Con la llegada de las lluvias, parques y camellones de la ciudad se llenan de hongos de formas y colores diversos. Lo que para algunos son simples curiosidades del paisaje, en realidad son organismos complejos que forman parte de un reino propio: el fungi. “Lo que vemos en la superficie son los frutos, no el verdadero hongo, que está oculto en el suelo o en la madera en forma de micelio”, explica la doctora Laura Guzmán Dávalos, encargada del laboratorio de micología de la Universidad de Guadalajara.
El atractivo visual puede ser engañoso. Uno de los casos más comunes en Guadalajara es el Chlorophyllum molybdites, un hongo blanco que suele confundirse con champiñón.
“Ese hongo es tóxico. Si se consume puede causar diarrea, vómito y envenenamientos graves. Es uno de los que más intoxicaciones provoca en la ciudad”, advierte la especialista. La confusión puede aumentar porque algunos llegan a crecer en anillos en los parques, fenómeno al que popularmente se le llama “anillos de hadas”.

La especialista enfatiza que no existen trucos caseros para diferenciar a simple vista los hongos comestibles de los venenosos. “No hay ninguna regla. Eso de hervirlos con una moneda de plata o con ajo para ver si se ponen negros es completamente falso. El único camino es identificarlos correctamente, y eso solo lo hacen micólogos o recolectores con conocimiento tradicional”, señala.
No todos los hongos representan un peligro. Algunos poseen propiedades medicinales, como el Ganoderma, conocido en Asia como reishi o linshi, al que se le atribuyen beneficios para fortalecer el sistema inmune y combatir el cáncer. Este hongo crece incluso en los árboles de la ciudad. Guzmán destaca también el potencial de la psilocibina, presente en los hongos alucinógenos, que en microdosis podría usarse para tratar enfermedades psiquiátricas.
Los hongos son además fuente de grandes descubrimientos científicos. La penicilina, antibiótico que revolucionó la medicina, proviene de un moho azul verdoso del género Penicillium. Pero el mismo reino también convive con nosotros como agente de enfermedades.

“El hongo Candida albicans, por ejemplo, habita en nuestro cuerpo, pero cuando hay un desbalance puede provocar candidiasis. Otros afectan la piel, las uñas o incluso los pulmones”, explica Guzmán.
La micóloga insiste en la importancia de la prevención: nunca consumir hongos silvestres sin una identificación certera y confiar únicamente en los que se venden en supermercados o en proyectos de cultivo certificados.
“Nunca se come un hongo nomás porque se ve bonito. Eso puede costar la salud o la vida”, subraya.
Como parte de la divulgación científica, Guzmán invitó a la octava exposición de hongos organizada por la Universidad de Guadalajara, donde habrá talleres, conferencias, salidas al campo y una muestra de especies frescas.
El encuentro se realizará del 8 al 12 de septiembre en el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias y en el Parque de las Niñas y los Niños, en Zapopan.
“Va a ser un espacio para aprender, observar y valorar la enorme diversidad de hongos que nos rodean”, destaca la investigadora.
