos infantilizados y niños disfrazados de adultos un mundo al revés en el que la edad idealizada es la adolescencia como lo remarcan los mangas y los animes.
Son tiempos de adolescentrismo y paidocracia en los que no debería extrañarnos que los pequeños vapeen y los adultos usen chupón.