
A pocos días de su aparente reinauguración, la Glorieta de Insurgentes regresó a un estado similar previo a los trabajos de obra; basura a montones, olores fétidos, nula iluminación en algunos bajo puentes y obras inconclusas, es el espacio en el que transitan miles de personas por las avenidas que ahí convergen.
Aunque los campamentos de personas en situación de calle ya no están, el módulo de Policía Turística, así como el Biciestacionamiento para 99 bicicletas, todavía no están terminados, pues el Gobierno capitalino, ante la urgencia de cumplir la promesa de reabrir el sitio antes de finalizar la administración, dejó máquinas, costales de cemento y botes de pintura en un espacio que supuestamente ya podía ser utilizado por los visitantes.
En los postes que sostienen la estación del Metrobús Insurgentes están llenos de bolsas de basura, en las esquinas del pasillo que conecta la calle Génova a la Glorieta, hay vasos de unicel y bolsas negras con desperdicios, algunas rotas, tal vez por animales que regaron los desechos por el bajopuente. Este lugar, responsabilidad del Gobierno de la Ciudad de México, rápidamente retorna a un ser un lugar donde abunda la suciedad.
Aunque sea de día, los túneles están oscuros, las luces no funcionan y el olor a orines en el pasillo hacia avenida Chapultepec es perceptible.
También, los bajopuentes que dirigen hacia las calles Jalapa, Puebla y Oaxaca, están oscuros, sin la presencia policial, a pesar de que presumieron estricta vigilancia desde su reinauguración; estos solamente se encuentran en el extremo de la Glorieta, en la entrada del Metro por donde nadie transita, pues continúa cerrada.
Los lugares concurridos como las bancas tienen muchas bolsas de basura; en las guarniciones hay vasos de unicel y no es posible sentarse sin pisar algún desperdicio. En las áreas verdes también hay suciedad, restos de comida, envases de plástico, servilletas, envolturas de galletas, comida pudriéndose, vasos de café y árboles que sirven como botes de basura o ropa.
El biciestacionamiento no funciona, sigue en obra negra, la puerta está bloqueada por un hombre que pinta el techo; en el módulo de Policía Turística hay cortadoras y costales de cemento. Aunque el secretario de Movilidad, Andrés Lajous, publicó un video donde las luces están prendidas y recarga su bicicleta en uno de los postes para asegurarla, el sitio no está abierto al público.
Los centros de cultura que están en el pasillo hacia la avenida Chapultepec están en penumbras, con más basura.
La presencia policial es poca, no más de cuatro elementos vigilan el sitio.
En las bancas es imposible no pisar desperdicios, la gente tiene que patear los botes de comida y envases para poder sentarse.
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