
Con la llegada del Día de Muertos, los campos de Texcoco se han teñido de amarillo con la flor de cempasúchil, símbolo del fuego y la luz que guía a las almas en su regreso al mundo terrenal. En apoyo a los pequeños productores locales, el Gobierno de Texcoco impulsa rutas de comercialización para que los campesinos puedan vender directamente sus flores a las familias y visitantes que preparan sus ofrendas.
Comunidades como Tlaminca, San Miguel Tlaixpan, Nativitas y Santa Catarina del Monte se han convertido en el corazón de esta producción tradicional. Desde marzo, los productores siembran la semilla mexicana del cempasúchil, que florece a finales de octubre y conserva el aroma y colorido característico de la temporada.
Aniceta Durán Martínez, productora de Tlaminca, destacó que esta flor representa un legado cultural que las familias texcocanas cuidan año con año. “Cada flor lleva el significado de la vida y la memoria de nuestros seres queridos”, señaló mientras mostraba su campo cubierto de tonos dorados.
Por su parte, Silvestre Reyes Madrid invitó a la ciudadanía a recorrer la ruta de Tlaminca, donde los productores ofrecen la flor directamente a pie de carretera. En el lugar se pueden encontrar manojos, macetas y variedades de flor blanca, además de alimentos tradicionales como pan de muerto y pulque, que también forman parte de las ofrendas.
La regidora Nallely Valle Flores informó que, junto con el presidente municipal Nazario Gutiérrez Martínez, se ha impulsado la organización de los productores para establecer rutas de venta que fortalezcan la economía local. Estas rutas inician en el panteón El Silán, continúan hacia Molino de Flores y se extienden por la carretera que conduce al balneario de Tlaminca.
Valle Flores subrayó que la producción ha aumentado gracias a la nobleza del cultivo y a la creciente demanda durante la temporada. “El objetivo es que las familias adquieran la flor directamente del campo, sin intermediarios, y que los productores vean reflejado su esfuerzo”, explicó.
Entre el aroma y los tonos dorados que inundan los caminos rurales, miles de flores texcocanas están listas para adornar altares y perfumar las tumbas, manteniendo viva una de las tradiciones más queridas de México.