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Los seguidores del expresidente ultraderechista presumen de la bandera de EU en el Día de la Independencia de Brasil

Los bolsonaristas sí quieren que Brasil sea el estado 51 de EU

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Provocación Los seguidores de Bolsonaro desplegaron en Sao Paulo el domingo, día de la independencia de Brasil, una bandera gigantesca de Estados Unidos. En un costado se distingue una bandera brasileña

La devoción del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, su familia y sus seguidores por Donald Trump y su ideología patriotera estadounidense induciría a la risa, de no ser porque no tiene nada de chistoso que hayan jaleado y aplaudido al magnate republicano para castigar a Brasil con los peores aranceles del mundo, aunque dañen seriamente la economía nacional.

El 7 de septiembre, Brasil conmemoró su Día de la Independencia y la ocasión fue aprovechada por miles de seguidores del líder ultraderechista (en prisión domiciliaria por riesgo de fuga) para agradecer a Trump su chantaje al gobierno de Lula da Silva, aunque no haya servido para frenar el juicio por golpista contra Bolsonaro, que ha entrado en su fase final en la Corte Suprema.

La manifestación más numerosa congregó a 42 mil personas el domingo en Sao Paulo, pero, lo que causó indignación en las redes no son las habituales proclamas —“Intervención militar ya” o “Fuera comunismo”—, sino una bandera de Estados Unidos gigantesca en la avenida Paulista junto a la cual sólo había una bandera diminuta de Brasil. Tampoco faltó en la marcha la otra bandera favorita de los bolsonaristas: la de Israel.

“Nunca visto en la historia”

Rui Costa, jefe de Presidencia de Lula, mostró este lunes su perplejidad e indignación por el “entreguismo” de los partidario de Bolsonaro a otro país, que además ha impuesto duras sanciones a los productos brasileños.

“Nunca vi, en la historia de la humanidad, manifestantes que, en el día de la independencia de un país, levantaran la bandera de otra nación”, declaró y añadió: “Está claro qué lado está cada uno ante esta subordinación simbólica”.

El organizador de la marcha, el telepredicador evangélico Silas Malafaia, también condenó el despliegue de la bandera de EU y comentó que le pareció tan “absurdo” el gesto en el día de Brasil que sugirió que era un “montaje de la izquierda”.

Sin embargo, al “gurú espiritual” de Bolsonaro le salió el tiro por la culata al tratar de vender la polémica como un “caballo de Troya introducido por el enemigo”, cuando el propio Eduardo Bolsonaro, el hijo del expresidente que huyó a EU para desde allí hacer “lobby” contra el gobierno de Lula, escribió en X el siguiente mensaje: “Imágenes de dron de hoy, Día de la Independencia de Brasil, en una protesta por la libertad. Gran bandera de EU puede ser vista en agradecimiento al presidente Donald Trump”.

La cuestión, en todo caso, es ¿cómo surge la pasión de la extrema derecha brasileña por Estados Unidos e Israel?

Un mismo “pueblo elegido”

A diferencia de Europa o México, donde sería imposible ver banderas estadounidenses en cualquier manifestación, es cada vez más común verla (junto con la bandera israelí) en los dos países sudamericanos donde ya ha triunfado la extrema derecha: Argentina, donde gobierna el ultra Javier Milei, y en Brasil, donde los bolsonaristas intentaron un golpe de Estado en Brasilia en enero de 2023, a la semana de ser investido por tercera vez presidente el izquierdista Lula da Silva.

El ascenso de la extrema derecha en el mundo se gestó tras los años de recesión que dejó la crisis financiera de 2008 y la reacción de la derecha populista y antiglobalizadora, que culpó a los gobiernos de izquierda. De esta manera logró Donald Trump ganar en 2016 las elecciones estadounidenses.

El caso de Brasil fue paradigmático, porque no sólo sumó tres gobiernos consecutivos del PT, dos bajo Lula y el último de su discípula, Dilma Rousseff, sino que a la crisis económica se sumaron escándalos de enriquecimiento ilícito que salpicaron de lleno al partido gobernante. Esta doble crisis, unido al triunfo de Trump, inspiró a Bolsonaro —un mediocre capitán del Ejército brasileño en el retiro y un nostálgico de la dictadura militar— a luchar por la presidencia con un discurso mesiánico, para lo que contó con la ayuda del poderoso “lobby” evangélico, que no pasó por alto ni su nombre completo —Jair Messias Bolsonaro— ni su lema de campaña —“Brasil acima de tudo; Deus acima de todos”—.

Por tanto, el asalto a los poderes en Brasilia no es visto por los seguidores de Bolsonaro como un intento de golpe de Estado contra la democracia, sino como una misión sagrada para “salvar a Brasil de las garras del comunismo” (de igual manera que Trump y su seguidores consideran “patriotas” a los que protagonizaron el asalto al Capitolio).

La respuesta de una manifestante que portaba una doble bandera de EU y de Israel a la pregunta de un reportero resume la deriva radical de millones de brasileños que exigen la liberación inmediata de Bolsonaro: “Nuestro mundo judeo-cristiano está amenazado por el islam, los comunistas y los gays. Gracias a Dios, Tierra Santa está ahora protegida por Netanyahu y Estados Unidos por Trump; por eso tenemos que echar abajo la dictadura de Lula, para que regrese al poder Bolsonaro… y si no lo logramos, que venga Trump y nos ayude. Antes prefiero ver a Brasil gobernado por EU que por los comunistas”.

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